domingo, 29 de septiembre de 2019

Miniaturas

Cristales adentro, aparentemente opacos para una mirada poco atenta, explotan colores bastante más complementarios de lo acostumbrado. La hiedra de vidrio los recubre con una delicadeza que pretende ser armónica, incapaz al mismo tiempo de ocultar los pinchos que defienden todo aquello que ya no será un derroche de regalarse. En lo que podría ser el cuento de una estrella vagabunda, se oye maullar con fuerza en busca de alimento para todos y cada uno de los días. Y aunque el domingo no haya arrancado espléndido, así de firme es la voluntad de recuperación del tacto inconfundible de los pinceles pequeñitos. La textura cremosa de los acrílicos acuna el cansancio con una comprensión diferente de la magia: ser mundo interior, sin mayores alborotos. Porque nadie va a pedir explicaciones de un asunto tan intrascendente.


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