viernes, 22 de marzo de 2019

Yo-yo

Cuando no escribo tanto es porque estoy (sobre)viviendo, o demasiado entretenida en algunos oasis, verdaderos o falsos. Los verdaderos son muchos, afortunadamente, y merecen todo el cuidado. Si el trabajo, especialmente algunos contratos que se me quedan en el corazón, es uno de ellos, y no puedo hacerlo debido a los infiernos de mis heridas recurrentes, lo mejor es retirarme temporalmente. Esta última vez fui muy consciente de la necesidad de hacerme a un lado, aunque estoy faltando a la verdad: no fue mi consciencia, sino mi cuerpo, quien me avisó de que debía retirarme. El cuerpo avisa de la necesidad de sanar heridas profundas con la ansiedad, con el bloqueo, con el pánico extraño que no me deja entrar en una clase nueva que se me merece lo mejor de mí.

Cee, Tui, Vigo, Tomiño... fueron algunos de los lugares donde estuve tan bien. Está bien recordarlos para alimentar las ganas de volver a sentirme así, cuando se pueda. La terapia es para eso, para volver con fuerzas y sin miedo.

Leo Primera persona, de Margarita García Robayo. Me cuesta entrar en el libro por los problemas de concentración, no tanto para leer, como para conectar emocionalmente con lo que leo. Cuando por fin lo consigo, más allá de la mitad, me asombra la capacidad de la autora para contarse a ella misma y  a su entorno, para mostrarlo todo con nombres y apellidos, con anécdotas crudas, con el punto de cinismo suficiente para alejar el estereotipo de las mujeres como ángeles ñoños, un poco como yo algunas veces por aquí. O deprimida ñoña. Quizá debería aprender de Margarita, y echarle sal a las heridas, para que chillen y se manifiesten con rabia. Hoy por la mañana me cayeron lagrimones, sobre algunos de los puntos de la línea temporal que dibujó la psicóloga. Ahora tengo una línea temporal, un mapa de golpes escrito sobre un papel. Se retorcerá varias veces hasta hacerse circular, porque cíclico es el tiempo de las mujeres y del mundo, y la línea es sólo la abstracción geométrica que nos da cierta ilusión de control matemático sobre los acontecimientos. Yo quisiera ser creyente en la organización fordista y fabril de la economía y del tiempo, solo estos días, para mirar la línea y hacer cálculos provechosos, hacia adelante y hacia atrás, aunque quizás lo único que consiguiera fuese convertir un círculo en un yo-yo. Pero me muevo, o eso parece.

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