No me gusta estar así, y al mismo tiempo, siento que si lo estoy es por algo, que tiene un sentido. Sólo falta encontrarlo. Lo emocional me puede por encima de cualquier otro aspecto de mi persona, y dentro de lo emocional, la tristeza. Es una tristeza muy comunicativa, por otra parte, no es una tristeza que me aísle, o sobre la que no pueda dar cuenta. Es más, necesito dar cuenta de ella, bucearla, organizarla de alguna forma, poner en orden sus causas, o al menos, dejar que se expresen. La tristeza no se lleva mucho últimamente, y su incompatibilidad con lo productivo la vuelve sospechosa, por lo que a menudo se confunde, interesadamente, con la vagancia o la irresponsabilidad.
No hay espacio social para estar tristes, como no sea la consulta de un psiquiatra o psicólogo, y como no sea que, en cualquiera de estos dos espacios, el tratamiento de la misma irá dirigido a hacerla desaparecer, por la vía química o cognitivo conductual. Como yo no frecuento estos espacios, mi tristeza sigue siendo mía, y la trato a mi manera. Como no soy imprescindible en ningún lugar, puedo desaparecer un tiempo de todos, al menos como colaboradora activa. Y quedarme quieta, sintiendo mi tristeza, hablando con ella, o más bien escuchándola. Hablando de ella. Aunque no haya mucha gente con la que poder hacerlo, la que hay bien merece la pena.
Antes por exceso de ocupaciones y responsabilidades, y ahora por esta melancolía, no he estado muy atenta a los comentarios de mis últimas entradas, tampoco he actualizado demasiado el blog. Os pido disculpas, y os mando un fuerte abrazo a todas las personas que últimamente os habéis puesto en contacto conmigo por aquí, también a las que habéis llegado nuevas. En cuanto pueda responderé a los comentarios que tengo pendientes (por los que os doy las gracias), y seguiré escribiendo. Suele pasarme que, si respeto mi tristeza, cumple su ciclo y termina por dejarme en paz. Funciona como una necesidad de descanso, de volverme hacia adentro, que trae como premio más energía para seguir ahí afuera. Suele ser cuestión de días, o de semanas. Hasta pronto.
Hola Paula, sé como te sientes, a mì me ocurre lo mismo y lo has descrito perfectamente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Lola
Paula, te mando un gran abrazo desde acá. Cada una de tus palabras calza perfecto con mis estados de melancolía y hay ocasiones en que siento la necesidad total de refugiarme en mí (mismo) para desgranarla y darle solución, de otro modo preocupo, altero, o hiero en cierto modo cotidiano a los demás. Por suerte, ya me he atrevido a pedir que me entiendan y que si ando solo o pegado en los libros es porque debo hacerlo de forma estricta.
ResponderEliminarInsistiré en el abrazo. Toda mi comprensión. Todo saldrá bien.
R.
Te sigo desde hace mucho... Tus palabras me calan hondo, aprendo de ellas, de tu experiencia... Me identifico, río y lloro... Y hoy he llorado leyendo esta entrada, de alegría y tristeza, fue como si pudiese conectar con las palabras que no encuentro para explicar esto... no hay sitio para la tristeza en este mundo. Hoy me animé a comunicarme, no sé bien por qué. Gracias por compartir tanto, gracias.
ResponderEliminarNo soy muy dado a conectar emocionalmente con los demás, pero estas palabras me han calado muy hondo. Os siento cerca.
ResponderEliminarHola a todx. Muchísimas gracias por vuestros comentarios en general, y por los de esta entrada en particular. No me encontraba nada bien y tardé un tiempo en descubrir el origen de esta tristeza tan pegajosa. Lo encontré y conseguí apartarme de lo que me hacía daño.
ResponderEliminarSaber que estáis ahí, y que entre unos y otras conseguimos ir poniéndole palabras a emociones difíciles tiene un valor incalculable.
M y Anónimo (por cierto, te animarías a ponerte algún pseudónimo? así si volvemos a hablar podemos identificarnos de alguna forma), muchas gracias por hacerme sentiros tan cerca, aunque no nos conozcamos. Os animo a empezar vuestro propio blog, si aún no lo tenéis. Todas las iniciativas para hablar de los sentimientos que compartimos como personas, y que nos acercan , se quedan cortas. Cuantas más haya, más cerca estaremos de una sociedad más tierna, donde el dolor no sea algo de lo que avergonzarse y esconderlo en una consulta, sino algo que nos iguala, y que nos hace mejor personas al compartirlo y buscarle consuelo entre todxs.
Un abrazo amigxs!