Hay riesgos que no tienen nombre, ni número, ni fecha. En serio que hay que intentar no pensar, cuando el único antídoto es pensarlos seriamente, interpelarlos, darles duro con la razón como arma y la experiencia por compañera. Tan agotador como eficaz, y viceversa. De tanto pensarlo es posible que desaparezcan, que su naturaleza se vuelva de pronto tan volátil como el propio pensamiento que la alimenta y le da forma, que en un segundo se vaya la memoria de haberlo siquiera pensado, ocupada en otras cosas, si no alegres, al menos menos eso. No queda otra que intentarlo, intentar vomitarlo hasta que pierda fuerza, forma y sustancia. Que pierda temporalidad si de ella se alimenta, que pierda, sobre todo que pierda, que no pueda volver a jugar su carta sucia de hacernos tener, otra vez, miedo de todo. Porque no es justo, ni se merece ni se le espera. Si es por oscuridad hay suficiente, y si es por costumbre es más triste todavía. Tiene que haber razones poderosas, razones nuevas para atacar lo clásico, lo esperable, lo profetizado por sacerdotes del dolor ajeno, lo estampado en estadísticas de las de vender pastillas, lo que la memoria guarda por la imposibilidad brutal de desecharlo, lo que nos hizo y nos deshizo tantas veces, con niveles desiguales de consentimiento más o menos informado.
Aquí está la tarea, y en ella se va la vida, cuando la vida hacía falta para tantas otras cosas que tuvieron que esperar con toda la paciencia del mundo, sabiendo al menos que la espera no es en vano, sino todo lo contrario. Aquí está la esperanza, entonces, de volver a conseguirlo, a golpe de palabras y argumentos y juicios a la carta, con testigos o sin ellos, pero con la verdad escondida entre los pliegues que devienen sin descanso en lo que sea que siga mereciendo la pena, aquí no hay tregua ni la hubo nunca, pese a las apariencias.
Cosas de locas sorprendidas por fantasmas.
Casas de reposo entre la noche y el día.
Terapias libres de pájaros en temporal.
Meditación atea en desierto portátil.
te siento una ingeniera del post y una obrera, que trabaja con otros la locura en sus aceros,
ResponderEliminarun abrazo,
Caray, pere, qué piropazo, me mola, gracias!!
ResponderEliminarUn abrazo.
por la "charla" de hoy...
ResponderEliminarpor ser una persona admirable, por tu confianza y fuerza.
porque los prejuicios y las etiquetas poco a poco se vayan dejando a un lado.
porque influyes en entender qué significa realmente ser enfermera.
gracias.
Gracias a ti, y a todxs tus compañeraxs,me sentí muy cómoda hablando con vosotros, seguro que nos encontramos pronto en cualquier sitio.
ResponderEliminarUn abrazo.