martes, 15 de mayo de 2018

Mapas locos (II)

Me quedé ayer en la autoimagen.

Rebobino: estas entradas, bajo el título "mapas locos", corresponden con un plan serio de autocuidado que quiero hacer público, una decisión consciente que tiene que ver con socializar el sufrimiento. Socializar el sufrimiento permite hacer visibles sentimientos y conductas que no me pasan solo a mí, y que quizás pueda servir a otras personas para identificar su propio sufimiento, la raíz del mismo, y sobre todo las herramientas posibles para manejarlo. Como dijo un grandísimo amigo del activismo en salud mental, el objetivo de nuestra lucha es "que la gente sufra menos", ahí es ná.

Como en la entrada anterior, sigo el mismo proceso. Voy leyendo la imprescindible guía Locura y opresión y, de una forma más libre e impresionista que rigurosa, me va sugiriendo rutas para elaborar mi mapa.

Autoimagen: cuestiono, estos días, mi capacidad para alcanzar metas, porque me siento distante de mí misma, con incertidumbre respecto al futuro. Cada vez que esto pasa, necesito reiniciar la relación conmigo misma. Ayer me sentía incapaz de gestionar heridas del pasado, de evitar el eterno retorno de estas heridas, no solo en forma de recuerdos, sino de adelantarme a heridas futuras, lo cual forma parte del mismo centro de gravitación. (Ayer incapaz, hoy menos incapaz, esto es bueno, significa que el plan, tímidamente, empieza a tener efecto.)

En cuanto a las consecuencias sociales, me preocupan especialmente ciertas reacciones impulsivas que rozan la mala educación, una especie de paranoias emocionales súbitas que me hacen reaccionar con un nivel de franqueza desagradable del que me arrepiento al momento. Las he tenido sobre todo esta última semana. Hay en esto algo bueno, y es esta segunda parte, la del darme cuenta y pedir disculpas a la mayor brevedad posible. Probablemente exagero el impacto hacia el exterior debido, precisamente, a una mayor inseguridad estos días, en general. Las personas con las que me sucede, amigas o familiares de muchísima confianza, le dan muchísima menos importancia que yo misma. No me gusta que me pase esto, porque no es justo para estas personas. Cuidar a los demás es autocuidado también. Con algunas personas, me cuesta sentirme comprendida, quizás por interiorizar su posible capacitismo, lo que hace que me autocensure a la hora de expresar cómo me siento en realidad, doy por supuesto que no van a comprenderme por no haber compartido experiencias de problemas de salud mental. Por otro lado, y esto es tristísimo, cada vez es más difícil que haya personas ajenas a estos problemas, en el grado que sea.

Relacionado también con las consecuencias sociales, y en el terreno concreto de la sexoafectividad, tiendo a poner por delante mi vulnerabilidad, es un mecanismo de defensa, como si quisiera comprobar cuanto antes el grado de capacitismo de la persona con la que estoy hablando. Es confusa esta cuestión, despierta miedos e inseguridades en la otra persona. También es cierto que, cuando del otro lado se percibe aceptación natural, la complicidad se produce rápido, y eso es bueno para cualquier relación, del tipo que sea. Y también puede pasar que, si se produce rechazo, lo asocie inconscientemente a capacitismo, aunque no sea cierto. Es decir, se produce un exceso de percepción aumentada de estar siendo oprimida por el capacitismo. Es molesto, pero también comprensible, afortunadamente recoloco la situación en cuanto puedo, hacia una lectura más justa de la misma.

Hay un apartado en la guía que tiene que ver con la comunidad extendida, es decir, aquella en la que se incluyen tanto otras personas locas como personas no diagnosticadas. Sí que me ha pasado, y más de una vez, tener la necesidad de estar en la comunidad segura. Sin embargo, dependiendo del momento y de lo que necesite expresar, comunidad segura puede ser una o la otra. Es decir, hay veces que necesito estar solo con personas diagnosticadas, o que siento más complicidad, en un grupo, con esas personas que con las otras. Tengo que decir aquí que en general soy una persona muy sociable, sin mayores problemas para relacionarme, hacer nuevas amistades, etc. Estas restricciones en la sociabilidad las noto más cuando estoy en periodos bajos, evidentemente.

En el mundo laboral, al principio sentía pánico de que "me descubriesen", lo cual era un estrés añadido a la novedad y exigencias del propio trabajo. Muy poco a poco, por diversas circunstancias y en diversos momentos, conseguí "salir del armario" con algunas personas, cuya humanidad y sensibilidad me invitaba a hacerlo. Cuando lo hacía, el efecto psicológico era de liberación, de sentirme más segura, de no tener que esconderme (al menos con esas personas), y eso repercutía, para bien, en el desempeño del trabajo, puesto que tenía más energía, y sobre todo la sensación de que el entorno se volvía seguro con esas complicidades. Desde aquí quiero dar las gracias, de todo corazón, a todas y cada una de esas personas, algunas también lectoras de este blog. La liberación tenía que ver también con la visibilización, al menos parcial, de nuestro colectivo en la profesión. Por supuesto, me preocupaba muchísimo, en relación a "ser descubierta", que, si eso sucedía, percibiese en los demás una mirada de suspicacia, como si dijésemos, a la caza del "síntoma". Tengo que decir que esa mirada de suspicacia nunca la percibí, lo cual me dió más confianza en que visibilizar es una apuesta que, aunque dé miedo al principio, vale mucho la pena.

Hasta aquí los efectos de la opresión en diferentes áreas (salud, autoimagen, relaciones sociales, entorno laboral). Aquí me viene perfecto un recordatorio, y es que la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad promueve un desplazamiento conceptual de la discapacidad. Hasta ese momento, la discapacidad se consideraba a la luz del llamado modelo médico-rehabilitador, según el cual las personas con discapacidad (ahora nos gusta más diversidad funcional) teníamos un "defecto" susceptible de ser "reparado" por la tecnología médica. Con el modelo social, la discapacidad se organiza no en torno a la "limitación" individual de la persona, sino a cómo se percibe socialmente, cuáles son las barreras, visibles o invisibles, que la sociedad nos pone. Estas barreras se organizan alrededor del concepto de opresión, que opera, como hemos visto, a muchos niveles (personal, social, laboral, de oportunidades, de relatos, y también de discriminación y violencia).




3 comentarios:

  1. Ánimo. Mucha calma y relajación. Observa la experiencia desde la distancia, aléjate y vuelve a recuperar tu centro. Tu puedes.si debes tomar durante el dia, tómalas, después con calma los vas dejando. Tranquila. Música clásica alivia, cuídate y mímate mucho. Estate presente en el momento presente. Fuerza, calma y paz. Ánimo tú puedes. Un abrazo

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  2. Gracias, anónimo (o anónima). Intuyo que nos conocemos personalmente, y que quizás algún día nos podamos dar ese abrazo sin máquinas de por medio. Sea o no sea así, gracias igualmente. (Solo un pequeño detalle, y no quiero que lo tomes a mal: estos días me encuentro especialemente sensible al uso del imperativo, prefiero la opción de generalizar el presente de indicativo).

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  3. Hola Paula, no nos conocemos personalmente, hemos hablado vía mail. Y si, estaría bien conocernos. Lo dicho Fuerza!!! Y pa delante!!!

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