domingo, 28 de octubre de 2012

El peligro de una única historia

Cuando vi este video de la escritora Chimamanda Adichie, pensé que era un material audiovisual fantástico para romper prejuicios, mediante el relativismo cultural, mostrando al mismo tiempo cómo se construyen y manifiestan las relaciones de poder a la hora de contar historias.

http://www.ted.com/talks/chimamanda_adichie_the_danger_of_a_single_story.html


Al poco tiempo, ya lo estaba relacionando con las historias que se cuentan sobre nosotros los locos, desde el momento en que nos llaman enfermos mentales y todo se convierte y se reduce, por arte de magia, a un asunto médico. Una vez que se pronuncia la palabra mágica, "enfermos", se vuelve obligado hacer propaganda de los productos farmacéuticos, de la necesidad imperiosa de consumirlos día a día al dictado de la autoridad competente para vigilar su estricto cumplimiento, como si fuera una pena sin delito previo. A partir de ahí, nos acostumbran a que cualquier historia sobre la locura se convierta en una historia sobre la "enfermedad" y comience invariablemente con esa publicidad subliminal, y no tanto, sin la cual parece que no hay historia posible.

Hay muchas otras historias, pero siempre nos cuentan la misma.
¿Se ve el poder, o la cuestión médica consigue enmascararlo?
¿Será la cuestión médica entonces el lugar del poder?
¿Puede una historia de empoderamiento, nacida para nadar contracorriente, comenzar el relato asumiendo el discurso del poder?

(Con esto no quiero decir que la medicación no pueda tener sentido en ciertos contextos, pero que se convierta en el "erase una vez..." obligatorio no parece que refleje la diversidad de la experiencia de la locura, ni la diversidad de las formas de vivir con ella. Dicho esto, os propongo que os fijéis en cualquier campaña contra el estigma, a ver cuanto se tarda en encontrar este discurso. ¿No es peligroso  entonces contar una única historia? ¿Se está realmente combatiendo el estigma con esta historia de enfermedad? ¿Qué lugar deja para la autonomía, el criterio propio, la toma de decisiones? ¿No son estas "historias contra el estigma" una forma de estigmatizar a quienes no cuentan la historia única?)

sábado, 27 de octubre de 2012

Microeventos

A lo largo del último año, o de los dos últimos, aquello que yo llamaba pensamientos delirantes suceden sólo en momentos concretos, y ya no los asocio con la idea de pasarme un mes sumida en ellos. Con el paso de los años, la opción "diagnóstico de esquizofrenia sin medicación" se asienta como cierta y recomendable (siempre que se acompañe de conocimiento y buena compañía). La contrapartida es que ocupa menos espacio mental para escribir este blog, que me quedo sin contenido, básicamente, y empieza a parecerme ridículo pensar en hablar de cómo gestionar pensamientos delirantes que sólo duran media tarde, o dos horas, pequeños eventos sin importancia, microeventos.

Aún así, insisto: lo primero es reconocerlos como tales. Esta sensación de que todo puede empezar a ponerse mágico, como colocada pero sin haber tomado nada, que mola si no fuera porque no es conveniente dejarla a su aire, que luego se instala y coge confianza, y en cuanto coge confianza puede confundir al más entero. Así que de eso nada. En su lugar un tiempo con una misma, a poder ser bien acompañada al mismo tiempo, escuchando música que permita canalizarla, que permita desarrollarla en su modo más conscientemente simbólico, sublimante, en diálogo con esa magia de la que no se quiere abusar, sólo aprender, dejándola en un chispazo, en una promesa de todo lo que somos aún con ella, o a pesar de ella, pero siempre sin dejarla ser condición sine qua non para cualquier cosa que en algún momento lejano decidimos concederle: más creatividad, más lucidez, más atrevimiento, más seguridad. Porque si hacemos memoria, en diferentes grados, todo eso estuvo siempre cuando llegó su momento, antes y después de conocer el delirio, así que no es el delirio causa ni condición necesaria. El delirio es sólo recuerdo de una enorme capacidad para sentir intensamente, para mezclar posibilidades, para abrir caminos en el tiempo y las proyecciones, para volar un poquito cuando la materia duele. A veces la materia duele mucho, por sórdida, gris e incomprensible. Cuando la materia duele, el delirio se presenta como analgésico, o estimulante, de alcance incomprensible, con riesgo de adicción o sobredosis, quien lo probó lo sabe. Y ha de saber también de sus peligros y sus logros, es cuestión de justicia. Es cuestión de diversidades, algunos de nosotros sólo somos diferentes porque decidimos contarlo. El resto del tiempo, performamos la cordura con éxito inexplicable.

jueves, 25 de octubre de 2012

No puedo porque no quiero

Me gustaría decir "No puedo, debido a mi enfermedad", hay días en que me gustaría mucho decirlo, pero estaría mintiendo. Siempre sé por qué no puedo, y nunca tiene nada que ver con estar enferma, porque no lo estoy.

Me gustaría decir "No puedo, porque son muchas cosas", pero no sería honesta, puesto que nadie me obliga a meterme donde me meto.

Me gustaría decir "No puedo" y punto.
Pero siempre querría decir "No quiero"

No quiero porque no me compensa
No quiero porque no vale la pena
No quiero porque no me lo creo
No quiero porque no me da la gana de querer
No quiero porque no me da la gana de ponerme en el lugar de los demás
No quiero porque prefiero hacer otra cosa
No quiero porque no tengo razones para querer

Así que casi siempre tengo razones para querer poder, y si no las tengo, me las invento.

A veces, simplemente, estoy cansada.
Entonces no quiero porque estoy cansada.
No hace falta estar enferma para estar cansada

A veces no quiero porque estoy asustada
No hace falta estar enferma para estar asustada.

Las palabras "querer", "poder", "cansada", "asustada", no las inventaron los psiquiatras, por eso me gustan.

martes, 23 de octubre de 2012

Estamos en obras: no espere a la jubilación para observarnos (quizá no la tenga)

Hace meses, o incluso más de un año, comentaba con Raúl, o con Almu, o con ambos, que me faltaba el salto a lo colectivo en este empeño mío de pelearme con las medias verdades de esto de la...esquizoqué? Bien podría ser también bipolariqué? o deprecuándo? o trastorno limiqué?

Esta semana decía El Roto, en uno de sus fantásticos y lúcidos dibujos, que decir la verdad es un acto creativo supervanguardista. Quizá la Verdad esté sobrevalorada, por aquello de que pensar que pueda haber sólo una para cada cuestión resulta ingenuo. Pero las verdades, las pequeñitas, las múltiples, están ahí para quien tenga alguna sensibilidad artística. Como decían los teóricos de la Estética de la Recepción, una obra es la suma de quien la crea, de lo que crea, y de cómo se le entienda. Como colectivo artístico, Radio Prometea está en construcción, y en plena construcción nos mostramos, como si vernos colocar andamios fuese parte del espectáculo. Ver crecer los Me gusta en las redes sociales, ver cómo aumenta el tamaño de los textos que cada un@ se atreve a decir o leer de un programa a otro,  escuchar los programas grabados enrojeciendo con una mezcla de orgullo heridito y muchas risas ante las meteduras de pata, los fallos técnicos, la falta de costumbre con el ritmo o la locución... O que de repente queramos hacer una entrevista por teléfono y nos digan que prefieren venir en persona, desde Santiago, y entonces eso lo cambia todo, porque vamos a estar juntos, y cara a cara todo mola más, siempre. Y siempre nos olvidamos de abrir llamadas, con los nervios, cuando es lo que más falta nos hace, a los de dentro y a los de fuera, que empecemos a hablar el mismo idioma, y no me refiero al gallego ni al castellano, que sale de todo según ganas, conciencia, costumbre o conocimiento.

Todo lo anterior, y además todo lo que falta. Todavía no hablamos de libros, ni de películas, ni de abuelas. Y cogiendo carrerilla para los viajes y saltos cuánticos. Es que la posmodernidad, si algo tiene de bueno, es que nunca se sabe por dónde va a tirar.


miércoles, 17 de octubre de 2012

¿Salud Mental?

   En las unidades de Salud Mental, se construyen enfermos mentales. O, para suavizar de alguna forma la afirmación anterior, digamos que se cronifican. Lo que en todo caso creo que no se hace es curar a nadie. Para curar, tendría que haber algo susceptible de ser curado, digamos algo como una enfermedad. No es suficiente como argumento para demostrar su existencia como tales enfermedades el detectar un desequilibrio (o dejémoslo en cambio) bioquímico puntual: la menstruación provoca desequilibrios bioquímicos y nadie en su sano juicio la consideraría enfermedad, lo mismo sucede con el embarazo, o con la adolescencia. Las hormonas son química ¿no?

  En el caso de la menstruación o el embarazo, y de la tentación de considerarlas enfermedades para así justificar a aquellas otras llamadas mentales, una de las dificultades principales sería social más aún que médica o científica: las feministas se echarían encima, montarían un buen pollo, sobradamente justificado, por pretender patologizar algo que es un mero hecho biológico. Porque volvemos a lo mismo, no es lo mismo biológico que patológico. Hasta aquí se me sigue bien.

  El hecho de que sólo desde hace poco hayan empezado a aparecer movimientos asociativos vinculados al hecho de haber sido agraciados con un diagnóstico, cortesía de la profesión psiquiátrica, explica que nadie se haya rebelado todavía contra tanto sinsentido. En cuanto a movimientos despatologizadores, es decir, que hayan reivindicado explícitamente la eliminación de la consideración de enfermedad, podemos volver a contar la historia del movimiento LGTBI (Lesbianas, Gays, Transexuales e Intersexuales), pero no creo que a estas alturas sea necesario. A modo de resumen: la homosexualidad dejó de considerarse enfermedad en 1973, y en cuanto a la transexualidad, están en ello con una fuerte campaña durante este año 2012.

  Que una condición o circunstancia no sea una enfermedad no significa que no pueda acarrear sufrimiento psíquico, y no significa tampoco que ese sufrimiento psíquico no pueda ser aliviado por acciones terapéuticas, incluso profesionales, incluso con su parte farmacológica. Que yo me tome un analgésico para el dolor menstrual no me convierte en enferma, y mucho menos en enferma crónica.
Que yo pudiera recibir un antipsicótico o tranquilizante (o un cóctel de ambos, más otras cosas) es un caso de psicosis aguda en un momento de mi vida no me convierte en enferma, y mucho menos en enferma crónica. Que un antipsicótico funcionase en un determinado momento de mi vida, no significa que sea la única opción para el mismo o similar sufrimiento en otro momento diferente. Tampoco significa que sea la única opción para otras personas que pudiesen haber experimentado estados similares. En cualquier caso, haber tenido esas experiencias, no me convierte en una enferma, ni mucho menos en una enferma crónica.

  Si no estoy enferma, por tanto, mi salud mental no depende de ninguna pastilla que cure mi enfermedad. Eso no quiere decir que no cuide mi salud mental, que lo hago, y mucho, pero cuido la salud mental con minúsculas, no aquella con mayúsculas que rotula determinadas áreas cerradas, plagadas de prácticas coercitivas, de tantos hospitales. Seguiré haciéndome preguntas sobre la ¿Salud Mental?

 
 

domingo, 14 de octubre de 2012

MAD IN AMERICA

Otro descubrimiento:

http://www.madinamerica.com/2012/10/why-do-so-few-people-know-that-crpd-prohibits-forced-psychiatry/

Esta página, en inglés (aunque con posibilidad de traducirla malamente con el traductor informático), habla del movimiento de personas psiquiatrizadas en EEUU reivindicando sus derechos. En una de sus entradas, reivindicaban con un buen criterio aplastante el que se considerase tratamiento adecuado el pertenecer a una red de autoapoyo.

Y punto pelota.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Por la eliminación del supuesto de peligrosidad de las personas diagnosticadas

El supuesto de peligrosidad de las personas diagnosticadas de algún TMG (trastorno mental grave) no se sostiene jurídicamente en la medida en que atenta contra principios básicos de la Constitución. Como afirman en este documento diferentes  profesionales (abogados, psiquiatras y fiscales) del grupo de trabajo de Ética y Legislación de la AEN (Asociación Española de Neuropsiquiatría):

http://www.aen.es/index.php?option=com_content&view=article&id=406%3A43-oposicion-a-una-ley-especifica-de-internamiento-psiquiatrico&catid=436&Itemid=9

Y por hoy nada más, y nada menos.

martes, 9 de octubre de 2012

El gobierno regulará los ingresos forzosos de personas con enfermedad mental

Aquí la noticia:

http://www.solidaridaddigital.com/SolidaridadDigital/Noticias/Nacional/DetalleNoticia.aspx?id=14123

Aquí el comentario:

  Resulta que el gobierno quiere defender nuestro derechos, y para eso va a empezar por quitárnoslos.
  Una forma de quitarlos es no reconocer que el ingreso forzoso (por lo menos ya no usan el eufemismo "involuntario") es una cuestión de privación de libertad, y por lo tanto concierne a ciertos artículos muy importantes de la Constitución Española, por ejemplo:

 ART. 25.3 (CE)  La Administración civil no podrá imponer sanciones que, directa o subsidiariamente, impliquen privación de libertad.

  Entonces, ¿cómo se entiende que se regule una privación de libertad mediante una ley de enjuiciamiento civil? Las sentencias de inconstitucionalidad de ingresos forzosos  lo fueron precisamente en base a este artículo. Y los magistrados  Xiol Ríos y Bastida, en su reciente libro: Autonomía del paciente, responsabilidad patrimonial y derechos fundamentales, insistían en que la regulación de estos ingresos involuntarios sólo podría hacerse mediante Ley Orgánica. Un ejemplo de esto es la STC (Sentencia del Tribunal Constitucional) 141/2012, sobre la cual la AEN escribió un documento específico, muy reciente y a la luz de la urgencia de la novedad) comentándola:

http://revistaaen.es/index.php/aen/article/view/16576/16416

Entre otras cosas, se refería a la presencia de un abogado, a que se le leyeran los derechos al paciente...¿suena a película de miedo? ¿suena a película de delincuentes? Pues esos delincuentes somos nosotros, y eso de que esté presente un abogado se llama garantía procesal, y eso de las garantías es propio de un Estado de Derecho. Ahora bien, si admitimos que un ingreso involuntario es una privación de libertad, necesitada de garantías, ¿por qué resulta tan difícil de entender que lo que atañe a las privaciones de libertad, tal y como dice la Constitución, no puede ser regulada por una Ley de Enjuiciamiento Civil?
Otra pregunta pendiente es ¿Cuál es el delito?

No reconocer que el ingreso forzoso es una privación de libertad es negar la mayor.

A partir de ahí, palabras como Convención, Derechos, Oportunidades e Igualdad son cortinas de humo.
Espero que la asociación FEAFES, (supongo que satisfecha si, por lo menos, logran alejar el fantasma del TAI),  estrecha colaboradora del Ministerio en la redacción de esta nueva Ley General de Discapacidad (que no Ley Orgánica, insisto), tenga la conciencia tranquila y sepa a quién está asesorando y para qué, exactamente. Nada me gustaría más que confiar en una asociación que dice velar por nuestros Derechos, con mayúscula. A ver si vamos a cambiar la puerta giratoria por la puerta de atrás, y luego salgan escandalizándose de los abusos.

(Ahora mismo escribo rápido y al calor de la actualidad, iré reposando y ampliando todo esto, y si me equivoco, seré la primera en reconocerlo).


lunes, 8 de octubre de 2012

domingo, 7 de octubre de 2012

Dentro y fuera

Desde hace años, desde que empecé el blog, solía pasarme que me sentía segura aquí dentro, en relación al diagnóstico. Aquí dentro daba mi visión, hablaba con los amigos que iba haciendo, discutía puntos de vista, reflexionaba, me indignaba o me esperanzaba con el mundo y sus respuestas a nuestras preguntas, formuladas a menudo de tan extrañas y extremas maneras, que tienden  a tomarnos por locos. Fuera de aquí, mis amig@s siempre me apoyaron, muchísimo, y siempre con la inseguridad, me consta, de no saber hasta qué punto podíamos equivocarnos en esta actitud tan...¿diferente?

Un día dije, por una cuestión reivindicativa: vale, voy a llamarme loca, luego ya veremos lo que es eso. Sigo sin saberlo.

Ahora empiezo a sentirme segura también fuera. Hace poco, estando con un amigo de la radio, animándolo a que describiese lo que estábamos haciendo, él respondió: "Estamos haciendo familia".
Te das cuenta de que es así cuando pierdes el miedo a brotar, y lo pierdes en compañía, con alguien que también te está diciendo que ya no tiene miedo. Cuando puedes deconstruir cualquier actitud o pensamiento que se le parezca, y la respuesta es un abrazo, un estoy aquí, estamos juntos y somos fuertes. Ah, y un "es normal, son muchas emociones".

A lo mejor hoy necesito un cuarto de pastilla para dormir, y no pasa nada, después de cuatro meses durmiendo como una marmota. A esto le llamo yo un uso racional de los medicamentos.

jueves, 4 de octubre de 2012

Dictadura psiquiátrico-farmacéutica


   Leo hace un rato esta entrada del blog Postpsiquiatría, con el que mantengo una curiosa relación consistente en observar hasta qué punto un psiquiatra de oficio va aportando estudios sobre los mejores pronósticos a largo plazo de las terapias sin fármacos, o con dosis muy bajas, frente a las terapias basadas en cócteles tumbacerebros. Y me resulta interesante porque lo veo un tío competente, capaz de expresarse con profesionalidad y conocimiento de su profesión, con su postura crítica con los regalitos de las farmacéticas, y muy leído. Se está convirtiendo en un referente para otros compañeros, e incluso compañeras. Lo que dice hoy es muy importante, y aunque sorprender, la verdad, no me sorprende, parece que a él, todavía si. Nunca es tarde para abrir los ojos. El artículo está en este enlace:

http://postpsiquiatria.blogspot.com.es/2012/10/bibliografia-inquietante-que-ningun.html


   Y no me sorprende porque, si algún día se hiciese aquí una investigación comparando evolución de personas diagnosticadas de esquizofrenia con y sin medicación, y yo me ofreciese a participar en el grupo sin medicación, considerando mi historial del año en que me ingresaron y que abandoné el tratamiento farmacológico a los tres o cuatro meses de ese ingreso, se podría comprobar que no hubo más ingresos, y se podría comprobar también mi recuperación, tanto en el plano cognitivo como de interacción social (en cuanto a la integración laboral, podemos echarle la culpa al capitalismo), después de cada una de mis recaídas, autogestionadas sin medicación y sin ayuda profesional (que no sin ayuda). Sé que me repito como el chorizo, pero hoy viene a cuento.

   Se podría incluso pedirme consejo sobre gestión del delirio sin fármacos. Sí, sería de gran ayuda, pero hasta entonces, quedan todavía demasiadas certezas que demoler, incluida el propio capitalismo, el cientifismo y el saber-poder. Postpsiquiatría, sé que caminas hacia ahí, te deseo suerte en esa tarea, ojalá viva para celebrarlo. Mientras tanto, seguimos trabajando buscando resquicios de empoderamiento a pesar de la dictadura psiquiátrico-farmacéutica, que suele considerar mi caso anomalía, fraude, o  falso positivo, según el censor y su estado de ánimo. Quizá las personas que forman parte de esos estudios relatados en su post, aquellas que no recayeron (y puesto que sin medicación fueron tratadas, sin medicación seguirán), sean también anomalías. Quizá no estemos preparados para la inmensa anomalía que rodea a estos extraños sucesos.

  Mientras tanto, desayunamos pensamiento único con el único pensamiento de que habitamos una extraña dictadura que nos tiene secuestrada a la ciencia, antaño orgullo de occidente, hoy orgullo de perogullo. Y si, sé que, en el fondo, se mueve, menos mal.

martes, 2 de octubre de 2012

Terra da fraternidade



 Hace un rato, en una de mis incursiones nocturnas modelo "no me apetece irme tan pronto a casa", terminé la noche en un bar que puedo considerar amigo. Sin embargo, me encontré con una discusión, a mi parecer estéril y cansina, sobre la conveniencia, o no, de entonar cánticos comprometidos políticamente (o humanísticamente, a estas alturas de la posmodernidad), a ciertas horas de la noche. Mi postura, como podéis imaginar, es que cualquier hora es buena, y bienvenida, para que cualquiera tome conciencia, borracho o sereno, de algo sobre lo que, hasta ese momento, no lo había hecho. Cualquier hora es buena para descubrir una canción, una letra, un argumento, un sentimiento, cualquier cosa novedosa que permita mover sus pensamientos de un lado a otro, menearlos, ponerlos a prueba, abrirlos o cerrarlos, insisto, para todo esto cualquier hora es buena.

  Sin embargo, a menudo me olvido de que los puristas, de lo que sea, no duermen jamás. En cualquier momento están dispuestos, y alertas, para ejercer censura, corrección, sentido de la medida e, incluso, por más contradictorio que pueda parecer, sentido de lo sagrado, de sus ritos y rituales sobre lo correcto y lo incorrecto, lo que viene a tiempo y lo que ofende, lo que está dentro y fuera de lugar, por más que, entre la maraña de ideas ideológicas, figure cierta aversión cuasi genética a lo religioso. O eso creen ellos, abominando de lo religioso pero devolviendo lo sagrado al lugar del símbolo, del momento elegido por los sabios, del momento institucionalizado por la historia de lo sagrado alternativo, que no por ello menos sagrado. Como por ejemplo, un dos tres responda otra vez, el lugar y hora para cantar "Grándola Vila Morena", canción popular portuguesa, vinculada al 25 de Abril de 1974, que nos recuerda que sólo una cierta idea de fraternidad entre los oprimidos podrá devolvernos al territorio necesario de lo humano.

  De vuelta a casa, no me cabe en la cabeza. ¿Hay hora para Grándola Vila Morena? Desde luego que, si a continuación la enlazo, cada cual juzgará que la hora buena será aquella en la que se quiere darle al play. Para salir de dudas, y para quien no entienda portugués, diré que esta canción habla de una de las tres palabras ideales de la muerte de la revolución francesa: "fraternidad", la más desatendida de las tres, progresivamente sustituida por solidaridad, por obra y gracia del feminismo, que sustituyó frater (hermano) por solidaridad (vinculada a la palabra soror-hermana). A mayores, no puedo resistirme a comentar que, entre los logros del feminismo, figura el de la invención de formas de lucha pacífica, en tiempos, los de las sufragistas, anteriores a Gandhi, quien la popularizó de forma internacional con la declaración de independencia de la India.

 Y ahora sí, os dejo con Grándola, Vila Morena, a deshoras, of course: