viernes, 6 de julio de 2018

Fobia social escaqueante

Hay personas que padecen fobia social porque les han hecho muchísimo daño, y esta actitud defensiva tiene todo su sentido. Nace del miedo, y el miedo nace del trauma. En la medida en que puedan hacer trabajo sobre el trauma y lo sobrevivan (aunque no sea un camino lineal), la fobia social irá desapareciendo.

Pero hay otro tipo de fobia social, la que nace de la pereza ante la responsabilidad afectiva. A esta la llamo escaqueante. La ejercen personas con dificultades para ponerse en el lugar de los demás, porque saben que eso puede implicar compromisos, reconocimiento de fallos propios, cambios de perspectiva. Las personas con fobia social escaqueante solo se relacionan con un grupo muy reducido de personas, aquellas que ya no les suponen ningún esfuerzo, bien porque son relaciones familiares con dinámicas conocidas, bien porque han conseguido conocer a personas que se lo aguanten todo, sin más. Es una "patología" muy neoliberal, que hace a estas personas inclinarse socialmente hacia el beneficio y el utilitarismo, con cero responsabilidad hacia el sufrimiento ajeno, ya no digamos si ese sufrimiento tiene algo que ver con su falta de responsabilidad afectiva. La teoría de las "personas tóxicas" (esa que consiste en alejarse de las que se quejan de lo suyo y pretenden que las escuches sin mandarlas a hacérselo mirar) es también muy neoliberal. Es una teoría muy complementaria de la fobia social escaqueante: "la gente es un peñazo, yo paso". Las personas con fobia social escaqueante se van quedando bastante solas, perdiendo habilidades sociales y, por lo tanto, retroalimentando el chiringuito. Llegados a ese punto, te puede estar observando Óscar Wilde e inspirarse en ti para escribir "El gigante egoísta".

Es que claro, si eres sociable y abierta, puedes llegar a conocer a muchas personas, y en lote irá también conocer sus problemas, dolores, y tener que tomar partido ante ellos. Si la actitud es de cuidado, y ese cuidado se ve correspondido, la red social se ensancha y se fortalece. Vale muchísimo la pena, anímense. Eso sí, no es un proceso apto para impacientes ni personas con baja tolerancia a la frustración, porque ya voy avisando de que no todo son alegres ni justas correspondencias. Ni todo el monte es orgasmo.


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