lunes, 29 de diciembre de 2014

De la imposibilidad neoliberal de la eugenesia psiquiátrica

    Me paso la vida entre las ganas de comerme el mundo y las de desaparecer para siempre. A esto, los psiquiatras le llamarían trastorno bipolar, pero como la única vez que los tuve delante lo que tenía era psicosis, pues ya se les pasó la oportunidad de ponerme de bipolar (que es como ponerme verde, pero en científico) A mi me encantaría que los (y sobre todo las) psiquiatras saliesen del armario, y contasen de vez en cuando que a ellxs también les pasa algo parecido.

  A mi me pasa, por ejemplo, que leo una noticia sobre un psiquiatra en Dinamarca que quiere detectarnos (a los que nos pasa esto) genéticamente, para que ya si eso no nazcamos. (Por nuestro bien, claro, siempre) Cuando leo cosas así, no sé si reír o llorar. Me da la risa porque pienso: "Pero oigan, si nos detectan y no nos dejan nacer, ¡se quedarán sin clientes!" Las farmacéuticas nunca lo permitirían, me digo con rotundidad, eso me tranquiliza. Pero claro, da la risa si no tuviste un mal día, peleando con un cariño de esos estériles, con una de esas personas que piensan que estás loca, y que es por eso que te duele que no te quieran o que no te lo demuestren, que yo no distingo, a quién se le ocurre.. Vamos, que si me frustro por algo frustrante, es porque estoy loca, claro, súperlógico. Bueno, días así los puede arreglar un poco Celia Cruz a todo volumen, hasta que te acuerdas de que no saliste de casa en todo el día, de que no hiciste nada "productivo" (eso es muy de gente loca, ya sabéis), de que hay gente por ahí que nos quiere abortar (porque mandarnos a la cámara de gas ya no es políticamente correcto), y que Celia Cruz no puede gritar más porque es muy tarde y, bueno, loca sí, pero que me ingresen no me apetece.

  Tampoco cené. Ahí el instinto de supervivencia dirige mis pasos hacia el congelador, donde todavía quedan unas lentejas, y un trozo de pan. Hoy no voy a llorar por temas económicos, me llega con todo lo demás. Mañana me toca comerme el mundo, espero.

Pd: Queridos eugenésicos psiquiátricos, busquen ustedes el gen de los eugenésicos, si tanto se aburren. Mucho mejor para el negocio, dónde va a parar.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Conciencia de enfermedad

Si yo fuera psiquiatra, nada me molestaría más que el hecho de que un cliente potencial no tuviese conciencia de enfermedad. Eso le quitaría sentido a mi profesión, sería como una piedra de toque, un desafío ofensivo. Pero me molestaría aún más que ese cliente potencial, además de no tener conciencia de enfermedad, ni siquiera sufriese. Como aquel chiste gráfico de un hombre en el diván, al que su psicoanalista le pregunta:

- ¿Algún miembro de su familia padece una enfermedad mental?
- No doctor, todos parecen disfrutarlas

Yo también disfruto, a menudo, de mis ideas extravagantes, de jugar con la autorreferencialidad cuando veo videos, o cuando simplemente voy en el autobús. De explorar un mundo emocional divergente y disidente, con toda la confianza que me da saber que estoy ejerciendo mi libertad de pensamiento. Hay psiquiatras que dicen que, cuando deliramos, sea lo que sea eso, o lo que ellos sean capaces de entender, no somos libres. Depende. Libres no somos nunca, si nos ponemos puntillosos. Luego, tampoco ellos lo son. Por otra parte, no puedo ser más libre, al menos de una forma íntima, que cuando elijo ser amiga de todos mis pensamientos y sentimientos, por más extraños que sean. Que cuando elijo salir del armario, por ejemplo en este blog, para poner mi experiencia autodespatologizadora a disposición que quien quiera leerla, para ponerle palabras. Palabras mías que he ido encontrando por el camino. Soy libre al juntar palabras que cuenten esta historia de otra forma. Soy libre al regalar estas palabras, desde la tranquilidad de mi casa, desde la fuerza que me da el cariño de todxs y cada unx de mis amigxs.

No tengo conciencia de enfermedad. Según la trampa dialéctica de la psiquiatría, no tener conciencia de enfermedad es estar enferma. Es decir, es una trampa que pretende extender sus tentáculos no hacia quien ya está en sus redes, sino a quien todavía no lo está. Hacia todas las personas. Según esta trampa, el mundo está lleno de personas enfermas que no saben que lo están. Aquellas que lo sospechan, piden cita. Pero aquellas que no piden cita, porque no se consideran enfermas, aquellas son las clientas perfectas. Si eres mujer y de mediana edad, tienes unas posibilidades enormes de salir de la consulta de medicina primaria con un pack completo de ansiolíticos, antidepresivos y pastillas para dormir, sea cual sea el motivo que te llevó a la consulta. En cambio, si eres hombre, será más fácil que te envíen de especialista en especialista para hacerte todas las pruebas objetivas habidas y por haber. Porque si eres hombre y te duele algo, es que te duele, y hay que averiguar por qué. Si eres mujer y te duele algo, es que estás deprimida y te lo inventas porque te aburres, o porque estás loca. Hoy como antaño, ser mujer es sinónimo de estar loca.

A menudo pienso, además, que los psicofármacos tienen un gran efecto desmovilizador en lo que se refiere a protesta social. A más psicofármacos, menos ganas de ir a una manifestación, menos posibilidades de sentir indignación, de emocionarse, de llorar incluso. Más beneficios para la industria farmacéutica. Farmacocracia, con la complicidad de la profesión que se dice "que cura el alma". Farmacocausto, por los millones de vidas perdidas, porque hay muchas formas de echar vidas a perder, no solo matando. A veces, incluso, también matando, matando neuronas, matando orgasmos, matando esperanzas, matando autoestimas.
Rememorando con mucha ironía el viejo eslogan comunista: las pastillas, para quien las fabrique. Las pastillas, para quien las recete. Si tantos beneficios tienen, y tanta salud mental aportan, y tanta felicidad proporcionan, y tantos efectos preventivos tienen, resulta sospechoso que no las consuman a diario aquellos que las fabrican, las publicitan y las recetan.

Un psicofármaco, es de justicia decirlo, puede tener también un efecto terapéutico puntual, un efecto de calma o evasión. Pero ese efecto desaparece en cuanto el cuerpo se acostumbra, y entonces hay que aumentar y aumentar y aumentar la dosis. A más dosis y más largo plazo, los efectos terapéuticos van desapareciendo, siendo sustituidos por los efectos indeseados. (Esto no lo digo yo, sino prestigiosos científicos que hacen eso que se llama investigación independiente, eso que consiste en investigar sin conflicto de intereses. Para más información, consultar este blog)

Es muy duro no tener conciencia de enfermedad, todo el rato parece que te estás perdiendo alguna fiesta importante.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Día Mundial de la Salud Mental: Recordando a Syd Barrett

Esta semana todo el mundo habla del estigma, la salud mental, y todo ese rollo.
Mi aportación en este blog es una propuesta de reflexión a partir de esta entrevista a Roger Waters sobre Syd Barrett. Roger y Syd eran amigos desde la infancia, juntos fundaron el grupo Pink Floyd. Pero a Syd le diagnosticaron esquizofrenia, y... ¿cuál fue el impacto? En su amistad, en el papel de Syd en el grupo, en Roger y Pink Floyd después de eso.

El periodista que hace la entrevista me parece brillante.
Hace que Pink Floyd suene de una forma completamente diferente después de verla.


jueves, 2 de octubre de 2014

domingo, 21 de septiembre de 2014

La fiesta de los diagnósticos y sus poderes mágicos

Pasos discursivos (performativos)

Paso 1: Alguien se encuentra mal, por diversas razones

Paso 2: La expresión de ese malestar aparece en alguna de sus diversas formas, se manifiesta, sale hacia afuera (no podemos respirar, confundimos realidad con ficción, no podemos levantarnos de la cama, tenemos miedo a todo....)

Paso 3: Vamos a un "profesional del malestar" a pedir ayuda

Paso 4: El profesional le pone nombre a las diversas manifestaciones, dentro de una categoría llamada "síntomas". Por ejemplo: ansiedad, psicosis, apatía, fobia social...

Paso 4: Agrupa ese conjunto de "síntomas" en otra categoría, llamada "diagnosis". Por ejemplo: "Trastorno de ansiedad generalizada", "Trastorno psicótico o Esquizofrenia", "Depresión severa"...

Paso 5: Una vez elegido el diagnóstico más "adecuado", se lo comunica al paciente

Paso 6: Escribe en el historial, por ejemplo: "Esquizofrenia"

Paso 7: Empiezan a actuar los poderes mágicos del diagnóstico......

Paso 8: "Me han diagnosticado esquizofrenia"

Paso 9: "Tengo esquizofrenia"

Paso 10: "Soy esquizofrénicx" (ante mi mismo)

Paso 11: "Soy esquizofrénicx" (ante la sociedad)

Paso 12: "Lxs esquizofrénicxs son...." (dice la sociedad)

Paso 13: "Lxs esquizofrénicxs no pueden.... (dice la sociedad)

Paso 14: "Lxs esquizofrénicxs no podemos..." (terminamos por decir nosotros)

Paso 15: "Lxs esquizofrénicxs deben vivir así y así.... (dicen los servicios sociales, las unidades de tratamiento asertivo comunitario, las asociaciones asistencialistas...)

Paso 16: Lxs "esquizofrénicxs" desaparecen (del trabajo, de la política, del ocio, de las universidades, de las asociaciones no específicas de salud mental....)

Paso 17: Nadie se acuerda del paso 1, ni siquiera "lxs esquizofrénicxs", bastante drogadxs de pastillas y pasos discursivos, ahora ya plenamente performativos.

Paso 18: ¿¿Y AHORA QUÉ??

lunes, 8 de septiembre de 2014

La ansiedad golpea con nocturnidad y alevosia

¿Qué podría ser la ansiedad?

- Miedos difusos
- Miedos concretos
- Sensación de pérdida de control sobre nuestras emociones
- Consciencia dolorosa de dependencia y vulnerabilidad
- Pánico a la dependencia y la vulnerabilidad
- Sentimientos ambiguos en relación a pedir ayuda, sentimos que la necesitamos, y al mismo tiempo pedirla refuerza esa consciencia de dependencia y vulnerabilidad, convirtiéndose en un circulo vicioso
- Aún en el caso de aceptar pedir ayuda (puede ser suficiente un poco de compañía), pedirla de madrugada se hace difícil. La ansiedad golpea con nocturnidad y alevosía
- Golpea en forma de llanto, rabia autodirigida, inseguridad, parálisis para tomar decisiones, o lo contrario, tomar decisiones de forma drástica de las que luego arrepentirse.
- Hace sentir  a una pequeña, quejosa, débil, frágil... poco atractiva en general, para qué vamos a engañarnos.

¿Qué podemos hacer contra ella, más allá de la pastillita?

O lo dejo para otro día, o se admiten sugerencias, o ambas cosas


domingo, 24 de agosto de 2014

De psicosis y psicosis

    Por suerte, mi psicosis me deja en paz desde hace muchos años, tantos que hasta me cuesta recordar como era, a veces. Por suerte...o porque he trabajado mucho para que así fuese, no lo sé. Es difícil hablar con certeza absoluta de los entresijos de la mente, de sus extremos. Si fuera certeza absoluta, sería un delirio (psiquiátrico, empírico, da igual, delirios los hay de todas clases, y en las mejores familias)

  He leído, o escuchado, varias veces, que la psicosis provocada por consumo de drogas es la que tiene mejor pronóstico. Pero no he leído sobre la causa de por qué es así. No sabemos por qué a unas personas el consumo de ciertas drogas les causa psicosis, y a otras no.

 Pero se me ocurre una hipótesis de por qué es la que tiene mejor pronóstico, y es una cuestión cultural, que va más allá del propio efecto de la droga en si. Las personas que consumen drogas, especialmente drogas enteógenas o alucinatorias, lo hacen voluntariamente, y saben que la psicosis (un "mal viaje") es parte de la lotería de esa decisión. Para afrontar ese supuesto, la cultura de los consumidores de estas sustancias es prolija en información, consejos, fórmulas, etc, para aliviar, o ayudar a transitar esta posibilidad, o a quitarle importancia para minimizar el sufrimiento. Sin ir tan lejos, pensemos en un consumo mucho más habitual y frecuente, socialmente aceptado: el consumo de alcohol. De forma general, consumir alcohol puede tener efectos no deseados: pérdida de memoria, "alteración" de la conducta habitual (hay personas que se ponen más cariñosas, o más habladoras, o que se sinceran, o que se desinhiben de forma diferente, o vomitan). Pensemos, por ejemplo, en un piso de estudiantes, o en una habitación de hotel en vacaciones, ocupada por un grupo de amigxs. Pensemos en todo el apoyo, desdramatización, bromas, acompañamiento...etc, que se puede generar en torno al ritual (o rutina) cultural de beber alcohol. Ahora, imaginemos que sólo una persona del grupo bebe, que ninguna de las demás lo ha hecho nunca, ni tiene pensado hacerlo, o incluso no lo ve con buenos ojos. ¿Sería similar la reacción? ¿Estaríamos hablando de claves culturales compartidas?

Bien, ahora pensemos en la psicosis provocada por tóxicos, en una sociedad que no ve con buenos ojos que se consuman determinadas sustancias. Hay pocas claves culturales compartidas. Y sin embargo, la persona que decide adentrarse en ese mundo "prohibido", sabe que hay riesgos, que habrá alteraciones de conciencia, y que pueden ser negativas, psicóticas. Es más, busca esas alteraciones (no las psicóticas, probablemente, pero si todas las demás) De alguna forma, esa persona va prevenida, cuenta con ello, de alguna forma. Eso no le librará, probablemente, de que la psicosis pueda arrastrarla con fuerza, pero sí podemos hablar de una base fuerte para recolocar la experiencia en su sitio, una vez remitida. Para considerarla parte de esos riesgos que ha decidido correr, y por tanto asumirla, tomar conciencia de su responsabilidad en el suceso mental, incluso darle significado, como metáfora.

En cambio, la psicosis producida por traumas resulta mucho más compleja. El mecanismo psíquico podría ser similar al que se pone en marcha con las sustancias enteógenas, pero las motivaciones profundas, las causas últimas, los desencadenantes, están cerrados bajo siete llaves. No hay una "visita voluntaria" a territorios psíquicos inciertos, no hay asunción (más o menos) razonada de riesgos, ni claves culturales que la acojan, ni compañeros expertos que aconsejen (bueno, podríamos decir que empieza a haberlos, afortunadamente, en los grupos de apoyo mutuo, entre iguales). Lo que hay es una ficción (que no mentira, no me canso de repetirlo) autogenerada, subconsciente, cumpliendo un papel, desviando y transformando recuerdos demasiado dolorosos en otra cosa: en voces, delirios, psicosis...etc, transformando a su vez los argumentos, los personajes, desviando la atención, el dolor, hacia territorios exteriores, aunque sucedan completamente dentro, proyectando, quería decir. Agrede el futuro, para que no agreda el pasado. Agreden las personas presentes, para que no lo haga el recuerdo de las ausentes. Persiguen los servicios de inteligencia, o los ovnis, en lugar de, por ejemplo, un adulto violador, muy concreto y muy cercano.. Es la proyección de un miedo y un dolor descomunal, con sus ramificaciones de culpa, ira, vergüenza, baja autoestima...que se vuelven ficción psicótica, proyectada en TODO el exterior, puesto que cualquier elemento externo es susceptible de cumplir un papel en tal ficción (que no mentira, insisto) ¿La ficción suaviza la realidad? No lo parece, más bien que la ficción, a modo de metáfora gigantesca, es expresión de un dolor y/o miedo enorme, que al tiempo que se expresa, se resiste a su cuestionamiento, se resiste a que la realidad que está debajo se muestre en toda su crudeza, siendo este conflicto, a su vez, dolorosísimo también.

Es muy complejo, mucho. Y muy delicado establecer tales conexiones. Pero no es imposible, y parece que vale la pena, siempre que del otro lado haya cariño, dignidad, empatía, confianza... (y unos dedos cruzados, por si acaso, como expresión del deseo de que todo salga bien, de que la persona querida vuelva, y vuelva más fuerte, más entera, más confiada)

No creo que sean los únicos tipos de delirio, tampoco. En lo que a mi respecta, alguna vez han aparecido por estrés excesivo, acompañado de mucha preocupación, estrés emocional, por llamarlo de algún modo, y creo que, en cierta forma, había un mecanismo de memoria perceptiva, una especie de hábito mental. Darme cuenta fue crucial para romper el ciclo. (Pero de eso ya hablé en una entrada anterior: "Profecía autocumplida desactivada")

jueves, 7 de agosto de 2014

Calor espeso y vibrante

Hoy me despierto con el recuerdo de un sueño, muy nítido.

Estoy en África, en uno de los países donde el Ébola está atacando fuerte. El paisaje es apocalíptico. Las calles están vacías. La gente, aterrorizada, no sale de sus casas. Es África, pero es mi ciudad, la playa, el paseo, la calle de vinos... pero es África. Las únicas personas que todavía están en la calle son personal de ongs sanitarias. Una de estas personas se llama Laura, es médica, y es completamente encantadora, amable, dulce y serenamente consciente de una trágica verdad: probablemente esté infectada, yo lo sospecho también, de mí misma, y ella lo sabe. Sentimos las dos un calor espeso, vibrante, parecido a los principios de la gripe.

Sus compañeros médicos nos miran con infinita comprensión, solidaridad...e impotencia. Sin atreverse a decirlo, piensan que nos están perdiendo. Laura me coge de la mano. Me dice: vamos tú y yo a descansar, a tumbarnos, a una zona tranquila, vamos a bañarnos en leche. De momento eso, no tengas miedo. Y yo no tengo miedo.

Me despierto antes de tiempo. Mi plan para hoy es ir a la biblioteca a trabajar un poco, a escribir. Me da rabia no haber dormido lo suficiente, y al mismo tiempo, dormir solo cinco horas siempre me dió una lucidez un tanto extraña. Voy directa a la nevera, no siento calor pegajoso ni vibrante, pero me bebo el último medio vaso de leche. Luego enciendo el ordenador, y escribo esto.

lunes, 28 de julio de 2014

Cuando quiera morirme

¿Y qué va a pasar cuando no quiera vivir? ¿Cuando me canse de luchar, de pintar, de escribir, de estudiar, de follar, de beber....? ¿Qué va a pasar cuando quiera morirme y no me atreva? Pasará que no podré hacerlo, que no tendré la sartén por el mango, que cada vez que cierre los ojos y lo piense, veré las caras de todas las personas a las que no puedo hacerles eso. Porque veré su dolor a lo largo de cien años. No porque yo sea imprescindible, sino porque ellas, y ellos, me quieren. Y yo también las quiero. Por eso tiemblo al pensar en el día que no pueda más, y ni siquiera pueda irme.

Hay días que estoy cerca de pensarlo, sólo cerca.
No es justo escribir esto sin explicarme mejor:

 Me cansan los sudores sin fruto
 Me cansa el fascismo
 Me cansa la guerra
 Me cansa la pobreza
 Me cansa la psiquiatría
 Me cansa cualquier comunicación que se frustra por tonterías
 Me cansa verme más cansada cada año que pasa
 Me cansa que la alegría solo sean destellos fugaces, sin mucha consistencia ni mucha continuidad
 Me cansa quejarme cuando todxs estamos casi igual, de perdidxs, de cansadxs...
 Me cansa todo junto y me paraliza
 Me cansa que todo lo que me cansa ya no sea un día suelto, o una mala época, sino que parece que se  vuelve pegajoso, que viene para quedarse

Pensar otra vez en términos existencialistas... buff
Y sin embargo, alguien me cuenta hoy, justo antes de lanzar este texto, que el monográfico de Mujeres y Salud, en el que participé junto a un montón de amigas, está teniendo mucho éxito, con difusión y felicitaciones en las redes sociales, primera tirada agotada... parece poco, pero se parece a la ESPERANZA

miércoles, 16 de julio de 2014

Carta abierta a Carlos Colón

Sr Colón:

   Leído su reciente artículo en el Diario de Sevilla: "Víctimas de la antipsiquiatría", y desconociendo si es usted psiquiatra, comercial de la industria farmacéutica, ideólogo de la Reforma del Código Penal, o ciudadano con mucho tiempo libre, permítame decirle, y no me lo tome a mal, que le noto nervioso.

  Nervioso con la trágica noticia que relata, ciertamente muy triste. Pero nervioso también por tener que incluir la ,palabra "presuntamente" junto a "provocó". y a su vez, ambas cerca de la poco afortunada expresión "antecedentes de brotes psicóticos". Verá, señor Colón, le voy a explicar algo que quizá no sabe, pero que cae de cajón para cualquier persona que piense por si misma: la relación entre brotes psicóticos y violencia, y sólo si la hubiera o hubiese, es una relación de casualidad, no de causalidad. La demostración de lo que acabo de explicarle es fácil, tanto si se ve el tema desde una óptica biologicista como desde una psicosocial, sistémica, psicoanalítica, o la que usted quiera, incluída antipsiquiátrica: si A ("brote psicótico") fuese = B (conducta violenta), entonces todo A sería =  B, todo el tiempo, en todos los casos, siempre, todas las personas, cualquier persona, (¿se imagina? estaría usted agotado escribiendo en periódicos), así sería si hablásemos de una relación de causa-efecto. Pero no. Ergo, insinuar eso es manipular la información (un sesgo de nada).
 
 También le noto nervioso, muy nervioso, con el fantasma de la antipsiquiatría, que parece recorrer Europa, o como mínimo sus insomnios, provocando todo tipo de desastres, incluído aquel que usted relata. ¿Cree usted en poderes sobrenaturales, sr. Colón? ¿Muertos que vuelven de la tumba para perpetrar terribles crímenes? ¿No es susceptible tal creencia de tratamiento psiquiátrico? (Bueno, usted verá, no seré yo quien le recomiende que se lo haga mirar, tengo por costumbre no aconsejar visitas a los psiquiatras). Ese fantasma, del que al parecer hay tantas víctimas ( me sonroja su lenguaje, pero es para que me siga), palidece ante lo que imagino que es la verdadera razón de sus desvelos: no son esos autores, (que también, como precursores) sino otros autores más recientes, vivos, activos, comprometidos con los derechos de las personas diagnosticadas, otras voces, muchas de ellas autorizadas por la experiencia propia de recuperación FUERA de la psiquiatría, movimientos internacionales que empiezan a aterrizar incluso en las mentes científicas de algunos de sus colegas. Y eso debe de doler, me hago cargo.

  Le noto nervioso además porque sabe que usar el sensacionalismo para una pataleta profesional, y por supuesto ideológica, es caer bajo, ser poco elegante, y mucho menos científico. Pero se atreve, lo ha hecho, incluso habrá recibido elogios, pues ahora aténgase a las consecuencias, porque le noto nervioso por hacer historia: un lugar de honor en el museo de la naftalina, de la caspa, del olor a cerrado (como esos manicomios cuya clausura fue "tan mala decisión"), de la corrupción de la ciencia a manos de mercaderes (¿le parece ideológico el neoliberalismo, sr. Colón? ¿y la sobremedicación? ¿y los marcadores biomédicos que nunca terminan de aparecer?), de leyes regresivas, antidemocráticas y anticonstitucionales, como la Reforma del Código Penal que usted parece, con sus palabras, aplaudir con las orejas.(¿Es ideológica esa Reforma, sr. Colón? ¿Es científica, acaso?)

 Por último, le noto nervioso porque sabe que los cimientos de la psiquiatría son endebles, subjetivos, cambiantes con los tiempos, a merced del concepto de normalidad de cada momento histórico (¿ideológicos, quizá?), o más recientemente, del principio activo de moda con su correspondiente campaña publicitaria y "psicoeducativa", siempre en riesgo de perder clientes a medida que estos alcanzan reconocimiento de sus derechos civiles, entre ellos el no ser psiquiatrizados por su condición (¿recuerda cuando la homosexualidad era una "enfermedad"? ¿también fue culpa de la antipsiquiatría que ahora no lo sea? ¿tiene nostalgia, sr Colón?)

 Ay, sr Colón, perdone, me olvidaba del estigma, de las campañas anti- estigma, de las asociaciones contra el estigma, mmm... de las directrices de la OMS, de la Convención de la ONU de los Derechos de las Personas con Discpacidad.... qué despiste.

Me despido ya, no sin antes desearle fama y descanso, en el orden que usted prefiera.

Fdo: Paula, superviviente de la psiquiatría


Pd: Puede usted responderme, si le apetece, abiertamente en la zona de comentarios.





martes, 1 de julio de 2014

Internacional Chaladista en Xixón, Asturies

Pues en esas estamos.

     Acabo de volver de un viaje a Gijón, de la presentación del monográfico especial de la revista Mujeres y Salud: "Las voces que hay que oír. Alternativas a la psiquiatrización" En este monográfico, coordinado por mi buena amiga Patricia Rey, nos hemos juntado personas psiquiatrizadas, profesionales de la salud (psiquiatras y psicólogas), trabajadoras sociales, enfermeras de salud mental, poetas, y un Escritofrénico.

   A través de las personas psiquiatrizadas que colaboran en este número, más que especial,  asoman los trabajos colectivos de Hearing Voices, Xixón Voices, Hierbabuena, Radio Nikosia, Radio Prometea, Las Bucles, o el Movimiento de Defensa de la Atención Pública a la Salud Mental.

  Se organizó, para presentar este monográfico que me atrevo a llamar histórico, sin pizca de exageración,  la primera Xornaina Alloriona: "Onde hai llocura hai enfotu" (Donde hay locura hay esperanza/empeño)  en el contexto reivindicativo del Orgullín del Norte, con referencia incluída en el informativo de la Televisión Asturiana (minuto 21.26, aproximadamente) En esta Xornaina conectamos en directo con Olga Runciman, presidenta de la red Danesa de Intervoice, que estaba, a su vez, participando en Noruega en el encuentro: Beyond the Therapeutic State (Más allá del Estado Terapéutico). A este encuentro internacional de personas psiquiatrizadas y profesionales críticxs, acudieron, entre otros, Robert Withaker y David Mackler, en cuyos enlaces podéis acceder a una parte importante de su trabajo

 Así que estamos de Internacional, y lo de Chaladista va con humor y orgullo, con mucho Mad Pride.
 No puedo irme sin dejaros el enlace para la suscripción a la fantástica revista MyS, que, bajo la dirección de la maravillosa Leonor Taboada, hizo posible este encuentro, el primero de muchos, y sobre todo de muchas.

GRACIAS

domingo, 8 de junio de 2014

Aprendiendo algo de música

Como en su momento estudiar, estar aprendiendo a tocar un instrumento me está ayudando muchísimo a organizarme la cabeza. Para empezar cuento con un profesor de lujo, sin el cual no estaría escribiendo esta entrada (¡Gracias!), así que va para ti, dedicada.

  Me permite experimentar con una serie de sensaciones, o impresiones, tan dispares, y a la vez tan complementarias, como anclaje y vuelo.

Anclaje por la técnica. Hay que practicar (bastante, mucho, muchísimo), y eso implica:
  - Repetir, probar y volver a probar
  - Memorizar, y no solo notas o posiciones, también movimientos, sonidos...
  - Encauzar y estructurar, darle sentido a la relación entre teclas, notas, tiempo...
  - Enfrentarse con la frustración y la limitación, en un entorno seguro

 Vuelo por las posibilidades infinitas
 - Aprender (con el vicio que yo tengo...)
 - Improvisar
 - Sorprenderse
 - Descubrir
 - Grabarse
 - Tocar con otras personas
 - Escuchar la música de otra forma
 - Querer más todo el rato
 - Ponerse a prueba
 - DISFRUTAR

Así que voy a seguir otro ratito, hasta otra.

domingo, 1 de junio de 2014

Aprendices de brujxs

  "De ahí que, cuando el brujo se expresa por medio de nuevas metáforas, como sucede casi siempre, está generando nuevas realidades simbólicas. Está conectando conocimientos antiguos con actuales, está readecuando su concepción profunda de la realidad a los cambios de su entorno y de su mismo ser. En el campo de lo biológico, se puede afirmar que se está hablando desde un substrato neuronal específico. Una aportación realizada en los últimos años por parte de las investigaciones en neuropsicología permite afirmar que la producción y la comprensión de las metáforas tiene un pie anclado en ciertos procesos cerebrales particulares, con los que el brujo, al expresarse de forma metafórica, está activando ciertos circuitos neuronales específicos que otras personas probablemente no utilizan con la misma intensidad"

Fericgla, J.Mª, Los chamanismos a revisión, (p.97)

  ... en cualquier caso, lo que caracteriza a las culturas chamánicas es el estilo cognitivo, la consciencia dialógica, que va más allá de la que establece el chamán en el interior de su mente, aquella que le permite dialogar con su subconsciente sin perder la consciencia de si (sin volverse loco, para entendernos),  extendiéndose al estilo cognitivo de toda la comunidad. En este punto, y sigo con Fericgla, a lo largo del siglo XX se han realizado múltiples investigaciones tratando de definir la naturaleza del chamán. Como resultado de ellas hemos ido tildando sucesivamente a los hechiceros de histéricos, psicóticos, esquizofrénicos, embaucadores, seres excepcionales, sabios y última esperanza de la humanidad...Objetivamente, el epíteto ha dependido de la época y de la persona que adjetivaba la figura del hechicero; dice más del emisor del juicio que de la naturaleza real del brujo (p.51)

  Y ya casi para terminar...El estilo cognitivo propio de los chamanes amplía la realidad-como mínimo-a dos dimensiones sincrónicas: la física u ordinaria, y la dimensión mágica, onírica, simbólica o alternativa que da coherencia y sentido a la primera. El mundo chamánico se construye basándose en los procesos mentales dialógicos, de conversación consigo mismo. La mente habla consigo misma, el sujeto oye varias voces discutiendo entre sí dentro de él mismo, observa la guerra civil interior que todos albergamos pero, como antes hemos comentado, mantiene plena consciencia de la situación. (pag. 94)

  Dicho así, no parece para tanto. Pero claro, hay que darse cuenta primero de que la ciencia occidental es también producto de otro tipo de consciencia dialógica de la que no están ausentes las metáforas. Sería imposible hacer ciencia sin recurrir a ellas, y sin embargo, qué neura con la objetividad, precisamente para alejar toda sospecha de que la intersubjetividad (y la ideología, y la pasta) pueda estar actuando también en el proceso de construcción del conocimiento científico occidental, ese que mira por encima del hombre, perdón, del hombro,(y ya no digamos de las mujeres) a las culturas llamadas primitivas. Dicho lo cual tengo por objetivo, para el sueño de esta noche, descolonizarme (un poquito más) la cabeza. Quizá mañana me quite también un poco de peso materialista, para seguir volando a gusto, o a disgusto, que para ser sincera, nunca se sabe.


domingo, 18 de mayo de 2014

Quinientas entradas de rabia y amor y un epitafio


La rabia es tanta que me mueve sin descanso todos estos años

Pero el amor lo llena todo de luz, y es infinito



jueves, 10 de abril de 2014

Entrada 499

Porque no hay nada que celebrar

  Tengo un enfoque psicosocial atravesado en la garganta. El de imaginar a un psiquiatra honesto que dice: "Yo sé que tus males no tienen un origen genético ni biológico, pero lo único que puedo hacer, con los recursos de que dispongo, es recetarte pastillas". El de lamentarme y desesperarme y solidarizarme con las víctimas del TAI en EEUU, ese TAI recientemente aprobado, en todos los estados a la vez, porque cuando se ponen de acuerdo, nunca es para nada bueno. El de indignarme y horrorizarme por las 17 vidas perdidas en Japón, (esas que ya no valian nada porque total, eran enfermos mentales, ¿no?) debido al inyectable  Xeplión, el producto estrella de la Janssen. (17 muertes, ¿cómo pudo llegar a 17? no lo entiendo, no lo entiendo y no lo entiendo). El del fascismo que avanza, robando todas las esperanzas de una vida digna, si es que nos quedaba alguna.
 
  Tengo un enfoque psicosocial atravesado en la garganta, que me roba la alegría, y el placer, y las ganas de estudiar. El de pensar que da igual lo que se haga, porque lo queda por hacer es siempre un infierno de dimensiones incalculables. El que me hace despertarme a veces triste, a veces de mal humor, pero siempre sin ganas de salir ahí afuera, aunque finalmente salga porque me lleno de compromisos para tener que salir, precisamente. Y por suerte, todavía pasan cosas que hacen que valga la pena haber salido.

  Tengo un enfoque psicosocial atravesado en la garganta, que tiene que ver con la maldad, con la ignorancia, con el poder del dinero o de la autocompasión, con escuchar el discurso del opresor en boca del oprimido, y con no saber ya cual es mi lugar en medio de todo esto, si es que hay alguno.

 Me estoy curando de mi enfermedad mental, compuesta de optimismo patológico, manía autoinducida y reservas de esperanza para repartir como si fueran caramelos. Y la Salud Mental, en este caso como en tantos otros, una vez más, es una decepción.

 Termino con un enfoque Mad Pride: enfermar de nuevo cuanto antes.

martes, 18 de marzo de 2014

SANGRE FUCSIA

Sangre Fucsia es el nombre de un perfil de redes sociales, vinculado a Feminismos Sol. Esta semana nos han hecho un regalo, a las mujeres psiquiatrizadxs, y a todo el mundo, en realidad. Un programa de radio curradísimo, riguroso, muy bien producido y desarrollado, con un tema central: Feminismo y Salud Mental.

Sin complejos, sin casarse con nadie (no esperábamos otra cosa ;)), con honestidad, con una buenísima selección de textos, música, fragmentos de películas, diarios, blogs (incluido este, agradecidísima por cierto  por la sorpresa de "escucharme" por la radio, sin esperármelo). En fin, que sobran las palabras...mejor escucharlas YA!!

 Feminismo y Salud Mental 

Espero comentarios, por favor.

lunes, 17 de marzo de 2014

Diagnóstico y actividad intelectual/laboral.

El activismo en salud mental tiene muchas caras, y las voy descubriendo a medida que pasan los años.

Quizá lo mejor de toda esta aventura es aprender a comprender a las personas, pero sobre todo, creer en ellas, aún cuando a veces ellas no creen en si mismas, o no del todo. Los discursos psiquiátricos le han metido a muchas personas en la cabeza una cantidad indecente de límites que funcionan como una profecía autocumplida. Hay un tipo de límites que me molesta especialmente: los intelectuales. En nombre de proteger al "paciente" del estrés que pudiera "desencadenar una crisis", se les aboca a actividades de poca o nula exigencia intelectual, aún cuando la persona tenga un nivel formativo (previo al diagnóstico) alto o muy alto. En el fondo, da igual el nivel educativo previo, existen programas para incorporarse a la universidad a cualquier edad, y cualquier persona puede tener esa inquietud en algún momento de su vida, independientemente de su formación previa. En concreto, hace poco hablaba con un amigo, licenciado en filología, y al que el diagnóstico le pilló haciendo el doctorado. Me contaba que la psiquiatra le había dicho que si quería seguir estudiando, se orientase mejor hacia algo práctico, de menor exigencia intelectual, por aquello de "no estresarse", pero sobre todo, me contaba que esa psiquiatra le había transmitido desesperanza, lo que popularmente se llama "no dar un duro por ti".

  Como he contado alguna vez por aquí, estudiar me sienta estupendamente, y no se me da mal. Que sobrevenga una "crisis" mientras se está estudiando puede implicar moderar el ritmo durante un tiempo, o incluso perder un curso escolar, pero nada más, y no de forma diferente a romperte una pierna a final de curso, y que el resultado sea el mismo. Pero de ahí a responsabilizar a la actividad académica de la crisis va un trecho.(Además, y ya poniéndome picajosa, no casa con el paradigma biologicista: si es tu cerebro, ¿cómo van a ser los estudios?) ¿Habrá algún oscuro interés social, económico o político, para que las personas con diagnósticos psiquiátricos no ocupen determinadas profesiones, determinados cargos? ¿Resultará más práctico, y mucho más rentable, que estén disponibles como reserva de trabajadores no cualificados, listos para encargarse de tareas de poca o nula cualificación profesional, equiparable al salario?

 Evidentemente no a todo el mundo le gusta estudiar, y resulta tan digno ser jardinera como ser profesora, pero no deja de ser mosqueante que la proporción de personas con diagnósticos dedicadas a la jardinería, el catering o la limpieza sea abrumadoramente alta, y favorecida además por ser estas las actividades que suelen ofrecerse en las bolsas de "empleo protegido". Que no me digan a mi que no es un fenómeno estructural, y que no recuerda poderosamente al fenómeno, también estructural, de feminización de la pobreza. Tampoco me suena, ya que estamos, haber oído hablar de servicios de orientación laboral gestionados por personas con diagnósticos. Sé que entre las personas diagnosticadas hay licenciadxs en todo lo que nos podemos imaginar, pero de alguna forma, todo el mundo siente, una vez que ha sido "agraciado" con el pack  diagnóstico+pastillas, que su vida ahora es otra, en todos los sentidos, que vale menos, que ya no podrá trabajar, que no está recicladx, que no debe estresarse.... Y los que logran sobreponerse a estas profecías autocumplidas, e incorporarse, o seguir incorporados, al mundo laboral ordinario,  lo hacen a costa de ocultar su diagnóstico en ese ámbito, prevención totalmente comprensible, pero que por otra parte invisibiliza su presencia en estos ámbitos laborales "no protegidos".

 Por otro lado, este panorama socio-laboral contrasta con el mantra de ciertas campañas "anti-estigma":
                           "El enfermo puede llevar una vida normal tomando la medicación".

¡¡Genial!! Entonces, ¿Es "normal" dejar tus estudios? ¿Es "normal" meterte a jardinero o ayudante de catering cuando tu profesión es ser matemáticx? ¿Es "normal" que la misma persona que te pone el diagnóstico y te receta las pastillas te disuada de tu vocación académica o laboral de un plumazo? ¿Hay una "normalidad" especialmente reservada para personas con diagnósticos que no se parece en nada a la "normalidad normal" del resto?

  A finales del mes pasado, en Madrid, tuvieron lugar las Jornadas de Contrapsicología y Antipsiquiatría, en las que tuve el honor y el placer de ser invitada a charlar por L-Mental, el colectivo organizador. En ellas, Laura Martin, de La Revolución Delirante, comentaba que, si antes los muros que nos encerraban eran físicos, los muros del manicomio, actualmente son simbólicos: el diagnóstico. Porque, evidentemente, el diagnóstico no es una entidad física, sino ligüística, es solo una forma de nombrar, un acto performativo (porque te nombro con un diagnóstico, existes como diagnosticadx) Y sin embargo...¡¡cuanto poder!!, ¿no?

 Entonces, una batalla posible es renombrarnos, a nosotrxs mismxs, con nuestras propias palabras. Renombrar lo que sentimos, lo que hacemos, lo que queremos hacer, lo que nos resulta fácil y lo que nos cuesta, pero sin perder de vista que, al nombrarnos como muros, nos encerramos en ellos.

jueves, 27 de febrero de 2014

Semana meiga

Siempre que lo necesito, mi delirio preferido viene a echarme un cable, a conectarme, con esa extraña mezcla de dolor y electricidad que se transforma en otra cosa, en algo con lo que poder empezar a pensar en reconstruirse, y llorar bajito, acompañadxs. 



(- Y tú, ¿le temes a Chuky?
- ¡No!¡Yo no le temo a nadie! ¡Ni a Malamén!
- ¿Quién es Malamén?
- No lo sé, pero siempre que rezaba decíamos al final "Y líbranos del Malamén")

viernes, 7 de febrero de 2014

Joan García, compañero de Radio Nikosia, amigo, que este viaje te sea leve.

Cuando te conocí en el seminario de Lanzarote, hace más de dos años, ya no hablabas. Con palabras audibles, porque tuvimos conversaciones apasionantes con los ojos, con los gestos, con los papelitos... Ya estabas enfermo, y aún así, lo que más recuerdo es tu cara feliz en el coche, recorriendo la isla con el calorcito del sol. Y los abrazos que nos dimos, y la fuerza que me diste, y la pulsera que te pinté, y los emails...

Ahora estoy muy triste, quisiera verte, verte, verte, verte otra vez. Ya no voy a verte con los ojos abiertos, ni tocarte, pero sé que voy a verte muchas veces más, que vendrás a verme en cualquier momento, en cualquier situación. Unas veces me hará llorar, otras reír, y casi todas luchar, seguir tu ejemplo enorme.

Hoy brindamos por ti en Radio Prometea, y me faltaban las palabras.
El resto del tiempo que nos quede, va a ser todo el rato en tu memoria.
E imagino que estás conmigo en un bar, y que hablamos de locura y derechos humanos, hasta el amanecer.

jueves, 6 de febrero de 2014

De verdad te lo juro osea. (Lo empiezan a decir hasta en las revistas especializadas, fíjate)

Que sí... que de todas las personas que conozco con diagnósticos de TMG (lagarto, lagarto), están mejor las que no toman antipsicóticos.

Por varias razones:

- No sufren los efectos secundarios de los antipsicóticos, y es todo un descubrimiento volver a sentir un montón de cosas, a veces tan básicas y necesarias como reirse o tener un orgasmo
- No sufren ni han sufrido síndromes de abstinencia que les hayan provocado ingresos porque los han dejado poco a poco.
- No están desinformadas en relación a "lo suyo" porque precisamente han tomado esa decisión por estar bien y suficientemente informadas
- Son muy conscientes de que la suya es una decisión valiente, en contra del discurso machacón e interesado de la mayoría de psiquiatras, que no suelen estar por la labor de ayudar en ese proceso.
- Esa consciencia hace que se informen muy bien sobre alternativas si reaparecen los sintomas, y sobre  procesos y posibles efectos de la reducción, para adelantarse y tener recursos si aparecen.
- Tienen una buena red afectiva, de amigxs, familiares, que les acompaña y apoya en su decisión, que están cerca emocional y físicamente, y que se ofrecen a ser consultados, visitados, llamados, etc, en cualquier momento.
- Se cuidan más y mejor que cuando estaban medicadxs, precisamente porque ya no se fían de los profesionales, puesto que les negaron apoyo para empoderarse de esa forma.
- Es más habitual que estén en contacto con otras personas que pasan o pasaron procesos parecidos, reforzando las redes de ayuda mutua, el intercambio de información y el asociacionismo. Un ejemplo conocido, a nivel internacional, es la red Hearing Voices, actualmente en construcción por estas tierras.
- Se han perdido el miedo (Están deconstruyendo el autoestigma)
- Porque saben que recuperarse no es estar siempre bien (eso es una utopía para cualquier persona, con diagnóstico o sin él), sino tener conocimiento, confianza y apoyo para cuando se está mal.
- Porque ya han perdido demasiado tiempo de sus vidas drogadxs, y el que queda lo quieren aprovechar bien.
- Porque al dejar la medicación recuperan energía, y concentración, y otras capacidades que les hacen emprender proyectos vitales con ilusión, con ganas...y buena compañía.

lunes, 20 de enero de 2014

INMMUNITY (John Hopkins)

(El título es la música que escucho mientras escribo lo que viene a continuación)

Pero está claro que no somos inmunes, a nada en absoluto. Por más años que cumplas, por más que creas conocerte, todo vuelve a romperse en cualquier momento, por cualquier tontería. Y entonces es posible que te enfades contigo misma, ¿por no ser inmune?. Menuda tontería, claro que no somos inmunes. Pero jode verte descontrolada, diferente a ti misma, autoextrañada, sin recursos para volver, aunque sólo sea durante un rato. Todo tiempo así, por más breve que sea en realidad (¿una hora es mucho?, ¿una hora y media?), se vive como un fracaso, sobre todo si implicas a otras personas, si de alguna manera pretendes repartir ese fracaso entre las personas a las que más quieres, obligarles a que sepan que estás fracasando, y en cierta forma ellas contigo, porque no puedes contigo, porque no te entiendes, porque no sabes lo que quieres ni lo que te pasa. Pero te mueres de dolor, el dolor que produce que vuelvan dolores antiguos, sin haberlos convocado, no conscientemente al menos.

Y es peor si parece la ira, el veneno, para dar forma al grito estrepitoso de lo que no funciona bien, que probablemente no sea culpa de nadie, ni siquiera tuya. Porque la culpa es una construcción social que lleva demasiados años ahogándonos en piscinas absurdas, imponiéndose y retorciéndonos los nervios hasta que los perdemos. No te quiero ni contar si eres una mujer, y la culpa tiene que ver con no saber manejar tus propios sentimientos, nada más, y nada menos. Con no conocer tus deseos, o no saber comunicarlos de una forma...¿tranquila? ¿razonable? Con suponer que los demás son adivinos, y que entonces deberían saber cuándo necesitamos un abrazo, o no dejarnos solas cuando no nos conocemos, no importa si dura una hora, o un día.

Decía Andrea Nicki que necesitamos una teoría liberadora para las personas diagnosticadas que lo sea también para las personas que no lo están. Que avance hacia un paradigma de humanidad menos rígido, menos autocontrolado, menos obligado a la sonrisa perpetua y la alegría contagiosa, o la eficiencia sin fisuras, o la fortaleza a prueba de dolores antiguos, o recientes. Una propuesta  e invitación a una vida psíquica, y expresión de las emociones, menos dependiente del ideal burgués de respetabilidad y mesura, asociado al buen desempeño profesional, impecable, de quién no tiene de qué quejarse. O si tuviera o tuviese la tentación de hacerlo, que sea en un espacio privado, invisible, donde pueda ocultarse la vergüenza de no haber sabido estar a la altura. Porque no estar a la altura es imperdonable, mostrarse pequeña y vulnerable es imperdonable. "Háztelo mirar, ahora hay unas pastillitas que..."

Pero somos una mezcla desequilibrada de cultura, animal y cuentas pendientes, a veces a favor, otras en débito. Y para soportar todo cuando no encajan las partes sólo se ha  inventado, y ganando terreno cada vez más, una pseudociencia pseudomédica que no alcanza más que a proporcionar drogas para sustituir unos dolores por otros, unos que hacen ruido y piden a gritos espacio y explicaciones, y abrazos, por otros que reclaman "compensaciones" al abrigo de la bata blanca. Alguna razón tiene la química en todo esto: siete horas sin fumar, unas hormonas tocapelotas, unas ganas enormes de despistarlas con alguna otra sustancia, una copa de vino, una pastilla para dormir... me pone los pelos de punta cuando le cuento a alguna persona diagnosticada y medicada que yo no tomo antipsicóticos, ni voy al psiquiatra, y me mira con preocupación, y me pregunta ¿y no te descompensas? ¡Claro que me descompenso!, la vida es una descompensación desde que empieza, demasiadas veces se tiene la sensación de que nada funciona, de que nos engañaron en todo, de que como decía una viñeta en las redes sociales: "La paz social son los padres". Lo extraño es que haya calado esa ideología de la compensación para definir cierta apatía mental producida por las pastillas que sólo con muchísimo miedo en el cuerpo puede confundirse con "estar compensado" ¿Compensado de qué? ¿Compensado por quién? ¿Compensado con qué? Es importante notar la resonancia económica de la palabrita, originada en el mundo de los negocios y la economía, el único que existe y que nombra todo aquello que merece ser nombrado, perdón, que COMPENSA ser nombrado.

Escribir es una rebeldía muy accesible, de andar por casa, y, en el ámbito estricto de la economía doméstica, compensa mucho más. Tiene peligros también, porque aquí nada es gratis, y hay que andarse con cuidado si no queremos caer, y quedarnos, en el discurso de la confesión, para el que hay toda una tradición literaria, y para el que Foucault tenía una teoría: la confesión, explica, es el sustituto biopolítico de la  represión, es la represión interiorizada que reclama exposición al juicio, orientada a la absolución, o el castigo, o el diagnóstico, o los buenos consejos. Interiorizada como el patriarcado, que no deja de enfermarnos con exigencias, sospechas, estereotipos, y en sus peores caras, violencia, que no necesita ser física para que nos haga gritar que nos dejen en paz con sus puñeteros rollos de los roles de género, del cerebro masculino y femenino, los mapas y los cazadores y la épica y las princesas y el desconocido que te regala flores (qué miedo, ¿no?) Interiorizada como la culpa. Llevamos dentro nuestras propias cadenas, nuestro autocontrol, nuestro peor juez y parte. Porque tenemos pareja o porque no la tenemos, porque tenemos hijos o porque no los tenemos, porque nos depilamos o porque no, porque

límpiate los dientes
lávate los pies
cósete el jersei
píntate las uñas
cámbiale las pilas
cómete los mocos
bébete la espuma
cásate con ella
cásate con ella
cásate con ella
toma precauciones

van a por nosotros

piensa en tu futuro

van a por nosotros

las hordas internacionales de madres, y delegados, y funcionarios, y chinchillas, y hurones moralistas que desean llevarte cogiditos de la mano a la jubilación

bébete el jarabe
cómprate un buen coche
deja de fumar
no juegues a eso
cambia de trabajo
méjora tu imagen
vete a por las gafas
cósete la manga
cósete la manga

van a por nosotros

con sus pies de rey, y sus escuadras, y sus cartabones, y sus reglas, y sus compases, y sus trajes de domingo

péinate los pelos
limpia tus zapatos
huele a gasolina
di que sí a tu jefe
mira las noticias
no duermas la siesta
deja esa sonrisa
siéntete culpable
acábate la sopa
acábate la sopa
acábate la sopa
hazte responsable

van a por nosotros

se acabó la juventud, basta de holgazanear, hay que concienciarse, viva el complejo de edipo
¡viva! ¡yo tengo la culpa!

paga tus facturas
traje con chaleco
duerme con pijama
santifica el lunes
funda una familia
por qué no adelgazas
vaya facha traes
lávate las manos
píntate los labios
¿pórque dices eso?
¿pórque dices eso?
¿pórque dices eso?

todo está ya escrito

van a por nosotros

édison
y wásington
y énstein
y freud
y humer
y kénedy
y lluis llach
y newton
y copérnico
y von brown
y don santiago ramón y cajal...van a por nosotros

por nuestros pecados
por nuestros pecados
por nuestros pecados
por nuestros pecados
van a por nosotros

cada año más cerca, cada día más claro, cada sorbo más, cada recuerdo más lejos, van a por nosotros, van a por nosotros, van a por nosotros, van a por nosotros...a por nosotros TODOS.

(Accidents Polipoétics, Van a por nosotros, 1995
http://www.youtube.com/watch?v=RBLOs93IJbw)

¿Compensada, dices?





jueves, 16 de enero de 2014

Robert Whitaker: The Boss

Robert Withaker, fundador de Mad in América, aliado sin parangón en nuestra lucha contra la pérfida industria farmacéutica y sus mentiras y manipulaciones. Imprescindible para locxs, familias, profesionales...
Si estás tomando mediación, échale un vistazo y reflexiona cómo la estás tomando, qué cuento te han colocado, que opciones alternativas te han dado, qué te han dicho si alguna vez has pedido reducirla o que te la quiten. Si vuelves a tener la misma conversación, es posible que después del ver el vídeo tengas más argumentos.



miércoles, 8 de enero de 2014

RECUPERACIÓN

¿ Qué podría ser la recuperación?

¿Dejar de tener síntomas?
¿Tener recursos propios para relacionarse con ellos de una forma no traumática?
¿Dejar de sentirnos enfermxs?
¿Olvidar el autoestigma?
¿Tener trabajo?
¿Estar estudiando?
¿Celebrar la amistad y las redes de apoyo sólidas?
¿Formar parte de un proyecto para construir redes de apoyo sólidas?
¿Ser críticx con todo lo relacionado con el diagnóstico y la psiquiatría?
¿Relativizar los problemas?
¿Desdramatizar?
¿Enamorarse?
¿Cuidar a otras personas?
¿Confiar en lxs amigxs?
¿Confiar en nosotrxs mismos?
¿Olvidar la palabra "alarma"?
¿Olvidar la palabra "recaída"?
¿Dejar de hacer de policía de nuestros pensamientos?
¿Distinguir ciencia de propaganda?
¿Enredarse con otras personas para construír apoyo con nuestros propios criterios?
¿Solidarizarse contra todas las formas de opresión?
¿Preguntarse qué podría ser la recuperación?