jueves, 1 de septiembre de 2022

A la incertidumbre

Compañera incertidumbre, a veces me caes mal. Te comes mi calma desde dentro, como un parásito intestinal que impide aprovechar las vitaminas de la vida. Haces que confunda la ansiedad con fogonazos creativos, y viceversa. Me obligas a rellenar la inquietud con desplazamientos de significado que en no pocas ocasiones me impiden dormir. En retrospectiva, te veo en demasiados lugares importantes, con más protagonismo del que realmente mereces. Tiras por tierra a menudo meses y meses de terapia, como si fuese barato abrise en canal para cerrar alguna grieta. 

Ahora por lo menos te veo sin disfraces, frágil, vulnerable, cansina en tu recurrencia. Y aún así, como medio amiga que eres, enseguida me enfado con quien pretende quitarte importancia, con quien quiere silenciarte con razones, por más bienintencionadas que sean. 

Tengo que aprender a quereros a todas, a la incertidumbre, a las razones, también a quien alimenta unas y otras. No por nada en especial, sino porque el querer (el buen querer), sienta bárbaro. Incluso en medio de tempestades, querer (y que me quieran) me ayuda a distinguir en dónde realmente estoy a salvo, y esa pequeña certeza se hace un mundo de sentido cuando vienes de frecuentar monstruos por encima de tus posibilidades. 


 



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario