domingo, 31 de marzo de 2013

Voces varias

Me parece un buen momento para compartir de nuevo este video, aunque sólo sea porque el trabajo con la radio me hace repensar un montón de cuestiones. La Convención de la ONU también, y el borrador de la nueva ley General de Discapacidad que este des-gorbierno anda tramando, me inquieta especialmente, todavía no sé por qué, porque aún no lo leí, pero por algo será.

Del video me gusta que se les llame a todxs Expertxs en Salud Mental, por si le da ideas a alguien que quizá crea que su trabajo con bata blanca le confiere un estatus sobre-humano, así como derechos de propiedad sobre los discursos "autorizados". Por otra parte, también me gusta que se hable varias veces de justicia y derechos humanos, lo cual desplaza ligeramente el eje de considerar el asunto meramente médico. Y por último, parece que la asociación HUG escocesa puede ser un buen referente. Ahora bien, como comentaba recientemente con un compañero, la palabra usuarios (de los servicios de salud mental) nos delimita al aspecto médico, de nuevo. (Del concepto "enfermedad mental" no pienso decir nada hoy, me quedo con otros aspectos del discurso, más interesantes)

 Hechas las puntualizaciones, espero vuestros comentarios sobre el video. Creo que ya lo había compartido, pero parece un buen momento para volver a verlo, al menos lo es para mi.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Aprendiendo a organizarse

Por favor, si alguien conoce un buen manual de estructuras organizativas horizontales...que me lo pase, por favor, que me hace mucha falta. Están pasando muchas cosas nuevas relacionadas con la actividad colectiva, y me falta formación en este aspecto, en días como hoy me siento un poco desbordada por las emociones alrededor de todo esto. Seguro que por ahí, leyéndome, hay personas que saben muchísimo más que yo y que me pueden enseñar, compartiendo información. Gracias

martes, 26 de marzo de 2013

El Escritofrénico, de Raúl Velasco

A Raúl Velasco lo conocemos, todxs los que pululamos estos blogs de salud mental, por su trabajo desde hace años en Radio Nikosia, en Radio Rubí, por su blog, por sus ánimos, sus comentarios, y sus colaboraciones de peso en los cambios que queremos ver cada vez con más prisa en todo este mundo de locxs.

Que Raúl sea escritor no nos sorprende, tampoco es la primera vez que escribe, ni que publica. Pero que sea Escritofrénico, y que su última obra, ensayo novelado y tratado sobre la curación de la psicosis, haya sido comparada con las memorias de Shroeber , parece que es la hostia. Así le pareció a Raúl que el psiquiatra Fernando Márquez hiciese esa comparación en la presentación de su libro en Coruña, a la que tuve el placer de asistir recientemente. A mi la verdad, ese Shroeber no me impresiona demasiado, simplemente no tengo el placer de conocerlo lo suficiente como para que me impresione, no es nada personal. En cambio, que Raúl me impresione sí es algo personal, porque lo conozco, porque lo quiero, porque sé lo importante que es para él escribir y publicar, y por otras razones que tienen que ver con su nuevo libro.

Me impresiona Raúl y su Escritofrénico porque es mi contemporáneo, es de mi quinta y de mis luchas, es de ahora mismo, está pasando, y lo que cuenta está pasando porque habla de todxs nosotrxs, psiquiatrizadxs, liberadxs o no de psiquiatras, pastillas, protocolos, mensajes oscuros de cronicidad y desesperanza, teorías, contrateorías, y muchos ingredientes más que iré descubriendo con placer según avance en la lectura del libro. Por eso me impresiona, por eso El escritofrénico no es un libro cualquiera, es uno de los nuestros, y no es tampoco una voz cualquiera, es la voz de una nueva forma de estar locx: rebelde, creativa, informada, esperanzada, crítica, cercana, todo junto y todo nuestro. Una voz que hacía falta con las palabras y los hechos de ahora mismo, vinculada a nuestro tiempo y nuestro espacio. Por eso me quedan lejos las memorias de Shroeber, estando Raúl a tiro de avión, con toda la vida por delante para seguir hablando, él con nosotrxs y nosotrxs con él. Si estás locx, si vives con la locura, si no sabes nada de ella, si trabajas con ella, o la acaricias en sueños....no te quedes sin él, verás cómo mola salir en un libro.

EL ESCRITOFRÉNICO
Un tratado sobre la curación de la psicosis

Raúl Velasco Sánchez
Ed. Miret, Barcelona, 2013

viernes, 22 de marzo de 2013

Química vs lenguaje

Que las entradas de este blog tengan a menudo un componente "emocional metodológico" no debería extrañarle a nadie. Si algo caracteriza a cualquier persona con un diagnóstico y unas experiencias catalogadas de psiquiátricas, es la necesidad constante de buscar y ensayar métodos emocionales para sobrellevar, ya no sólo aquellos que se denominan "síntomas" (niñxs: no dejéis que los psiquiatras os roben el lenguaje), sino cualquier asomo de cambio emocional, por el peligro que conlleva. Nos acostumbramos, con desigual fortuna, a ejercer de vigiladoras de nuestros pensamientos, no fuera que éstos nos jugaran una mala pasada. Y quien dice los pensamientos, dice todo aquello que nos pasa, aquello que le pasa a cualquiera por el hecho de nacer con un cuerpo-mente humanos, pero que nosotros, locas y locos, conocemos y valoramos, según el día, como  prueba, reto, sospecha, delirio, insomnio, bajón, subidón... como si nunca nos sucediese nada de una manera casual, normalizada, insignificante. Puede sonar exagerado, pero es tan cierto algunas veces...Si además, como yo, renuncias a la medicación,  a la píldora duermevidas, una vulgar duermevela te pone en estado de alerta.

Que conste que hago una concesión al biologicismo, como mujer, en el sentido de dialogar con mis hormonas, de detectar cuándo me la están jugando, de detectar cuándo son ellas, y no yo, ni ninguna anécdota biográfica, las que me ponen tonta a traición. El diálogo sucede como sigue: primero tengo un día tonto, lloroso, irritable, o extrañamente negativo, como un asalto con nocturnidad y alevosía. En algún momento del ataque, las enfrento, reviso el calendario, reviso la relevancia de lo que estoy dramatizando, detecto que me encuentro en el día "peligroso"...y zas! tomo el relevo, entonces dejan de chulearme, porque las desenmascaro, les retiro toda atención, y cambio el drama por el sofá, por una buena peli, por un "no pasarán" al corazón de las explicaciones bioquímicas. Y me río, y me relajo, justo después de una exclamación muy conocida: ahhhhh, era esto!! fue esto!! y deja de ser...podría parecer magia, pero es sólo conocimiento aplicado.

Este método sirve para otras cosas, incluso aquellas en las que la bioquímica alterada parece no discutirse, incluso en estas, insisto, hay remedio más allá del ataque farmacológico a los neurotransmisores. Si tengo una idea autorreferencial, por ejemplo, ni siquiera me paro a pensar en nada químico, porque lo químico puede estar ahí, y poco que me importa, para lo que me soluciona (puesto que no va a ser química la respuesta) La atención se centra entonces en sobreponerse a la jugarreta bioquímica, si la hubiera o hubiese (insisto en que la mayor concesión la hago con la menstruación, porque es periódica y está empirícamente demostrado por mi observación de muchos años, pero en el caso de este tipo de pensamientos, la periodicidad no es ni siquiera un dato, por su caprichosa irregularidad). Así que la estrategia para una idea autorreferencial es detectarla, y eso lo permite la experiencia. Lo siguiente es pensar si darle crédito me aporta algo positivo, o simplemente problemas, dudas y confusión. Hace un tiempo, más romántico, menos ocupado, podría haber elegido, perfectamente, la primera opción, explorarla un poco metafóricamente hablando. Pero últimamente no me aportaría nada, de hecho, creo que por esto mismo, las ideas autorreferenciales no suelen visitarme desde hace años, quizá porque saben de antemano que pierden el tiempo. Que conste que las respeto, no las demonizo ni las considero alarmantes, es simplemente que, si antes podían cumplir una función, quizá la de otorgarme un lugar en el mundo ligeramente poético, ahora esa función no es necesaria, o se resuelve de otras formas (porque el lugar poético es ahora más necesario que nunca, cuestión de supervivencia)

miércoles, 20 de marzo de 2013

Pincho y Mielito

Pincho y Mielito son dos buenos amigos, con los que además comparto casa.

Pincho es como una trigresa pequeñita, de color gata salvaje, llena de rayas grises y negras. Tiene más de tres años y es muy tímida, a veces demasiado, asustadiza cuando vienen visitas o escucha cualquier ruido extraño. Es buena buenísima, cariñosa, dulce, y diría que muy empática: cuando no me encuentro muy bien anímicamente, me mira muy fijo, como queriendo comprender, y luego viene a mi regazo a estar conmigo, a decirme "estoy aquí, ya pasará". Y cuánto se lo agradezco....

Mielito es muy joven, no para quieto. Menos mal que no lo llevo al psiquiatra, porque le diagnosticaría TDAH, fijo. Pero es mentira que esté trastornado. Lo que pasa es que es acróbata, atleta, y un poco perro. Sí, Mielito tiene complejo de perro, pero solo para algunas cosas. Lo descubrí el día en que le tiré una bola de papel, para jugar un poco, y cuál no sería mi sorpresa cuando me la trajo de vuelta, en la boca, para que se la tirase de nuevo. Alucinante, de verdad. Pero la cosa no terminó ahí, y recientemente descubrimos un juego nuevo, que le vuelve loco. Sucede por las noches, justo cuando me meto en la cama y le lanzo una bolita de papel arrugado al aire. Salta como un cohete a por ella, no importa lo alto que se la haya lanzado, y cae clavado en el colchón, como una gimnasta china en la barra de ejercicios. Lo siguiente, por supuesto, es traerme de nuevo la bola, para jugar y jugar, las veces que haga falta, hasta que reclamo mi tiempo para leer un poco antes de dormir. Olvidé decir que Mielito es muy sociable, en eso también se parece a los perros, me sigue a todas partes, y recibe a cualquier invitado como si lo conociese de toda la vida, un auténtico gato bien educado, con la diferencia de que, en cuestiones de educación, es completamente autodidacta, exceptaundo mis empeños porque aprendiese la palabra "no", muy útil para que no se suba  a la mesa cuando estoy comiendo o tecleando con el ordenador, pequeñas reglas de convivencia muy básicas, y muy útiles.

Vivir con estos dos amigos es una fiesta, estoy tan orgullosa de ellos....Por cierto, entre ellos se llevan muy bien. Duermen juntos, guerrean un poco de juerga, se persiguen, y creo que, a su manera, me quieren tanto como yo a ellos. Larga vida, amigos míos!!