viernes, 2 de marzo de 2012

Delirio situado

Ningún delirio es igual a otro. Los factores sociales e individuales los sitúan, necesariamente, aportándoles la variación que los hace únicos, como únicas son las personas que los transitan. Parece obvio pero no lo es. Los profesionales, cuando escriben sus manuales y hacen sus investigaciones, no pueden proceder de otra forma que no sea según el principio de autoridad científica (de investigaciones previas) y sus propias observaciones empíricas. De la unión de ambas metodologías sucede a menudo que lo que se busca es unificar las experiencias, encontrar factores comunes que sirvan de plataforma para codificar las nuevas realidades que surjan a partir de ahí. Es decir, los nuevos casos. Ese es el objetivo, que todo lo aportado sirva de guía para lxs colegas presentes y futuros.

Así, todo delirio es un delirio situado.
¿Cuáles son las coordenadas? ¿Cuáles deberían ser las categorías de análisis?

La primera categoría incumbe al propio investigador, y consiste en definir su propio rol, individual y honestamente. Definir si su postura será comunicativa, de observador objetivo, inductiva o deductiva, multidisciplinar o especializada.

En un delirio, la comunicación, del tipo que sea, es altamente productiva de argumentos delirantes. En tanto en cuanto, siguiendo a Gilles Deleuze, el delirio es inconsciente emergiendo como producción constante de significados, cualquier interacción resitúa a la persona delirante dentro de su propio delirio. Una cuestión nada desdeñable desde un punto de vista terapéutico es comprender que a quien delira le resulta más sencillo, a menudo, interaccionar con desconocidos que con personas de su círculo más próximo. La razón de esto es sencilla: si vemos delirar a una persona a quien queremos, nos resultará extraño, triste, incomprensible, dramático... sin ser conscientes, estamos proyectando todas y cada una de las emociones sobre ese delirio en particular, sobre el delirio concreto de la persona a quien queremos. Llegados a este punto, insisto en que, de la misma forma que no hay delirios estándar, no hay tratamientos estándar para afrontar cualquier comunicación en este contexto. Lo que el delirio tiene de creativo, aspecto poco estudiado, busca novedad, aventura, estímulos nuevos, aunque terminen por costar argumentos psicóticos (en esas circunstancias, la sobreexposición a estímulos nuevos incide en el punto de fractura realidad-ficción con equilibrio inestable, pudiendo derivar hacia la alegría o la paranoia o, lo que parece difícil de entender, hacia una superposición de ambos). La fiesta de resignificar con sobredosis.

Volvamos al delirio situado. Cualquier categoría de análisis socio-político (origen, creencias, ideología, sexo, estatus) puede atravesar cualquier delirio. A estas habrá que sumarles aspectos biográficos, familiares, individuales... si ninguna persona escapa a su relación con estos factores, una persona en delirio no había de ser diferente. Pero la única forma de acceder a la información que proporciona un delirio es estar cerca, ganarse el puesto de interlocutor. Aquí no valen coacciones, las coacciones sólo se reciben como lo que son: violencia. La violencia, obviamente, sólo puede forzar al delirio a derivar en paranoia-psicosis. Alianza terapéutica o renuncia a la terapia, no parece haber término medio. La medicación, en este contexto, sólo es un apoyo (a menudo prescindible) a la verdadera terapia, la que permite a la persona delirante sentirse comprendida también cuando delira, no sólo antes o después (en este aspecto, la libertad de la persona para decidir hasta dónde quiere exteriorizar sus pensamientos es otro factor importantísimo).

En resumen, y ya para terminar, no se trata sólo de buscar a toda costa el fin del delirio, sino de poner las condiciones para que la persona en delirio lo abandone a su manera, y a su ritmo. Sólo así podremos estar segurxs de que tendrá mecanismos propios para afrontar repeticiones, si las hubiese. Esta propuesta implica un cambio de mentalidad relacional tan revolucionaria que dudo mucho de que se generalice a corto o medio plazo, sin embargo, acostumbrada como estoy a soñar despierta, tampoco lo descarto, si es que algo me han enseñado mis propias herramientas de tránsito.

Si tu amiga ve gigantes, camina con ella hacia los molinos, y si llueve, con paraguas.

1 comentario:

  1. "En la psicología comunitaria cobra crucial importancia la construcción de conocimiento debido a que usualmente la información que permite tomar decisiones y alcanzar los objetivos de trabajo tienen significado únicamente para las poblaciones con las que se trabaja, por consiguiente, todo proceso de intervención requiere necesariamente que se construya conocimiento significativo para sí mismo."

    (Fuente: Wikipedia, que ya que está...)

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