sábado, 31 de octubre de 2020

Amor cortés

Si no puedes enamorarte en serio, hazlo de broma, 

tira entre carcajadas, por la borda,

los sabios consejos terapéuticos que previenen contra las idealizaciones. 

El amor, aún como sueño, 

hace cosquillas en la vida, 

alegra las mañanas y las tardes, 

combate las malas hormonas

(solo por eso me enamoro de siete al mismo tiempo, si hace falta).

Puedes estar tan lejos como quieras

en silencio, indiferente, sarcástico, retraído,

que más nos da si en modo alguno voy a molestarte.

Desde que te quiero tanto

el barroco habla mi idioma, 

los poemas se iluminan solos 

veo ritmos y modos de enunciación

tal que estrellas relucientes

(que parpadean alegres

como polvo enamorado

en mis neuronas). 

Has conseguido, sin esfuerzo alguno,

enseñarme a estudiar como quería. 

(Pero qué mal te portas conmigo, querido amigo. 

Qué silencio tormentoso...

qué manera de echar fuego a la caldera, 

qué prodigio de cortesía posmoderna, 

¡¡qué guapo estás en las fotos!!).

Por no tener no tengo ni deseo

de ti, quiero decir. 

Tengo en cambio meses por delante

de cierto afán de perfeccionamiento

en comprender de qué manera la literatura 

nos ayuda a vivir mucho mejor.

Tengo también una paz llena de aire,

ese que tanta falta nos hace a la salud

en estos días de encierro y soledad.

 


 





 


martes, 27 de octubre de 2020

De cómo las terapias te normalizan, sin demasiado éxito.

A ver, que no me lo creo, me desbordo, me mandas de lado a lado, pierdo pie. Voy y vuelvo a mis amores, no entiendo nada, creo que es algo de locura, porque

quiero pegarme al suelo

quiero volar contigo

quiero no tener miedo. 

Qué barbaridad.

Y venga esta suerte extraña de echar de menos sin conocerte, de escribir por la mañana, y aún peor:

de imaginarte perfecto (ay, perdona, de verdad que lo siento).

Enfermita de romanticismo en este ratito loco, donde te vuelves comedia, ácida y de la buena. Con rimas de mercadillo te invito a un vermú en una terraza con mesitas pequeñas, en una calle antigua de la ciudad que me encendió, ya para siempre, las neuronas de bruja y la nostalgia del futuro, todo a la vez, sin anestesia. Así que te pregunto, con los ojos muy abiertos, si podrías enseñarme a estudiar sin darme cuenta, así a lo tonto, como quien simplemente vive sin tener que pensarlo demasiado. Supongamos entonces que nos emborrachamos juntos (de día, claro), y luego el sexo no funciona, pero qué risas. Porque mira que tengo dentro un incendio literario, yo que nunca fui poeta y cada vez soy peor. La idea de ser amigos me pone muy adolescente, en plan "el objetivo del arte es la construcción progresiva de una vida entera, de un estado de asombro y serenidad" (del libro, que al final no te dije el título). Serenidad poca, ¿eh? Telita.