Porque no hay nada que celebrar
Tengo un enfoque psicosocial atravesado en la garganta. El de imaginar a un psiquiatra honesto que dice: "Yo sé que tus males no tienen un origen genético ni biológico, pero lo único que puedo hacer, con los recursos de que dispongo, es recetarte pastillas". El de lamentarme y desesperarme y solidarizarme con las víctimas del TAI en EEUU, ese TAI recientemente aprobado, en todos los estados a la vez, porque cuando se ponen de acuerdo, nunca es para nada bueno. El de indignarme y horrorizarme por las 17 vidas perdidas en Japón, (esas que ya no valian nada porque total, eran enfermos mentales, ¿no?) debido al inyectable Xeplión, el producto estrella de la Janssen. (17 muertes, ¿cómo pudo llegar a 17? no lo entiendo, no lo entiendo y no lo entiendo). El del fascismo que avanza, robando todas las esperanzas de una vida digna, si es que nos quedaba alguna.
Tengo un enfoque psicosocial atravesado en la garganta, que me roba la alegría, y el placer, y las ganas de estudiar. El de pensar que da igual lo que se haga, porque lo queda por hacer es siempre un infierno de dimensiones incalculables. El que me hace despertarme a veces triste, a veces de mal humor, pero siempre sin ganas de salir ahí afuera, aunque finalmente salga porque me lleno de compromisos para tener que salir, precisamente. Y por suerte, todavía pasan cosas que hacen que valga la pena haber salido.
Tengo un enfoque psicosocial atravesado en la garganta, que tiene que ver con la maldad, con la ignorancia, con el poder del dinero o de la autocompasión, con escuchar el discurso del opresor en boca del oprimido, y con no saber ya cual es mi lugar en medio de todo esto, si es que hay alguno.
Me estoy curando de mi enfermedad mental, compuesta de optimismo patológico, manía autoinducida y reservas de esperanza para repartir como si fueran caramelos. Y la Salud Mental, en este caso como en tantos otros, una vez más, es una decepción.
Termino con un enfoque Mad Pride: enfermar de nuevo cuanto antes.
Bendita prosa descolonizante. Cuánta falta hacen una y varias y miles como la tuya.
ResponderEliminarNo te desaparezcas. Permítenos servirnos de esa pluma más seguido.
¡Saludos!
No me desaparezco, no. Muchas gracias por los ánimos, Rodrigo, tampoco tú dejes de venir.
ResponderEliminarUn abrazo también descolonizante.
Mucho animo, Paula. Hace mucho que no te leia y siempre es un placer hacerlo. Gracias a la lucha que llevais tu y otros como tú, las cosas estan cambiando poco a poco. Un besazo gordo desde Almeria. Pedro
ResponderEliminarGracias Pedro, por los ánimos, y por las buenas noticias que me das! Ojalá sigamos por ese camino, con buena velocidad. Un besazo gordo desde Coruña!
ResponderEliminarPaula
Que grande este escrito y que grande...eres tú! joder, eres la motivación para seguir adelante, bss wapisima
ResponderEliminarHilari
Muchas gracias Hilari, muchas, de verdad. Si no fuera por vuestro apoyo, hay días en que dan ganas de parar todos los motores. Afortunadamente, no todo es malo. Así que sí, ahí seguimos! Muchos besos a ti también!
ResponderEliminarGracias Paula por describir de forma tan clara las incoherencias y la hipocresía de la atención a la salud mental desde tu experiencia y mostrando lo que sientes. Estoy haciendo un curso denominado Garantía de los Derechos Humanos en la Atención a la Salud Mental. Éste me está facilitando el conocimiento de las redes de apoyo y autoayuda así como la numerosa presencia que hay en internet de movimientos de cuestionamiento y alternativas al sistema establecido de atención sanitaria. De esta forma he conocido tu blog. Me gusta lo que dices en él y como lo dices.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Yolanda, tus palabras son muy importantes. Es muy bueno saber que desde el ámbito profesional hay cuestionamiento y miradas más frescas. Me alegra mucho que en ese curso os den a conocer el trabajo que estamos haciendo, por todas partes, intentando otras miradas. Estás invitada a unirte a la red, la gente como tú hace mucha falta.
ResponderEliminarUn abrazo!