jueves, 24 de mayo de 2012

Ensalada antipsiquiátrica

Cuando empecé el blog, mi postura era claramente antipsiquiátrica, radical, mi autonomía en relación al sistema de salud mental me hacía desear esa misma autonomía para todas las personas que, bajo mi punto de vista, se encontraban "presas" de ese sistema, presas de la medicación, presas de la opinión del profesional de turno, presas de los diagnósticos y las profecías asociadas a ellos, profecías de cronicidad, incurabilidad, limitaciones y tendencias como la agresisvidad que, asociadas al diagnóstico, se consideraban intrínsecas a estos, haciendo más y más difícil la lucha contra el estigma y por la Igualdad, así con mayúsculas.

Igualdad de Derechos, Respeto a las Diferencias (individuales, culturales, diferencias en los modelos de locura y en las múltiples posibilidades de significarlos con lenguaje propio, más allá de la normativa terapéutica y su pretensión de dominio del lenguaje), Espacios (mentales, físicos, virtuales y relacionales) para visibilizar experiencias como experiencias propias, válidas, subjetivas, constructoras de conocimiento, experiencias que construyen, a la vez, estrategias para asumirlas, comprenderlas, hacerlas comprender a los demás, gestionarlas con inteligencia y autoestima, combatirlas cuando el sufrimiento que causan es excesivo e insoportable.

En toda esta ensalada de lo que no sabía muy bien si era acción social, política, intelectual, terapéutica o todo a la vez, conocí a muchas personas, y a todas ellas sin excepción las conocí a través del diálogo, el debate constructivo, la escucha mutua, y no pocas veces admiración mutua también, que para mí es como el paraíso donde las relaciones crecen, a algunas os conocí, y sigo haciéndolo, en persona, pudiendo miraros a los ojos, escuchar vuestra voz por teléfono, tomarnos unas cañas juntos, escribirnos emails, chatear, y tantas otras cosas. Muchos de vosotros sois profesionales, estáis del lado que yo rechazaba en principio por ser el lado del poder. En cierta forma vuestro lado sigue siendo el lado del poder, pero vosotros sabéis transformar el poder en responsabilidad, y ahí ya empezamos a entendernos. Desde el lado de aquí fui entendiendo también que no todas las personas diagnosticadas quieren ser autónomas en relación al sistema, sea por miedo, comodidad, o simple satisfacción de sus necesidades, o un poco de todo, cada cual sabe de sí mismo más que nadie, aunque nos quieran convencer de lo contrario. Así que progresivamente mi postura fue cambiando, todavía no sé hasta dónde puede hacerlo, pero la relación con el otro lado se vuelve necesaria, aunque en muchos casos haya que inventarla, porque cada relación es un mundo, y si no todas las locas somos iguales (ni falta que nos hace) tampoco lo son todas las terapeutas, ni los enfermeros, ni las teóricas. En mi empeño de hacer paralelismos con el feminismo, la relación con vosotros, terapeutas, es como la relación de las mujeres con los hombres, no se trata de acabar con ellos,evidentemente, sino de evolucionar de la asimetría en las relaciones a la horizontalidad, no se trata de cambiar el poder de sitio o iniciar una guerra, sino de trabajar juntos para que las relaciones no sean de poder. Para el feminismo, el enemigo no son los hombres, sino el machismo, que es distinto. Los hombres son personas, el machismo es una actitud, una forma de andar por el mundo destructiva y autodestructiva. Pues eso, se trata de construir relaciones nuevas entre las personas a uno y otro lado de la mesa, el diván, el sofá o la toalla de la playa ¿por qué no hacer terapia en la playa, en el campo, en la terraza en verano?

Bueno, hablando de playa, yo sigo encerrada estudiando, o casi. Estudiar también es importante para todo este asunto. Seguiré dándole vueltas.

7 comentarios:

  1. Claro. Y tienen derecho a no querer ser autónomos, porque además recibirán las consecuencias de ello, y saber eso, les permitiría convertirlo en decisión. Mientras determinada información no esté accesible, dificilmente se podrá optar a ser autónomo.
    En cuando al cambio, me pregunto como se puede hacer sin batallar. Cuando no tienes ningún poder, y el poder lo tienen otros, no hay posibilidad de cambio sin cierto grado de violencia, ya sea activa o pasiva (estilo Ghandi). Esto si el cambio por el que peleas pretendes disfrutarlo en el transcurso de tu vida. Si se trata de ver el cambio con el transcurrir de los eones, entonces si, conciliemos, esperemos y dulcifiquemos el discurso.
    Claro, una opinión mas.....
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Paula, tema que me persigue y me chirría, yo “estoy en el lado del poder” y cuando comencé como profesional, el poder sobre “los otros”, lo ejercí por cultura manicomial. Yo, siempre cuestionaba este poder y cómo se ejercía, “así le ayudas, él no puede decidir, después te lo agradecerá” me aconsejaban los expertos… jamás he visto ningún agradecimiento por ello.
    Me empapé de teorías y corrientes (también antipsiquiatría, por supuesto) y reflexionaba con otros profesionales y pacientes en “petit comité”, hasta reclamar públicamente (ejem. Blog “Tira los Muros”, conferencias, charlas, TV y Radio locales…incluso en contra de mi timidez), tú lo llamas “responsabilidad” pero va más allá…hablo de justicia.

    “El poder”, hay muchos poderes, yo reclamo el poder más común de los poderes: “el poder de decisión sobre tu vida” = “tener voz” = derecho fundamental de la persona...este poder es innegociable con nadie (sólo contigo, y ya es jodido), lo tenga quien lo tenga…

    Ya lo hemos escrito y hablado mil veces…nosotros “los poderosos”, debemos traspasar o facilitar “al otro lado”, parte o casi todo del poder. Hablamos del empoderamiento famoso.
    Y “el otro lado” debe estar dispuesto (no es necesario ser pro-activo) a conquistar el poder (legal), conquistar derechos, asumir el control.
    Déjame no estar de acuerdo contigo cuando hablas de comodidad; algunos “del otro lado” no quiera asumir ese poder, quizás es que no saben cómo hacerlo y por que nunca lo han conocido.
    Para ello, lo 1º (ya dicho), “los poderosos” facilitan ese poder, y “el otro lado” ejercerlo, es participar, es un proceso, es una habilidad, es un instrumento, es una manera de relacionarse socialmente nueva, es un cambio que puede afectar a toda una vida. No es tan fácil, los culpables de esa dificultad somos todos. Ahora es el momento de actuar por el cambio.

    BSSS

    Hilari

    ResponderEliminar
  3. Jesús, el "cambio" evidentemente no es uno, no se trata de un asunto simple de voltear la tortilla, o de localizar un problema y hacerlo desparecer. Los cambios necesarios son muchos, y se van multiplicando por todas y cada una de las personas que actúan desde las distintas posiciones y roles (como protas, como acompañantes, como dueños del discurso, como recetadores, como legisladores...., hay mucho mirador para un paisaje demasiado extenso, y complejo)

    Y sí, claro que hay que pelearlo ,aunque más que violencia hace falta más conocimiento, más sensibilización, menos paternalismo, menos violencia estructural, poner las lentes adecuadas, que no pueden ser otras que las de el respeto a la integridad de la persona, a su dignidad, su criterio y su autonomía. Sí que es cierto que hay personas diagnosticadas que no están dispuestas a confrontar lo que les llevan diciendo toda la vida, el poder de la bata blanca se interioriza con una fuerza sugestiva mucho mayor que el poder del uniforme policial. A este sólo se le presupone una autoridad prestada, basada en el sueldo que cobran por sus habilidades intimidatorias. A a la bata blanca, en cambio, se le presupone ciencia, poderes mágicos sobre la salud, que en definitiva se ven como poderes mágicos sobre la vida y la muerte.

    Por eso hablo de responsabilidad, es obvio que una persona no comete ningún delito por ser psiquiatra, psicóloga, enfermero... tampoco es culpable del poder que pueda detentar por el hecho de pertenecer a una determinada profesión, pero sí que se le puede pedir ser consciente de esa posición, y actuar desde ella con la mayor honestidad, profesionalidad, y responsabilidad. Y esa responsabilidad debería pasar, por ejemplo, por conocer la legislación al respecto, por enfocar su tarea desde el punto de vista de los derechos humanos y los principios deontológicos.

    En el caso de los derechos, si conoces la Convención Internacional de la ONU (2006), ya no se te pasa por la cabeza dar la lata con el TAI, por poner un ejemplo. Si no la conoces es porque hay una parte de tu trabajo que estás descuidando, que es la de estar al día sobre cambios legislativos, herramientas legales para las personas con las que trabajas, herramientas cuyo conocimiento debería formar parte de tu formación permanente. Se me puede decir que hoy en día está todo tan especializado que provoca visión de túnel, "sé mucho de lo mío pero ni flores de lo que está al lado", aunque tenga una relación tan directa, y tan lógica.

    Yo no sé si concilio, dulcifico, o todo lo contrario. Incluso aunque me pusiera identitaria y escuchase sólo a los de mi bando, las reflexiones serían las mismas, hay muchas posturas. No sabes lo que me flipaba escuchar a mis compis diagnosticados al principio, sus contradicicones entre el discurso reivindicativo y la actitud de "me como lo que me den y no me hables de pasar hambre". ¿Dejé de escucharlos? Más bien al contrario. ¿Lo hacían por decisión propia? Relativamente ¿Tenían elección? Sigo preguntándomelo, es decir, ¿se puede hablar de elección cuando no conoces todas las opciones? Por ahí va la Igualdad de Oportunidades, en esto y en tantas otras cosas.

    Bueno, seguiremos hablando de esto, para bien o para mal el tema no se agota.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los profesionales, como sabes, tampoco, en la mayor parte de los casos conocen nada mas allá que el discurso "convencional". En otros lo conocen, pero queda en anecdotico, puesto que asumir algunas cosas, que hasta la misma OMS afirma, les colocaría en una posición "incómoda" y al fin y al cabo, hay que comer.
      Efectivamente, se puede tomar una decisión, cuando uno tiene toda la información. Tampoco creo que existan los bandos, aquí cada cual pelea esencialmente por si mismo, otra cosa es que se coordine mejor o peor con las luchas de los demás. Cuando me refiero a dulcificar, me refiero al hecho de justificar, y de diluir responsabilidades. Y cada actor de este asunto las tiene. La de los profesionales es ineludible. Su OBLIGACIÓN es estar al tanto, de saber lo básico, pero sobre todo conocer la información DISCORDANTE. Su OBLIGACIÓN también debería de ser hacer accesible toda esa información, para que sus usuarios o pacientes, pudieran tomar la mejor decisión (y esto incluye a las familias), dejando de lado el paternalismo, y las creencias, para basarse en hechos.
      Y en eso no puede haber conciliación, ni dulcificación, porque entonces, la única pequeña fortaleza que posee el que no tiene poder, que es el discurso, se pierde, queda en nada, y por supuesto, la responsabilidad se diluye.
      Cuando hablo de "violencia" me refiero al discurso, que para servir de algo, tiene que ser potente y claro, de lo contrario, siendo lenguaje, se pueden hacer mil interpretaciones.
      Y por supuesto que es un tema con mil aristas, factores, demás. Pero coincido contigo (ya lo sabes :) ) en que hay algo que es vital y común, la responsabilidad de todos y cada uno de los personajes.
      Abrazos.

      Eliminar
  4. Hilari, la respuesta a Jesús va para ti también, ahora al repasar tu comentario me iba dando cuenta de que servía para contestaros a los dos. Sobre la "comodidad" (que yo planteé como una hipótesis entre otras, no como una constatación) estoy de acuerdo, y repito lo de la igualdad de oportunidades, y de elección, y ahí volvemos a la información y al conocimiento: si del lado "del poder" se secuestran los discursos posibles para ofrecer sólo uno, y ese uno incluye además en sus argumentos que el paciente "no es capaz" de comprender, entonces está claro que no hablamos de comodidad, sino de oscurantismo puro y duro.
    Así me sentía yo en relación a la psicosis cuando empecé el blog, había leído sobre neuronas, pastillas, síntomas positivos y negativos... cuando me habían aconsejado explícitamente no hacerlo. Tampoco es que sacase gran cosa en limpio, pero yo quería saber, y conocer diferentes teorías, explicaciones, bastante lógico por otra parte. Creo que de alguna forma me piqué, y mucho, sentí mi inteligencia infravalorada por algo que tenía que ver, supuestamente, con el diagnóstico, y empecé a entender que para el sistema, la locura y la ignorancia se veían como un todo, o digamos que se fomentaba que fuesen pareja. No sé hasta que punto sigue siendo así, pero en ese caso es otro de los cambios pendientes.

    No me gusta la palabra culpables, me suena a código penal o mito religioso. Creo que se trata de una cuestión social, luego política, y casi en último caso profesional. Social porque hay una construcción muy fuerte de la locura como problema oscuro, es un tema que ya despega como tabú, así que romper tabús es un problema social.
    Político porque esa construcción social tiene una historia también oscura de violencia, represión ,encierro, tratos inhumanos y degradantes, ninguneamiento, desigualdad y algún etcétera.
    Y por último profesional, y digo último porque las profesiones relacionadas, en última instancia, van a remolque de lo anterior, son como una consecuencia, o una pata de la misma mesa. Lo que veo es que para ser un buen profesional habrá que conocer muy bien en qué mesa estás trabajando, y de qué material está hecha, y ver si ese material es reciclable, o más bien toca investigar materiales nuevos.

    Buff, cómo me enrollo, pero es que es un no parar. Ahí seguimos, un abrazo!!

    ResponderEliminar
  5. Un post para leer y volver a releer tranquilamente. Buen final de curso! Esther.

    ResponderEliminar
  6. Gracias Esther, en eso estoy, cuesta pero llegaré!

    ResponderEliminar