lunes, 30 de enero de 2012

Esquizofrenia con perspectiva de género

Ya son varias las veces que leo por ahí que pertenecer al sexo femenino mejora el pronóstico de esa cosa misteriosa que le han dado en llamar esquizofrenia como convención lingüística, creo, más que científica. Para entendernos, vamos, esa gente que delira, flipa, viaja, imagina mundos paralelos o entra en contacto con ellos por mediación de los extraterrestres o la teoría cuántica. Para muchas personas, librarse de la abducción para integrarse en la razón capitalista resulta tanto más fácil si se pertenece al sexo femenino.

Como no voy a entrar en discusiones teóricas sobre el sistema sexo-género, que para eso están las bibliotecas, resumiré la cuestión diciendo que lo que se entiende en el lenguaje común por sexo viene siendo una cuestión formal, estética, sexual, que si tetas, que si útero, que si facilidad para segregar determinadas hormonas o disponibilidad de nido fisiológico para tareas reproductivas. Todo lo que se sale de ahí, pretendiendo inferir determinismos intelectuales, psicológicos o sociales de tales diferencias de forma, se denomina determinismo biológico o biologicismo, y viene siendo una teoría que sigue dando la lata, pese a las evidencias en contra.

Otra cosa es la fuerza de la costumbre, de la educación, de la tele, del poder, de los discursos que crean modelos de "ser mujer" (o "ser hombre", o incluso "no ser ni uno ni otra") disponibles para cada cual, y para cada cuala. A todas estas influencias ambientales, que nada tienen que ver con los microbios ni el ADN, se les llama comúnmente género, o por decirlo de otra forma, el género es todo aquello que nos condiciona socialmente para actuar de determinada forma según las expectativas sociales sobre las personas que comparten sexo.

Ejem, entonces... si la esquizofrenia tiene mejor pronóstico en mujeres...¿qué conclusiones, desde una perspectiva de género, se pueden extraer? Yo apunto a una posible causa histórica, que viene desde que Aristóteles, ese machista paradigmático, relegara el discurso de las mujeres a mera cháchara, frente al logos, o saber como dios manda, patrimonio de los hombres, atenienses, propietarios, libres, y por tanto ciudadanos. La mujer, con una inteligencia, según él, limitada a su casa y a sus cosas (del oikós, de donde por cierto viene la palabra economía), habitaba el reino de lo mágico, dicho peyorativamente. El reino de lo doméstico y privado, de lo oscuro, de lo religioso, de lo imprevisible e inconsistente (su propio cuerpo como fábrica-contenedor de grieguitos y grieguitas).

De todo lo anterior me quedo con una palabra mágica: cháchara. Hablar por hablar. De lo que sea, de lo pequeño, de lo cotidiano, y a medida que la mujer se incorpora al capitalismo, de lo que haga falta, que comer hay que comer, y si hay que aprender neolenguas, como la de la ciencia científica, pues también se aprenden, que para eso llevamos todo lo que llevamos de historia dedicadas a la cháchara, entre otras labores económicas. Algunas mujeres ya sabían neolenguas hace muchísimos siglos, teniendo que ocultarse muchas veces bajo vestidos de hombre para poder hablarlas en público, sin resultar sospechosas de brujería o rebeldía, puesto que siempre fueron sinónimos. Lo que Martín Correa denomina en el título de su preciosa tesis ·"La rebelión de los saberes profanos", es una de las razones que explican el mejor pronóstico con perspectiva de género. Hace tiempo vengo diciendo que subvertir el modelo androcéntrico, con su correspondiente arquetipo viril en cada tiempo y lugar, no es sólo asunto de mujeres, sino de todas las personas que no formamos parte de él, las que no somos hombres, sanos, blancos, de clase media-alta, de edad adulta. Las que no somos eso, somos saberes profanos, con permiso de M. Correa, que se refería a los locos, aunque ser mujer y loca nunca estuvo reñido.

Fuera de atribuciones positivas de los viajes delirantes, sobre lo que ya hablé varias veces, me quiero detener hoy en lo menos agradable, en el factor psicótico que nadie disfruta. En el miedo a que dure para siempre, en el miedo a que sea la única realidad posible desde entonces. Por ese miedo, propio y extraño, la gente se toma lo que le dan, se acoge a todo tipo de discursos y se encomienda a san pancracio, sufre cuando a su alrededor sufren lo suyo como una desgracia irreparable, sintiéndose aún culpables por hacer sufrir de esa manera, aceptando que desde entonces deben obedecer y obedecer y obedecer para expiar así la culpa de haber introducido el miedo a la locura en una santa casa. Así las cosas, el miedo a la locura sólo es comparable a la ceguera de la fe que se deposita en quien promete apaciguamientos, aún cuando esos apaciguamientos incluyan, paradójicamente, el mensaje de que no hay cura posible. No llega ya con el cariño de toda la vida, con el calor de la amistad para recuperar la confianza en la conveniencia de aferrarse a mundos más o menos compartidos, aunque no sean perfectos. Como no llega, llegan los expertos. Nada tengo que objetar al hecho de que se estudie hasta la saciedad para terminar con todo sufrimiento humano, pero me molesta que la atribución de poderes al experto titulado sirva como silenciamiento de todas las demás opciones, las que nacen de la costumbre y del afecto, del conocimiento del otro al que queremos, o de una misma.

En la cosmovisión con perspectiva de género, constatamos que las mujeres han sido tachadas a menudo de más emocionales (como defecto), de más habladoras(como defecto), y de mejores cuidadoras (por conveniencia social). No resulta difícil interiorizar expectativas que se arrojan sobre nosotras por los siglos de los siglos, como que tenemos que estar guapas o esforzarnos por ser dulces, atentas, abnegadas, buenas esposas y amas de casa, buenas madres, pacientes, comprensivas. Para muchas mujeres, el aprendizaje de estas conductas ha sido, muchas veces, el único temario de sus estudios. También se nos ha educado para ser compañeras de lo oscuro, de la enfermedad, del lecho de muerte, de los velatorios, de los cirios humeantes de las iglesias, de las noches en vela por exceso de amor y de cuidado. Cerca de todo esto se aprenden muchas lecciones sobre la dimensión privada del ser humano, los miedos y sufrimientos para los que poco sirven el dinero y el poder, el prestigio profesional, las investigaciones de una vida académica brillante. Con la vulnerabilidad todo se tambalea, todo adquiere significados nuevos. No es extraño sufrir delirios por exceso de vida y de miedo, no es extraño tener a una mujer cerca en esos trances. Cuando es una mujer quien los sufre, cargando sobre sus recuerdos toda la memoria histórica de las dudas y los extrañamientos, se puede experimentar incluso cierta familiaridad con todo tipo de sensaciones subjetivas que tienen por objeto perderse para encontrarse, rehacerse, cuestionarse, darle vueltas a una cosmovisión oficial que nunca termina de ofrecernos igualdad a tiempo completo.

Quizá tuviera razón Aristóteles, o simplemente nos ha condicionado para dársela, al asumir como propia la magia, la rebeldía disfrazada de sumisión, el perenne confinamiento de los saberes "oscuros" del cuidar en el territorio cerrado de lo doméstico, de lo inespecífico, de la cháchara, de la confidencia y la escucha, de las hipótesis compartidas frente a la cafetera, de las lágrimas sin permiso ni vergüenza, de la rabia compartida ante las injusticias, las descalificaciones, las censuras, el acoso, las dificultades económicas, la feminización de la pobreza, la curiosidad intelectual insaciable, las derivas de dentro a fuera, y viceversa, las metas, los caminos, los logros, las alegrías, las etiquetas, las luces, las historias, y siempre siempre siempre las amigas, de cualquier sexo.

8 comentarios:

  1. Mi muy querida etiquetada, me alegro de que no te parezcas a 'la dama de hierro' (a quién nunca se ha tachado de excesivamente femenina).

    En cuanto a discriminaciones abordas dos temas, diferentes pero seguramente relacionados. Por un lado la discriminación por rol social tanto del género como del sexo. Te sugiero una lectura: el poema 'the female of the species' de Kipling (http://www.ling.upenn.edu/courses/hum100/female.html). Apunta a una parte de la realidad que suele escamotearse en las discusiones sobre este tema: el temor a una superioridad femenina (en algunos aspectos). Ya conoces mi posición al respecto: la dominación del hombre por el hombre incluye a la dominación por razón sexo, de clase, de origen, de escalafón, etc. Y no se cura un cáncer tratando hoy esta metástasis y mañana aquella.

    Por otro lado, los 'saberes no oficiales' se esconden, se persiguen y -en la medida de los posible- se 'neutralizan' (aséptico término militar) para mantener el status quo intelectual, económico y moral. Actualmente, en la era de la información, cualquier disdencia (que las hay, muchas, y en muchos campos del saber) se intenta taparlas metiendo de todo en el mismo caldero (los árboles se esconden en el bosque: si no te crees la versión oficial, eres un conspiranoico, un antisistema, etc.)

    Lo que apuntas respecto a las diferencias por sexo y/o género en la incidencia y prevalencia de las esquizofrenias, creo que valdría la pena investigarlo con más detalle y documentarlo (para demoler mitos no basta con una idea acertada). ¿conoces estudios que separen mejor esta variable?

    Un abrazo,

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  2. Mi muy quedido pere, la frase de "la dominación del hombre por el hombre" es de Hobbes, y además de ser una visión ideológica más, sirve entre otras cosas para disuadir sobre cualquier cambio social, una especie de determinismo biológico, otro más, para que nadie se haga ilusiones sobre otras ideas, como por ejemplo las de Rousseau, las de
    Si interpretaste que con este texto me reafirmo en el rol clásico de la mujer como "ángel del hogar" (otra frase ideológica del siglo XIX) te diré que sólo en parte es cierto, en la parte en que intento reflexionar sobre si lo que siempre fue el mayor obstáculo para la participación de las mujeres en la esfera pública en condiciones de igualdad pudo tener algún "aprovechamiento" en términos de desarrollar, por cuestiones de índole educativo, nunca esencialistas, ciertas habilidades o saberes que pocas veces reinvindicaron los hombres en el dominio de lo público.
    Actualmente, los saberes que parten de las diferencias de género como una variable de interés para todo tipo de análisis están presentes en casi todas las universidades, si bien les queda un largo camino por recorrer, tanto cuantitativa como cualitativemente.
    Las diferencias en los pronósticos de recuperación de la esquizofrenia por razón de género están descritos de forma cuantitativa, es decir, se ha constatado que, estadísticamente, las mujeres tienen mejor pronóstico. Ahora bien, investigar las razones de esta variación con perspectiva de género implica reorientar la cuestión en términos sociales, y teniendo en cuenta que la mayor parte de las investigaciones sobre "trastornos mentales" están financiadas por la industria farmacéutica, creo que podemos esperar sentadas.
    Documentarse sobre el estado de la cuestión de determinados enfoques está hoy en día al alcance de cualquiera, te invito a que lo hagas tú mismo desde casa. Mi texto de hoy sólo pretende esbozar una hipótesis, a medio camino entre la filosofía, la literatura y las ciencias de la salud. Pero ten por seguro que seguiré pensando intensamente sobre el tema, además de buscar (más) información, como tan sabiamente me aconsejas.

    Un abrazo.

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  3. ¡ Dios mío ! Y yo que había llegado a pensar que la ironía era patrimonio de los hombres ...

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  4. Un ejemplo de que está todo por hacer:

    http://www.msc.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/06modulo_05.pdf

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  5. Pues yo te digo que ahora entiendo el porqué de algunas medicaciones coma la Etumina (neurolépticos) y las benzodiacepinas (Lormetazepam) que no solamente son adictivos y si bien te despiertas en el segundo caso mas jovial y dispuesto a hacer cosas pasa que haces demasiadas. Si eres un trabajador y trabajas demasiado, tu vida corre peligro por la acción sindical: A cuantos más trabajen demasiado... más exigirán los patrones de toda la plantilla. Es sabido que esa plusvalua en la productividad no se ve recompensada en el mundo laboral por una equidad en el reparto de beneficios.
    Luego está el primer caso (Etumina que te aplaca, anula tus reacciones de contrarestar agresiones: todo te da igual y todo ya se verá).
    La combinación es terrible, y solo digna de doctoras que no quiren problemas de... que quieren evitar problemas al enfermo que se encuentra en comunidad (terapéutica o no).
    Personalmente esa deshinibición no me preocupa. Puedo suoportar que cuando vaya a comprar tabaco alguien le diga a otro o a otra la palabra "mariposón" o que diga cosas como "mariconadas las justas" dudando de mi virilidad claro y de la de tanta otra gente.

    Yo pregunto: ¿Por qué a los esquizofrénicos no se nos puede partir la cara de vez en cuando sin que esa misma medicación nos provoque un trauma? ¿Por qué no podemos vomitar sangre o morir viendo a los vecinos callar? Tener heridas sin cicatrizar de las últimas peleas. Morir de manera immadura: Por un ideal.

    Cuántos campos de concentración harán falta otra vez y cuántas mentiras nos contarán de guerras religiosas. ¡Qué coño tanto futbol! Tanta tele... Tanta red.

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  6. Hola Josep, lo primero bienvenido! Lo segundo, pues que sí que es un problema lo de las medicaciones, para un mismo diagnóstico, escucho todo tipo de historias de combinaciones de medicamentos.
    Creo que hay que ir reivindicando:

    - Que nos informen bien de lo que recetan (derecho a la información, como un paciente más)
    - Que nos revisen el diagnóstico cada cierto tiempo (reversibilidad de las incapacitaciones, quien las tenga, y diagnosticar hoy en día esquizofrenia se parece bastante a una cierta incapacitación, al menos socialmente es un diagnóstico bastante pesado)
    - Que no nos traten como a delincuentes o como a tontos cuando alguien pide que le bajen o le cambien la medicación porque no se siente bien con los efectos secundarios.

    Creo que cada uno se lo tiene que currar con el/la psiquiatra que le toque (los que lo tengan), y pedir un cambio de psiquiatra si no está contento, si ve que el psiquiatra no es receptivo a sus demandas. Y si no también están las asociaciones de usuarios, aunque no hay muchas, ni las hay en todas las ciudades.


    Por lo demás, muy interesantes tus reflexiones, espero verte de nuevo por aquí.
    Saludos!!

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  7. Personalmente no creo que sea cosa de los médicos, más bien de la industira farmacéutica. Un buen dia nos dirán. "¡Oiga! usted que esto que le pinchan ya no lo paga el seguro, ¿qué va a hacer?" y si pudieran: todos internados, claro. Aunque supongo que es más barato dar medicinas.
    No me gustan los psicólogos que recomiendan medicinas.
    En España las incapacitaciones son muy difíciles de revocar. Las dicta un juez. Es muy complicado si además no hay un determinado problema, que seguro que está siempre, de falta de auto-administración. Si no no seríamos enfermos.
    Tienes razón en lo de bajar medicación aunque yo mismo lo pido y me la bajan toda la de dormir y demás... menos el antipsicótico con el que juega el médico y si me lo baja también volvemos a empezar, otra recaidíta.
    Culquiera que piense que no va a tener una recaída más es un iluso. Hay que darse cuenta de ello y ajustar la medicación. Yo creo que los cambios son buenos.

    PD Las reflexiones no son mías, son de Eskorbuto y el libro "El vigilante entre el campo de centeno" (the catcher in the rye) de J.D Salinger, 1951.

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  8. yo en ninguna parte vi descripciones de la enfermedad esquizofrenia nomas al principio y luego ya pura echadera a la discriminacion pero bueno tienes tu punto aunque no el que me interesaba por el momento

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