domingo, 12 de febrero de 2012

Tarde proto-delirante.

Una persona cercana, a la que quiero mucho, tiene cáncer, y está asustada.
Otra persona cercana, a la que también quiero mucho, está ingresada por psicosis.
Julius murió en un hospital psiquiátrico en Lugo, a los dos meses de ingresar, después de ser ingresado por la fuerza porque vivía en la calle y no se lavaba. Ya sabemos lo que la psiquiatría le robó a Julius. Y ya sabemos lo que más valoraba. Me recordó a cuando Man, el hombre que vivía en una casita al lado de la playa, en Camelle (na Costa da Morte), murió al poco tiempo de que el chapapote del Prestige le llenara su casa-museo de basura tóxica y pringosa.
Por si alguien piensa que la pena no mata.
De las noticias que todos sabemos, ni hablamos.

Además, y a pesar de todo, pasan cosas buenas, como que Raúl anunció hace poco una especie de consenso entre asociaciones de usuarios, familiares, e incluso profesionales (de todos los tamaños e influencias), en la dirección correcta. Permanezcan atentos a sus blogs.

Pues todo esto junto es un cóctel proto-delirante. Ayer iba yo paseando por mi ciudad, en medio de una ola polar de viento frío que te mueres, un poco solita por coincidencias varias y en absoluto importantes, y un vaivén en la cabeza que me sonaba bastante. Empecé a notarme bastante cargada emocionalmente hablando, no sabía muy bien qué hacer, e hice lo que me salió intuitivamente. Entré en un bar en el que me siento como en casa. F. me saludó, cariñoso como siempre, y en ese momento se abrieron las compuertas y cayeron lágrimas como garbanzos (que diría camarón, espíritu compañero). Le pedí una tila y me hizo su infusión mágica, se llama "buenas noches", y es una mezcla de tila, melisa, y algunas hierbas más. Protegida por F. y su infusión, me fui al revistero y cogí El Jueves. Poco a poco los chistes empezaron a hacer también su efecto, y fui recobrando fuerzas para volver a salir al mundo exterior. Creo que estuve casi dos horas, desde que entré hasta que me despedí de F. con un abrazo (Gracias!!!)

Como bares amigos no faltan en el lugar donde vivo, me fui a otro que estaba cerca, saludé a N. y a D., y comí algo, ya más tranquila (más normal, por decirlo rápido). En el siguiente bar había concierto, y como tenía que esperar a I., que venía de ensayar con su grupo, me quedé a escucharlo. Sólo podía ser blues para que pensase que había algo como una concatenación de sensibilidades, sobre todo después de oír, a mi lado, cómo una persona le daba a otra la noticia de que Julius se murió. Y era blues, así que cuando se me humedecieron los ojos otra vez dejé de preocuparme por ningún asunto relacionado con la locura, y empecé a (re)pensar en cómo las emociones nos hacen humanos, simplemente. El vaivén de pensamientos desapareció, y en su lugar quedé yo, casi como siempre, observando el mundo con otros ojos, aunque en el fondo fuesen los mismos. Es sólo una cuestión de intensidades.

Hoy es domingo, las circunstancias siguen ahí, y este blog también. Las emociones están catalogadas en convenientes e inconvenientes. También están catalogados los momentos y los espacios para dejarlas aflorar, o reprimirlas. Cuántas veces la llamada locura no es más que una transgresión no escrita a estos catálogos, alguien que llora o ríe, o permanece en silencio en circunstancias poco frecuentes socialmente hablando. Quien hace eso puede tener la cabeza llena de pensamientos complicados, contradictorios, sin lugar en el catálogo, sin guía o referencia para ubicarlos en algo parecido al equilibrio. En esos momentos es importante saber algo de nosotros, no tanto de la información que nos confunde, para priorizar la urgencia de buscar algo de calma, antes que en tener prisa, en principio, por separar la realidad de la ficción. Así ordenadas las prioridades, separar la realidad de la ficción, acto más intelectual que emocional, resulta más sencillo.

Al margen de la sensación de irrealidad que nos invade a todos en estos tiempos de shock colectivo, creo, después de un sueño reparador, que mi línea imaginaria, la que separa realidad de ficción, está más o menos donde siempre. Toquemos madera, que no estoy para mucho viaje.

2 comentarios:

  1. A menudo caigo en uno de esos ensimismamientos estoicos o en periodos de prolongado silencio sin afan provocador, muchas veces mi conducta provoca esas miradas de entrecejo levemente fruncido con dedo acusador. No suelo acerles caso, a veces si, cuando me pregunto-acuso a mi mismo o sólo porque me apetece, te leo. Gracias.

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  2. Gracias a ti por la visita. Yo caso, lo que se dice caso, sólo se lo hago a la gente a la que quiero. Sólo ellxs tienen licencia para cuidarme, y me suelo dejar, porque lo hacen muy bien, como a mi me gusta ser cuidada, sin exageraciones ni paternalismos, con todo el respeto del mundo. Yo intento corresponderles, no sé si lo consigo, a veces creo que sí.
    Un abrazo, y mucha fuerza!

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