martes, 17 de septiembre de 2019

Punto de inflexión

Lo único malo de una buena terapia
es que te quedas huérfana de la nostalgia,
o eso parece al menos algunas veces,
y la luz te parece de pronto
mucho menos creativa.

El teclado no te llama como antes,
las noches quieren que duermas,
el alcohol ya no te pone
y el cuerpo te pide más playa
que complicaciones. 

Y una se queda
(literiamente) en blanco
con el arco vacío
buscando contenidos nuevos,
esperando cosechas
de una nueva agricultura:
la de dejarse crecer
sin sobresaltos.

A la vuelta de la esquina el trabajo
que era prueba de fuego,
curiosidad y miedo,
no fuera a ser mentira
que estoy tan bien y me lo creo.
Empezó y fue normal.
(mejorará con el tiempo...)

De algo habrá tenido que servir
un verano estupendo:
placeres grandes y pequeños,
adolescencia redescubierta,
y muchos amores de amigas
tranquilos, cercanos y sinceros.

Siempre se nada a gusto en el mar de la cultura,
del cine, los libros, los conciertos,
los recitales de poesía, los debates,
la música, los pinceles, las comidas, los paseos,
el feminismo, la chispa, los proyectos.

Es un jardín muy lindo el de Epicuro,
Ojalá que lo simple siga siendo lo bueno.



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