Hoy voy a ponerme cachonda, despúes de que unas buenas compañeras se hayan trabajado unas jornadas estupendas sobre cuerpos y lengua-sex, sobre postporno o, dicho de otra forma, sobre porno-queer. De la teoría (y de la práctica) queer, como creo que mencioné alguna vez, me encantan un par de cosas:
- El esfuerzo intelectual y conceptual por denunciar una cosmovisión estructuralista, que pretende dividir el mundo, y, lo que es peor, a las personas y sus múltiples identidades, en binomios férreos y cerrados de parejas de opuestos, de forma que todos nos veamos sociológicamente catalogados en hombre/mujer, heterosexual/homosexual, sano/enfermo, productivo/improductivo, dominante/dominado...bla bla bla.
- El activismo de la apropiación, que como un boomerang, o como un maestro de aikido, recibe el ataque, lo sujeta, se lo apropia, y lo devuelve como reivindicación. En nuestro terreno, el que por aquí abunda, viene a ser como... sí, estoy diagnosticada ¿y qué? Desde aquí veo el mundo con más lucidez, conozco tu mundo y el mío, habito los dos sin dejar de ser lo que soy, lo que quiera que eso sea. No me vengas con rollos ontológicos,de la relatividad de la ontología aprendí a base de práctica y cuestionamiento. Cuestiono tus teorías sobre mis circunstancias, es cierto, tus teorías sobre los vericuetos de mi mente inquieta, pero más me cuestiono a mí misma a causa de ellas, a mi pesar, y es eso lo que me da cierta ventaja, combates de entrenamiento. Tú tienes poder prestado. Quizá lo más interesante es que me gusta no ser tú. Me gusta jugar a las adivinanzas, me gusta reinventarme, me gusta despistarte y escandalizarte, hacerte dudar, jugar contigo como conmigo, sin más violencia que tus prejuicios. Me pone cachonda ¿y qué?
Diana y Lucía, gracias por venir, gracias por ayudar a que esto siga erecto. (Definitivamente, no es un guiño al psicoanálisis)
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