martes, 28 de mayo de 2019

Tú lírico

Me llena de sorpresa la playa que es tu ausencia,
sin plásticos ni conchas,
sin fiebre.

Tu distancia sin precio,
sin tiempo,
esa idea clara
de duelo tierno.

(Y si te encuentro,
tomaría dos vinos,
uno de risa,
otro con miedo
de cómo prendes la letra
hecho un incendio).

¿Te reconoces en los pájaros?






















Buda se fue a por tabaco

Cortar de raíz los deseos, a katanazos. ¿Eso cómo se hace?

lunes, 27 de mayo de 2019

Platón como bajón.

Por mucho que se sientan en el cuerpo, los celos no dejan de ser expresión fisiológica culturalmente condicionada de un idealismo nada simpático. Idealizamos a la persona con la que pensamos, erróneamente, que competimos. La pongamos en un pedestal o la demonicemos, no dejamos de idealizarla, en ambos casos. Competición = guerra, Platón en sus horas bajas. (Perfección, superación...bla bla bla) Que no me digan que el platonismo, y más aún el neoplatonismo, no engendran el amor romántico, principio rector de la miseria relacional moderna.

Uno de los mejores profesores que tuve, de crítica literaria, nos contó un día una bonita historia: Somos como cuerpos geométricos multidimensionales flotando por el espacio que es la vida. Como tales, tenemos caras diversas, como las otras, que también flotan. Algunas de nuestras caras coinciden con algunas de las tuyas, de las suyas...y de esas coincidencias nacen amistades, amores, otras amistades. ¿Acaso podríamos pretender que todas y cada una de mis caras coincidiesen con las tuyas, con todas las tuyas, y con las de nadie más? Flotando giramos, y nuestras caras múltiples van encajando entre sí, puntual, caprichosa, intermitente-mente.  Si hay repetición en la intermitencia, si la repetición engrendra encuentros de caras nuevas, tenemos suerte. ¿Qué otra cosa podría hacerse con la suerte, sino cuidarla como un jardín?. Nunca colonizarla.

Otro profesor, al que me gusta llamar Hora (como el maestro de Momo), me vio dibujar un día, en su clase de Bellas Artes (me dejaba ir de oyente, como parte de un viaje existencial). Mi dibujo, inquietante y elocuente, debió de invitarle a hablar. Le hablaba entonces a mi locura desnuda, en aquella clase que recuerdo como un sueño. Hablaba de la ruptura del equilibrio, hablaba de salud mental mucho antes que yo misma. Del ruido interior, de la arquitectura interior, de cuando se volvía fálica (interpretación personal) y entonces algo vertical, muy vertical, lo que quiera que fuese, sobresalía insolente por encima del paisaje. Algo que rompe y ocupa demasiado espacio, que condiciona el mirar como un dogma violento. Sobresale y deja lo demás en sombra. Todas las otras caras del poliedro en sombra. Así hablaba él con mi dibujo, y no me creía capaz de olvidarlo, hasta que lo olvidé, por algún tipo de vulnerabilidad sobrevenida, pasto fácil de resplandores con más ingenio que corazón.

Aún así, siempre hubo jardines que cuidar. Por eso escribo, para cuidarlos y disfrutarlos.

jueves, 23 de mayo de 2019

Gracias

Me traes de Jordania una lámpara maravillosa,
ya no tengo que elegir entre iluminarme y pedir deseos.
Así da gusto cumplir años.



lunes, 20 de mayo de 2019

Asomo

Una empieza situándose en los impedimentos para ser artista, sin voluntad de inventario pero terca. Vuelve a ser por la mañana, llegan recomendaciones que aceleran el tic tac y otra vez aquí con el teclado. Alguien que cuenta al tiempo que se encierra en la emoción, algo difícil. Los afectos revolucionarios lo son por el cuidado, y yo tengo tanto cansancio de las guerras... aunque por supuesto que era una gran manzana sabiendo que no íbamos militarizadas. No, nada de ponerme triste, tengo vicio de la melancolía pero me estoy quitando, por eso esto.

Si el arte fuera tormenta....pensarlo así me da la risa. ¡Yo lo que quiero es reírme! ¿Entonces qué podría ser? Pregunto porque ando fatal de esencialismos.



 

lunes, 13 de mayo de 2019

Por la mañana.

Y aún cando llegaron las iluminaciones siguieron siendo efímeras como tú como yo como cualquiera. Se trata de saber, y nunca es fácil para los hemisferios desencontrados, da igual si hay diagnóstico de loca, funcional o altas capacidades. Ya entrando en el territorio de los afectos la complejidad se multiplica en grumo con las vastas idealizaciones de los cuerpos hambrientos. No hay forma de parar porque hay compromiso con los afectos más o menos estables, aunque ciertos como el olor de cualquier fruta.

No pudiendo parar se intenta en cambio corresponder a expectativas que ya no son propias, o que apuntan cierta firmeza para desahogar a quien sufrió, y mucho, por cualquiera de los desvaríos. En esta encrucijada se negó el cuerpo a abandonar el único anclaje con la indiferencia, la cama con los gatos, no pudiendo ser más imposible la negación por lo anteriormente mencionando.

Muy quieta y con la cabeza en blanco, salí a respirar alguna novedad microcentesimal, alguna letra, algún tipo de ansiedad desbloqueante del miedo al bloqueo que produce la ansiedad. No pasa nada si no la encuentro, qué va a pasar, salvo quedarme quieta, un poco más quieta todavía para encontrar algo parecido a tocar fondo en la parálisis. Parecido también a todo lo que no hice por miedo. Nada ni nadie va a venir a rescatarme, eliminando por fin y para siempre la narrativa perversa de la salvación.

Y ahora, eso. Tampoco el rollo de la consciencia aporta nada excepto la autocomplacencia de la búsqueda espiritual al servicio del rendimiento del proyecto yo-yo.

Desde aquí ya se puede viajar a cualquier sitio donde no haya más verde que el que arde, y mira tú bien a ver si quieres pagar el precio de las quemaduras. Una variante psicológica de la pobreza energética. Ya medirás, amor, ya me dirás. Amor como recuerdo lejano del inventario de euforias descalificadas, no sabiendo muy bien quién ayudó a descalificarlas, ni a quién servía, ni cómo pude permitirlo. Así la crisis. Cumplir años como muescas en el polvo.


viernes, 3 de mayo de 2019

Querida soledad

Gracias por tanto. Por los aprendizajes, por las reconciliaciones, por el placer, por el entusiasmo, por las reflexiones. Gracias por llevarte la euforia, el miedo, la angustia, la dependencia emocional, las malas costumbres, las abnegaciones. Gracias por traerme de vuelta, sana y salva. Nos esperan muchos años juntas, y sé que no tendrás celos de ninguna persona que venga a compartirte, porque estarás ahí para acompañarme cuando esa persona se haya ido, sea para volver, o no.

Gracias por las lecturas, por la música, por los paseos, por las películas, por la playa y los trayectos en tren, por el paisaje tranquilo que dibujas ahora que somos tan buenas amigas. Gracias por la pintura como ritual y exploración segura de las emociones difíciles. Gracias por no dejarme sola. Por ayudarme a mantenerme firme en mis decisiones, por no permitir que me haga daño. Gracias por cuidarme de esta forma tan bonita y tan desconocida.

Prometo no decepcionarte, a pesar de saber que tu confianza en mí es enorme, y que tus expectativas son altas, aunque no urgentes. Gracias también por eso.