sábado, 7 de mayo de 2016

Posmodernidad emocional

Los artistas atormentados se alimentan de dolores, propios o ajenos. Mientras crean no ayudan a nadie, y cuando lo hacen, no es por su buena intención, sino por la sensibilidad de quien les escucha con el corazón abierto, con todo listo para encontrar espejos, para admirarles y permitirles que toquen su alma. Si están cerca, es para salir corriendo.

¿Cómo sujetar mi alma para que no roce la tuya?

Rilke lo sabía, incluso lo reconocía. Pero eso tampoco le sirvió para mirar a los humanos con más cariño que a su proceso de creación. Eso sí, le encantaban las flores, y los animales, en ellos veía lo Abierto, que era su añoranza. Su nostalgia y su melancolía perpetua. Manda huevos, nunca mejor dicho.

Mientras tanto, con arte o sin él, una se apaña como puede. Como ya nadie está estable, pues tú tampoco te lo exiges, faltaría más. Pero sufres por no estarlo, te rompes los cuernos intentando recordarte de otra forma, hasta quieres echarle la culpa a alguien. Echo de menos estar con mi abuela, la manera en que su mundo y el mío se encontraban. Nuestras conversaciones sobre feminismo. Feminismo de abuelas de la guerra civil. "Estas rapazas son tontas, enamóranse dos cartóns". Irme con ella de vacaciones al todo incluido, ponernos moradas de sandwich de queso al lado de la piscina. Me voy a hacer un vestido con uno suyo que le encantaba, un vestido de verano, lleno de margaritas amarillas, y puntitos blancos, con fondo negro. El día que lo estrene, me volveré sabia.

Sin mi abuela, algunos dias es como si no me quisiera nadie.
Duérmete, anda, que es tarde.




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