viernes, 25 de marzo de 2011

Programa de radio

Hoy tenemos reunión del programa de radio. No espero que seamos muchos, tampoco que los que seamos estemos todos diagnosticados. Pero no importa, para hablar de salud mental vale cualquiera, todo el mundo tiene algo que decir al respecto, desde su punto de vista personal y vivencial. No creo que la salud mental sea patrimomio de nadie, no creo que haya expertos en tan necesario tema, y si los hay, digamos que puede serlo cualquiera. Tampoco concibo ningún aspecto de la vida que no esté directa o indirectamente relacionado con la salud mental. Mire hacia donde mire, todo está interrelacionado, cualquier problema, desde el más nimio al más grave, puede generar angustia, y esa angustia puede salir cara, paralizar, descontrolar, hacer zozobrar al más entero.

Parece que lo que se valora como "normalidad" no es tanto lo "sano" que se esté como lo que se aparente, y esa capacidad para aparentar que no se tienen problemas es la que puede librarnos de la psiquiatrización. Al fin y al cabo se trata de no mostrar debilidades, de no mostrar emociones o comportamientos no-canónicos, y el canon se establece por cultura y, dentro de esta, por mayoría extrañamente democrática. Digamos que, en lo que a "nuestra" cultura se refiere, la euforia, por ejemplo, está muy mal vista, especialmente si no está vinculada a ningún logro futbolero.

Es posible que en nuestros futuros programas de radio hablemos de sufrimiento psíquico, pero también de los mecanismos sociales que articulan ese canon de lo correcto, de lo que se considera enfermedad mental y por qué, de quién pone los límites entre un llanto "normal" y un llanto "patológico", de lo cerca o lejos que estamos de la psiquiatrización según los ojos que nos miren, los cerebros que nos piensen y los protocolos que se hayan dispuesto para nuestra particular expresión del sufrimiento.

Si hay una etiqueta previa, todo se acelera, todo tiende y propende hacia lugares comunes. La vulnerabilidad se multiplica. Toda conducta corre riesgo de transfigurarse en síntoma, y aunque parezca que es sólo el nombre lo que cambia, puede marcar la diferencia entre la comprensión tranquila y la activación de algún protocolo psiquiatrizante, con la inestimable colaboración de familias e instituciones.

El problema de la psiquiatrización, o uno de ellos, son sus consecuencias sociales, que pueden abarcar desde el autoestigma o el rechazo sutil de nuestros allegados a la menos sutil institucionalización, temporalmente o de por vida. La institución va por un lado, y la vida por otro. En el programa de radio apostamos por la vida, con todos sus derechos, o lo que quede de ellos. Toda apuesta es deseo e intención, llena de variantes y probabilidades múltiples de acertar o errar. Y nosotros sólo somos personas, es poco, pero es lo que hay.

Seguiremos informando por escrito hasta que podamos hacerlo a través de las ondas.

5 comentarios:

  1. Ya deseando escucharlo, espero que la reunión sea productiva.

    Saludos

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  2. Pues todavía no, Antonio, paciencia que hay que tener.
    Saludos.

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  3. Hola¡¡. Doy por sentado que informarás donde podemos escuchar el programa. Suerte¡¡¡.
    Abrazos.

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  4. Gracias por los ánimos, hacen falta.
    Abrazos.

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