jueves, 8 de abril de 2010

Poeta en Nueva York (Antología irreverente)

No hay siglo nuevo ni luz reciente.
Sólo un caballo azul y una madrugada.
Pensamiento de enfrente, luz de ayer,
índices y señales del acaso.

Mira el ansia, la angustia de un triste mundo fósil
que no encuentra el acento de su primer sollozo
Hay un dolor de huecos por el aire sin gente
y en mis ojos criaturas vestidas¡sin desnudo!

Por si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

El verdadero dolor que mantiene despiertas las cosas
es una pequeña quemadura infinita
en los ojos inocentes de los otros sistemas
o en los cristales donde se comprenden
las olas nunca repetidas

(mi dolor sangraba por las tardes
cuando tus ojos eran dos muros)

Quiero llorar porque me da la gana,
como lloran los niños del último banco
porque no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado
En el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad.
Allí mis pequeños ojos

La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces
(Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire)

Llegará un torso de sombra
coronado de laurel
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir
Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre

Allí bajo las raíces y en la médula del aire
se comprende la verdad de las cosas equivocadas
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes,
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
Porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.

2 comentarios:

  1. Que bien, por fin leo un poema con verdadero sentido y que puedo entender. Un abrazo.

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  2. Qué bien, hay quien diría que soy una sacrílega por hacer semejante mezcla del maestro, pero algo me dice que a Federico la idea le haría algo de gracia.
    Un abrazo a ti también.

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