martes, 10 de mayo de 2011

Esquizomundos Esquizoanalíticos

Como bien afirmó Deleuze en Capitalismo y Esquizofrenia, una característica de la deriva esquizo es que se resiste a la "edipización", esto es, a la reducción del tinglado mental a un asunto familiar. Así pues, la familia esquizógena, como cuna e inspiración de los viajes mentales, a tomar viento fresco.

Algo de eso hay, si es que es cierto que el viaje comienza, para muchos viajeros, al filo de la adolescencia, lugar temporal de lo que se conoce comunmente como ver mundo y empezar a tropezar con el mismísimo. Amores, amistades, cositas pa probar (no precisamente en familia), granos, cuerpos mutantes, tribus urbanas, acampadas, mami los ojos rojos son de estudiar, noches en blanco para salvar alguna asignatura, otra vez noches en blanco para las que no se salvaron, noches en blanco de festivales, noches en blanco estudiando el kamasutra... y ya se sabe que la unión de muchos estímulos y poco sueño...hacer flotar un poco, a veces.

Ya puestos(es un decir), depende de con quién estés. Insisto en que no suele ser la familia la compañía más habitual en estos lances, que es donde se cuece la filosofía pura y dura (la de los libros es en diferido). Si la compañía es solidaria, se puede experimentar mucho con cierto control del riesgo (alguien que te lleve a casa, que te diga que te estás pasando un pelo, o que vea también bob esponjas en lugar de nubes corrientes y molientes). Si dos personas ven bob esponjas a la vez, es complicado hablar de paranoias y no de cachondeo autoinducido. Es broma.

Todos somos diferentes, y algunos más diferentes que otros. Se puede flipar por presencia de todo lo que acabo de narrar, o por ausencia: de amigos, de fiestas, de amores, de familia, de posibilidades de estudiar, de posibilidades de trabajar... (volvemos a este triste espacio temporal). Se puede flipar por compañías no gratas, que generan desconfianza, por no hablar de cosas peores. En estos casos la caja de los truenos y terrores puede abrirse a hostias, desatando una explosión de terrores reales y ficticios. A los primeros les llamarán problemas, a los segundos, esquizofrenia. Si los terrores ficticios cobran surrealista apariencia de realidad (me está pasando, me va a pasar, escucho voces, todos están confabulados, no hay escapatoria), es probable que sucedan cosas desagradables. Quizá comparecer ante un psiquiatra no sea, de buenas a primeras, de las peores opciones, si bien tiene el riesgo de que lo incluyamos dentro, y no fuera, de la conspiración. Esa es la causa número uno de la incomunicación con el psiquiatra, de la negativa a hablar, del repliegue ensimismado y temeroso que caracteriza a muchas personas en su primer brote psicótico.

(Nadie puede ayudarme porque nadie está conmigo).

Y es que el riesgo de percibir un encierro psiquiátrico como un campo de concentración, y al psiquiatra como un frío y exigente interrogador forma parte muchas veces del argumento coherente de la psicosis, que crea un mundo paralelo, a modo de dimensión cuántica, absolutamente hostil. ¿Disminuirr la percepción de hostilidad? Complicado, pero no imposible. Hace falta algo más que una licenciatura en psiquiatría, y algo más también que una dosis de antipsicóticos. Recuerdo perfectamente que mi remisión de la primera y más fuerte psicosis, llevando ya tres días medicada y hospitalizada, fue un fogonazo, un antes y un después simbólico, un nombre de un hospital bordado en una bata, el hospital de mi ciudad, el de toda la vida, un chispazo de confianza, de familiaridad suficiente para que yo misma me asumiera, momentáneamente, como sobreviviente a una pesadilla mental.( En aquel momento no hizo falta que nadie pronunciase ninguna palabra mágica, que nadie mencionase ninguna palabra técnica, todo eso vino después, y yo estaba ya perfectamente receptiva para comprenderlo).

Todos somos diferentes, incluso de nosotros mismos según va pasando el tiempo. El fogonazo que funciona con una, no funciona con otro, o no funciona conmigo en otra ocasión. Pero la búsqueda del fogonazo ha de estar, en nosotros y/o en el entorno, da igual quien llegue antes, todos ganan.(Esta reflexión me vino con la lectura del estupendo artículo que publicó esta semana el estupendo blog "Sobre esquizofrenies y altres trastornes", cito de memoria el nombre del blog y pido perdón por los errores en catalán)

Luego, todo es memoria, memoria perceptiva, entre otras muchas. Memoria selectiva también. Memoria de lo aprendido, de lo practicado, memoria del amor y memoria del miedo también. Memoria del inconsciente para transitar el miedo, y memoria del consciente para salir de él (No estoy en guerra del todo con el psicoanálisis, aunque me guste leer a Deleuze). Con la memoria, queda explicada la repetición de los episopdios, y también su no repetición (la memoria es caprichosa). Queda explicada la repetición, pero no su frecuencia, ni sus argumentos. La genética tampoco puede hacerlo, ni podrá. Sin medicación en los últimos diez años, queda explicada la ausencia de agarrotamiento muscular, de anhedonia, de disquinesia, de embotamiento emocional e intelectual (bueno, esto último es discutible, como todo por otra parte).

Esquizoanálisis: El mundo es complejo y caótico, por más que se empeñen en darle apariencia de orden (¿la letra con sangre entra?). La capacidad y variedad humanas para aprenhender(nos)lo, y aprender(nos)lo, es ilimitada, pero la vida no, lo que provoca una mezcla de vértigo y prisa en unos casos, de parálisis en otros. Lo que viene siendo una angustia difusa, descodificada y desterritorializada le pese a quien le pese (psiquiatras incluídos), contra la que sólo queda una voluntad de evasión que debe ser tan férrea como constante, misión imposible. Así que, cuando ataca, ataca al gusto del consumidor. Consumidores de depresión, de delirios, de pastillas, de otras pastillas, de parejas, de religiones...

Amistad, alegría, autonomía. La tarea y vocación primera de todo profesional de lo que se llama ahora salud mental (como a la guerra se le llama paz), si realmente es esa, ahora sin ironía, la aspiración profesional, la de aliviar el sufrimiento de saber que nos morimos, debería empezar por estudiar, con muchas clases prácticas, la manera de potenciar esas tres As, verdaderos ases de la evasión necesaria, aunque nunca suficiente.

5 comentarios:

  1. Me parece que en asuntos tan complejos es tontería la reducción. El quitar de un plumazo los vínculos de apego a la hora de tratar de comprender un fenómeno como la psicosis creo que también. Hablamos de un mundo emocional, de miedos y terrores. Y ese mundo emocional se crea y se recrea en familia o con las personas con las que existen y se generaron esos vínculos. No es posible no tener o haber tenido vínculos de apego. Otra cosa es que existan explicaciones lineales y directas que me parece que no.
    Es asunto del sueño me parece algo crítico. De hecho es posible inducir alucinaciones de todo timpo simplemente evitando que alguien duerma. Es una constante que he podido observar en los casos que he podido ver de psicosis, SIEMPRE.
    Como siempre muy interesante.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  2. Hola Jesús, tienes razón en que no se pueden descartar los temas familiares, pero ten en cuenta que cuando hago afirmaciones que parecen categóricas, las paso por el filtro del humor, para poner en entredicho su carácter categórico. Otra cosa es que lo consiga.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. http://clubbadiu.blogspot.com/
    felicidades por el blog

    ResponderEliminar
  4. Gracias por compartir tu repaso autobiográfico, si yo me llamara Almodovar me tentaría convertirlo a película.
    Proporcionas muchas pistas hacia sucesos, sino determinantes por lo menos significativos, en relación a la aparición de 'terrores ficticios'. Esto no llega a establecer lazos causales entre todos los elementos, pero ayuda. Evoco las fotografías que iban apareciendo poco a poco al revelarlas. Entre las aportaciones de unos y otros se va competando más.
    Un abrazo,
    Pere

    ResponderEliminar
  5. ¿Repaso autobiográfico? No es el mío, es el de muchísima gente, yo me reflejo en algunos pun tos nada más. Los lazos causales son un cóctel personal, cada persona tiene los suyos. A lo más que he llegado es a identificar los míos en sus diferentes momentos, así que el texto es una mezcla de causas mías y de otras personas que conozco, en la medida en que ellas han podido también identificarlas.
    Tienes razón en que todo esto es un puzzle gigante, pero de piezas móviles. Cuando crees que tienes una colocada, a lo mejor va y se mueve.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar