Entonces, estaba diciendo en Tudela, hace unas semanas, que la psicosis no es verdad ni mentira, sino ficción. Metáfora de lo que aún es pronto para nombrar, porque se derrama. "La ficción da forma a lo que se derrama en nosotras" (Anne Carson)
De los diez años de estudio sobre el delirio (estudio situado, encarnado, poniendo algo más que el cuerpo en la batalla), más otros diez de distancia y reflexión a posteriori, me queda una sensación, casi anodina, de que es tan solo un recurso, uno de tantos, para tiempos difíciles. Pero ay, la escritura, la escritura es vicio de la mente en llamas. Con toda la serenidad que me acompaña de un tiempo a esta parte, la escritura sigue provocando incendios, cuando no es agua de lluvia contra esa misma fiebre. Entonces toda escritura es también ficción, en el acto de recoger inundaciones en redes de palabras que le hablan siempre a alguien, a quien sea. A quien viene a leer con franqueza o alevosía, con el cuerpo en búsqueda o con la indiferencia maquillándole los ojos, con hambre de ficción o dudas tormentosas. A quien seas, bienvenidx.
Por ejemplo podrías ser una buena amiga en la distancia, comprobando si vuelvo a estar enamorada. O un amante confundido con los nombres del cariño, sosteniendo la calavera que vino a sustituir a la aburrida margarita, preguntándote si eres o no eres. Podrías ser incluso un enemigo, queriendo descubrir algún novedoso talón de aquiles, por si no tuvieras suficiente, en estas tierras tan poco heroicas. A veces quien lee y relee soy yo misma, por si acaso no me reconozco, o me reconozco demasiado. Para esto y mucho más el vicio de la escritura, que calma y sana porque es un juego casi musical, de máxima concentración, fuente de salud obligatoria a poco que se piense un poquito, en estos tiempos de estímulos tan feroces como intermitentes.
En esta carta de hoy te cuento que he aprendido a desenamorarme rapidísimo, no por frivolidad ni confusión emocional, sino porque el enamoramiento es un tipo de ficción que he conseguido iluminar sin drama ni tormento, viéndose que era sustancia juguetona para amenizar rincones del alma en trance nómada. Y viéndose también que no aprovecha si se juega en solitario, por ser asunto sociable, y divertido. Así que las personas fantasiosas, que por tal me tengo sin rubor alguno, hemos de tener localizado cierto tipo de interruptor bioquímico, por si hubera que apagarlo para ahorrar combustible en un planeta tan dañado como este. De esta forma, sabiendo de antemano dónde está el botoncito, podremos activarlo si, y solo si, los vientos son favorables, respons-hábiles, y tentaculares. On/Of. En caso contrario, se aconseja el método de conservación en frío de la sustancia, en espera de tiempos más propicios para la lírica y el esparcimiento de los sentidos.
Como amores hay tantos, propongo dejar el enamoramiento solamente para casos de emergencia emocional (nunca mejor dicho), y ocuparnos alegres de cultivar otros jardines, como el de la amistad, el compañerismo, la familia que viene de camino, el amor al arte, o el amor propio. El quererse (con se recíproco, y también reflexivo), un clásico contemporáneo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario