viernes, 27 de julio de 2018

La inconsistencia

Leyendo La actualidad innombrable, de Roberto Calasso, me suceden varias cosas al mismo tiempo.

La primera es un placer intelectual que echaba de menos, y que se deriva directamente del hecho de leer ensayo, sin más, porque últimamente los problemas de concentración me impidieron leer cualquier cosa primero, y cualquier cosa densa después. La narrativa se lee con fluidez, aunque a medida que me alejo de la narrativa sencilla para meterme en la compleja, me meto al mismo tiempo en profundidades psicológicas que son como un tornillo dando vueltas en el centro de la herida, o más bien una aguja esterilizada cosiendo un corte profundo: necesaria en cierto modo, pero dolorosa.

La segunda, y tiene que ver con la aguja cosiendo el corte, es poder reflexionar, ya de una forma más intelectual que emocional, sobre cómo algunos males generales que acechan el mundo en el que vivo pueden de alguna manera explicar también qué es lo que acecha y vuelve inconsistente mi pequeño mundo, el de la herida.

"Homo saecularis es inevitablemente un turista. No solo cuando viaja. Zapping y link forman una gran parte de su vida mental. Son operaciones preexistentes que un día asumieron la configuración indicada por esos dos términos"

Entre esto y los amores líquidos de Zigmut Baugman, se va entendiendo algo más. Claro que las personas no somos máquinas, aunque utilicemos las máquinas para comunicarnos de una forma que nos deshumaniza bastante. Pero no somos máquinas, así que preguntarnos qué nos diferencia de una máquina podría ser un camino posible contra la inconsistencia.

"El mundo secular y democrático se funda enteramente sobre el libre albedrío y sobre la fe en la ciencia. La ciencia no da ninguna señal de creer en la existencia del libre albedrío. Se diría, más bien, que lo niega, sobre la base de argumentos y experimentos diversos. La vida pública, al mismo tiempo, avanza como si eso no existiera. De otro modo los sistemas judicial, administrativo, político y económico se bloquearían al instante. El dilema es tan grave que ni siquiera es reconocido"

La necesidad de afecto y experiencias íntimas sinceras choca frontalmente contra el miedo al compromiso, ese ente abstracto empeñado, al igual que las entidades anteriores, en robarnos el libre albedrío. Para terminar de complicarlo, el mismo mundo que acoge el dilema esparce sin piedad una idea del amor como cárcel, sufrimiento, dependencia, autodestrucción, entrega, fidelidad, abnegación (esto último más bien para las mujeres). El amor entonces, así entendido, sería una de las sectas más poderosas. Huyendo de la inconsistencia secular, caemos en sectas de todo tipo.

El amor que vale la pena podría ser el que permite reflexionar juntxs sobre el peligro de la secta, al mismo tiempo que se regala, con responsabilidad sobre las heridas ajenas, afecto e intimidad, sin que sean un mero zapping para días en los que no hay un plan mejor.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hice un comentario pero creo que me estuve dando vueltas en lo mismo.

    Quiero leer ese libro.


    Y a ti te mando un abrazo.


    Saludos, Paula.

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  3. Tampoco es para tanto el libro, Rodrigo. Pasa quetengo una necesidad tan grande de entender ciertas cosas, que tiendo a leer con un sesgo egocéntrico, que me hace conectarlo con mi biografía. Es parte del proceso en el que ando.

    Un abrazo para ti, transoceánico, grande.

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