domingo, 11 de marzo de 2018

Revolucionadas

El adjetivo "revolucionada" se utiliza a menudo para caracterizar un estado de ánimo o emoción del espectro de la euforia. La euforia, como sabemos, se considera también una emoción del espectro de la "enfermedad mental". En cualquier caso, algo extraordinario (fuera del orden). En el peor, algo patológico. Estupendo. Estupendo porque eso me lleva a reivindicar, conjuntamente, a las mujeres y a las personas con "problemas de salud mental".

Porque, evidentemente, estamos revolucionadas. Y muy orgullosas.

Desde que en los días del 15M me preguntaba en este mismo blog qué hacían tantas personas en las plazas, y desde que esos mismos días el feminismo provocaba sarpullido hasta el punto de retirar una pancarta en Sol que decía "La revolución será feminista o no será", pues ha llovido. Agua del cielo, pero sobre todo reivindicaciones feministas (entre otras). Perdí la cuenta de los enlaces sobre feminismo que publiqué en mi perfil de redes sociales en los últimos años. Tantos como enlaces sobre salud mental desde una perspectiva crítica, y feminista muchas veces. O igual ya eran feministas, porque yo lo soy, desde que tengo conciencia de cuerpo sexuado que interacciona con otros cuerpos sexuados, y porque lo que me preocupa, me preocupa en clave feminista.

Sí, me siento completamente revolucionada. Eufórica también. Y ansiosa, y triste, porque ahora que se ve el horizonte de color violeta, tengo una prisa loca por todo. Las gafas violeta, que ahora son de aumento y panorámicas, me han puesto hipersensible. Además de las emociones directamente relacionadas con estar en la calle y no acabar de creérmelo, conviven otras relacionadas con lo injustas que son las diferentes situaciones que han llevado a esta revolución masiva. Está el orgullo marchando al mismo paso que la rabia. La esperanza a la misma velocidad que la tristeza y la impotencia porque esto que ya es un triunfo no va a conducirnos con varita mágica a medidas inmediatas.

Hasta siento cierta pena por los tíos que no se enteran de nada. No por los cabrones, pero sí por los desubicados. Por los que no tuvieron educación emocional o educación igualitaria. Pero vamos, que tampoco me quitan el sueño, no vayamos a exagerar.

Me agobian muy en serio las emociones que tienen que ver con compañeras en situaciones vitales complicadas, económicas, de salud, de marginación... Se me han abierto las compuertas, se han aliado con las hormonas y lloro por casi todo desde hace un par de días. Porque resulta que sí, que las mujeres somos muy emocionales, y a mucha honra. Porque resulta que también somos muy racionales, y más de lo mismo, orgullo de género por ambos lados. Porque resulta que la unión de la racionalidad y conocimiento del mundo (y de sus cifras, argumentos y representaciones), con la emoción que nos permite empatizar y que el dolor del mundo nos atraviese el cuerpo, pues dan como resultado revoluciones a oleadas. Vamos por la cuarta, dicen, y todas se van asentando.

Esta cuarta ola, como ya la llaman, pinta profunda, más aún. Vamos a por la bestia capitalista. Vamos hacia las condiciones que de verdad permitan la vida digna. Porque vamos a cambiarlo todo. Nos arremangamos, sacamos músculo, despejamos la cabeza de distracciones mediáticas que enseguida ridiculizamos, y nos ponemos a ello.

¿Y ahora qué? pues eso.

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