lunes, 2 de mayo de 2011

Memoria

Los delirios y psicosis se repiten por una cuestión de memoria perceptiva. La misma memoria que nos permite repetir la experiencia (aunque se active de forma inconsciente y aparentemente involuntaria), nos permite también identificarla como experiencia conocida.

La identificación de la repetición de la experiencia puede ser absolutamente paralizante si la contemplasmos como algo que nos "sobreviene", algo externo que viene a dañarnos, de lo que somos víctimas. Para esa consideración, la rama biologicista de la psiquiatría nos ofrece un gran alivio en forma de pastillas y desresponsabilización, si bien el precio que hay que pagar, así considerado, puede resultar, al menos para mí, ligeramente alto. Cada cual que pague en la medida de su conciencia de consumidor (de productos, de versiones, de visiones, de actuaciones).

En el momento en que, de una forma distinta, asumimos la repetición de tales experiencias en su dimensión de experiencia conocida por uno, y por lo tanto propia, se nos pone en la mano un timón, o un volante, una posibilidad de conducir. Otra cosa es que sepamos hacerlo, con la complicación añadida de que no hay autoescuelas.

Uno quiere viajar en su propio coche sin saber conducir. No hay autoescuelas, o no están homologadas. Lo más parecido es una agencia de viajes, digamos una consulta psiquiátrica:

- Buenos días
- Buenos días
- Querría hacer un buen viaje
- ¿A dónde desea ir?
- A buen puerto
- Tenemos varios vehículos a su disposición, unos más clásicos, otros de nueva generación, clase turista, clase "bisnes", especial tercera edad...
- Pero yo querría usar mi propio coche
- Ah, ¿sabe usted conducir?
- No, pero tengo coche y querría hacer un viaje, querría aprender a conducir
- Aquí no enseñamos a conducir
- ¿No es parte del viaje?
- Le repito que aquí no enseñamos a conducir, si quiere contratar uno de nuestros viajes organizados...
- No, sólo que pensé que podrían enseñarme a conducir mi propio coche, a hacer mi viaje, yo podría pagarles por ello...
- No es una cuestión de dinero...
- Ah ¿no? Entonces, ¿qué me aconseja?
- Vaya a una autoescuela
- No hay ninguna en esta ciudad, la más cercana está muy lejos, en otro país
- Pues váyase allí
- Pero ¿cómo voy?
- Contrate uno de nuestros viajes
- Me he fijado que no viajan allí, no es un destino turístico.
- Ah, pues será que no tenemos convenio.
- ¿Convenio?
- Relación comercial.
- Ah, vaya, ¿y entonces?
- Le repito que si quiere contratar uno de nuestro destinos...
- No, gracias.
- En ese caso buenos días.
- Eran mejores hace un rato.

(.....)

¿Y si me subo a un coche en un lugar tranquilo, poco peligroso, sin mucho tráfico, y voy probando, despacito, para qué sirven los mandos?

Así quizás sepas conducir, pero no tendrás el carnet.

Ah, el carnet...¿qué pasa si no tengo carnet?

Puede ser peligroso

¿Y deja de serlo con el carnet?



Con carnet o sin él, digamos que se puede aprender a conducir. No es difícil imaginar el mundo con pocos coches, cien años atrás, anterior a su regularización administrativa en forma de carnet. Ahora imaginemos un mundo lleno de coches, lleno de carnets, pero sin autoescuelas, ya no. No se sabe por qué, pero una tiene la memoria, la memoria de querer conducir, pese a todo.

4 comentarios:

  1. ¿Ligeramente caro?. Me da la impresión de que el precio es en realidad es "EL PRECIO". En identificar el deliro como algo propio, es el aspecto crítico para que un delirio deje de serlo para convertirse en otra cosa.
    Abrazos.

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  2. uau!!!! la verdad me cuesta seguirte...etiquetada inspiración....no sé que hacemos buscando academias de conducción o de árabe...creo el truco está en "buscando".
    beso

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  3. o sea, ¿que sois de esas personas que quereis conducir en lugar de ser conducidas? ¿ gente con deseo propio?
    A esos, precisamente a esos sólo nos dan el carnet por error. El que lo quiere es porque sabe para que sirve y el que sabe para que sirve es el que puede molestar a los que trazan los caminos y ponen las normas.
    Esos países donde saben conducir todos.... que envidia nos tienen allí que no son tan guapos tan chulos tan listos como los de aquí.
    Hermosa y acertada metáfora etiquetada.
    Abrazos.

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