lunes, 21 de mayo de 2012

Desactivando "pingajos de hospital".

Delirar es un lujo que suele acontecer cuando no tienes responsabilidades, o cuando todo está tan roto que todo vale para no mirar a ningún sitio, en ese caso abres las puertas y dejas que las corrientes de aire te agarren con fuerza, vengan de donde vengan los vientos, no importa si son africanos o polares, tú a lo tuyo, y la fantasía de reinterpretar el mundo a varias velocidades va sustituyendo a cualquier otra cosa. A veces, algunas cosas también se arreglan, o quedan pendientes de arreglarse, pero con pistas. Pistas que no entiendes en su momento, pero que luego vuelven cuando todo pasa, y si vuelven en "modo concreto" será por algo, será para que las escuches, que para eso son tuyas y sólo tú valoras su importancia. A veces no eres sólo tú, y ya no es la primera vez que contando un delirio como delirio, casi como un cuento, te sorprende alguien diciendo que no tiene nada de raro, que eso le suena, y bastante, entonces no sabes si relajarte o despatologizarte, cualquiera de ambas cosas puede dar bastante susto, no es para menos, todo esto es muy raro, incluso para mi, no estoy de broma.

A veces avanzo algunas páginas de un libro de José Luis Pardo sobre Gilles Deleuze, El cuerpo sin órganos se llama.
" No, no se trata de predecir sino de estar atentos a lo desconocido que llama a nuestra puerta"
(Esta te la dedico otra vez, si llegas a leerlo)

Y sigue diciendo, "Es como si Deleuze nos dijera: sí, claro que estos desvaríos de la razón indisciplinada son fantasmas, porque sólo mediante el desvarío fantástico (que no mediante el método geométrico, la razón dialéctica o la dialéctica de la historia)puede el pensamiento alcanzar el punto de génesis del concepto que también es su punto de fuga o expresividad, la zona pre-conceptual y pre-discursiva de construcción del concepto en la intuición, el instante intuitivo e intensivo en el cual se dibuja el esquema dinámico que constituye las condiciones de la experiencia real de la cosa singular; sí, claro que la intuición intelectual es una fantasía o, mejor, toda fantasía (siempre que se trabaje adecuadamente sobre ella)es una intuición intelectual, un atisbo desfigurado de lo que sólo puede verse a través de la desfiguración disparatada (la desconocida raíz común), de lo que no existe más que desfiguradamente, una perspectiva de la cosa en sí que sólo puede aparecer como ya originariamente delirada en el fantasma, porque nunca fue ni será actual, nunca fue ni será presente.

Pues ya me siento mucho mejor, la verdad. Yo no sé este señor Deleuze qué desayunaba, pero menos mal que estuvo y que escribió, o incluso siguió escribiendo cuando ya no escribía, y viene el señor Pardo este y sigue escribiendo en su nombre, porque ya me sacó de más de un apuro, ya me despatologizó más de una vez. Me acuerdo con nitidez de una expresión suya, a propósito de las experimentaciones con drogas psicodélicas en los años sesenta. Era una entrevista para un canal francés (aún anda por youtube la entrevista, el Abecedario de Gilles Deleuze se llama), y hablaba de los chicos y chicas estudiantes que, tomando esas drogas, tenían un mal un viaje que podía derivar en brote psicótico. La preocupación más grande de Deleuze en relación a estos chicos era que no acabasen siendo "pingajos de hospital". Ahí estás tú, que para mi, por cierto, sigues estando, como tantas otras personas que no se van nunca por más lejos que estén.


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