martes, 30 de julio de 2019

Amor, humor y respeto.

A ver, los poetas locos me tienen un poco aburrida. Cuando escriben sobre infiernos suelen ser eso, infiernos, con abismos, fuego, sangre, grietas, monstruos que devoran por dentro, doctores jekyll y misters hydes que les habitan las entrañas, todo muy gore. Y demasiado romántico, para mi gusto. (Qué gusto decirlo, por fin)

La realidad de las poetas locas es bastante más doméstica, cómo no. Una crisis puede ser ponerte a pintar la habitación sin orden ni concierto, sin poner siquiera un plástico en el suelo, porque te olvidaste de comprarlo y porque lo último que pensabas es que te iba a dar el ataque del rodillo (bendito rodillo) cuando ya están todas las tiendas cerradas. Así que es muy posible que termines fregando el suelo de rodillas con un estropajo, cual cenicienta pasadas las doce, y luego de paso las piernas, también con un estropajo, porque te quedaron finas de los salpicones, y no precisamente de marisco.

Con el trabajo a medias, sin cenar pero con el suelo limpio, le echas un vistazo a las paredes. Ni de lejos se parecen a las de la casa de cualquier persona normal. Vale que está sin terminar y le faltan manos de pintura, bordillos y en realidad casi todo. Pero las locas domésticas no perdemos la más mínima oportunidad para filosofar sobre lo que sea. Era esto o una dosis aumentadita de ansiolíticos. Hasta aquí perfecto, hasta los psiquiatras empiezan a reconocer que el ejercico físico puede ser más beneficioso que la medicación. Pero la cabesa no para, y sigue pensando, a su aire. ¿No será que lo de las paredes perfectamente pintadas es capacitista?

Como anormal que soy, decido rebelarme, al menos de forma cautelar, a la dictadura de las paredes uniformes. Esa pared que ahora luce chorretones soy yo, en construcción permanente del mundo en el que quiero vivir, metiendo la pata y ejerciendo de pringada, si se tercia, con la dignidad y sinceridad bastante intactas a pesar de que el mundo en el que vivo no es ni de lejos el que me gustaría. Ya nos vimos en peores, también es cierto. Así que la pared se va a quedar así, qué remedio a estas horas, y ya veremos hacia dónde sopla el aire mañana. Ya en las últimas, le había metido chorros azules al blanco nuclear que tenía separado en el tupper. Como mañana me de por el amarillo tenemos fiesta seguro. 

Los inquietantes algoritmos del programa de vídeos que utilizo durante la sesión de pintura loca style me ponen flamenco viejuno, a cada cual más a juego con mis emociones atropelladas. ¿Internet también es mi amigo? No se puede tener tanta suerte en la vida. Todo empezó con una bulería de gitana rebotadilla que no sabe si se pena o se celebra, pero que lo canta todo a la vez, divinamente. Ella canta, yo pinto, y juntas parecemos normales, pero a ninguna se nos engaña fácilmente. La anormalidad te da una perspectiva mágica de las cosas que lo mismo te hace un poema, una llorera de cine, o un epicuro como dios manda. Larga vida y a cenar.


3 comentarios:

  1. Ay... Paso a por el rodillo luego y sobre las nueve estoy en tu casa, valep? Pues eso. O a las siete, qué sé yo.

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  2. Me queda la sesión de mañana...llegas a tiempo!! Muchas gracias, siempre se agradece ayuda con el rodillo ;)

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  3. Escríbeme cuando quieras! magapepa@gmail.com

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