lunes, 20 de junio de 2011

no sabe no contesta

De bo de es tar haciéndome mayor, cuando pienso en que la palabra reacción ha ido, de siempre, ligada a la de reaccionario. O eso, o estamos en el misterio rebaustismal, lo cual tampoco me deja mejor. No sé, prefiero hacer un ejercicio de sana ignorancia que me deje en cierta disposición de rellenarme, y no hablo de casillas verdaderofalso. Ahora, por ejemplo, estoy escuchando un CD: jazzuela Julio Cortázar y el jazz, que intento hacer, para variar, sin demasiados prejuicios. No sé a dónde me llevara esta experiencia musical, llena de faltas de ortografía que intento, a veces, corregir sobre la marcha. Recuerdo Rayuela con una mezcla agridulce, una novela terrible de caos y frialdad con destellos brillantes que parecen querer suavizar tal terrible experiencia. Así fue que la leí no una ni dos ni tres veces, no, alguna más, quizá queriendo rescatarla por una simpatía irracional hacia la grandeza imaginativa de Cortázar. No resulta fácil, y es desolador no poder pedirle a la novela una indemnización por daños y perjuicios, ahora que estoy aprendiendo lecciones de empoderamiento a lo casero, no tanto porque aspire a ninguna forma de poder como a ciertas herramientas que me protejan la cabeza de su abuso. Así es que me gustaría que nadie hablase por mí sin que se lo pida, asumiendo la enorme contradicción de que a veces me lo piden a mí, pero esa es otra historia, y no es este su momento ni lugar.

Hablando de todo un poco, atravieso una severa bancarrota, o quizá debería decir insolvencia, en términos institucionales. En cualquier caso, aún así, suceden cosas bonitas, como que las amigas y amigos me regalen/presten si se puede, dinero, comida, tabaco, carreras junto al mar, consejos, y lo más importante, mucho calor, en forma de mimos, abrazos, llamadas a la calma y refuerzos del tipo nena tú vales mucho. Todo esto, además de una petardísima presunción por mi parte, como parte del proceso de autoayuda en red que va a toda máquina, supone una declaración de derechos sin distinciones. Sin distinciones. Porque si no es así, no vamos a ningún sitio nuevo, y no defiendo ahora la novedad por la novedad, que algo necia soy pero espero que no tanto. Defiendo a quien siempre me ha defendido, o así es como entiendo la justicia, compasión(ponerse en el lugar de) y reparación. Y sí, hay leyes justas, pensadas para mejorar la calidad de vida del máximo número de personas, y son esas leyes las que a todos conviene hacer cumplir. Las leyes de la protección y la dignidad por encima de las del castigo, y que estas últimas, aún cuando todavía puedan ser necesarias en tristes casos, no sean degradantes ni aplicadas bajo abuso de poder, y que vayan orientadas a la prevención de la repetición del delito.

Sinceramente, no sé cuál es la relación del segundo párrafo con el primero, será cosa del disco este que suena.

2 comentarios:

  1. ...que no se pierda el humor, ojo!

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  2. QUE GRAN ENTRADA!! el castigo sólo lo aplica el que nunca se pone en el lugar del otro...¿sin empatía cómo se puede ayudar? cuántos "profesionales" pecan de ello...UN ABRAZO!
    Hilari

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