lunes, 2 de diciembre de 2013

¿Subalternidad?

Me resulta complicado explicar por qué me resulta complicado entender mi papel cuando hablo en público, algo que últimamente hago con cierta frecuencia.

   Lo más habitual es hacerlo en calidad de usuaria de los servicios de salud mental, cosa que, como sabéis, no es cierta. Desde luego que no me dedico a divulgar mi conciencia de enfermedad y lo bien que me hacen las pastillas, porque ni tengo la primera ni me tomo las segundas. Y soy sincera en torno a estas dos cuestiones, también en que no soy usuaria. Si no, lo que hago no tendría ningún sentido.

  Entonces, la pregunta es ¿de qué hablo cuando hablo en público?
  Pues de estar bien a pesar de los delirios, o de estar bien gracias a ellos, o de estar bien al margen de lo que se entiende por Salud Mental (eufemismo de unidades de psiquiatría). Intento explicar qué es para mi un delirio, qué significa, por qué creo que se produce, y cómo se puede navegar por él. Esto último me encanta, porque me da pié para hablar de la amistad, del cuidado, de la confianza, de la posibilidad de reconocerlos y compartirlos sin que nos arrastren, vengan como vengan (a veces con llantos nocturnos, con insomnio, con ideas autorreferenciales, con impulsos de romper lía rutina ferozmente, o con miedo a salir de casa, por poner solo unos ejemplos) Hablo también de libertad y dignidad para delirar, para explorar nuestro pensamiento mágico, para pedir ayuda y para no pedirla, y libertad y dignidad también en relación al tipo de ayuda que se debería esperar de los servicios de Salud Mental: con amabilidad, escucha, respeto, formación más allá de la receta, solidaridad con el sufrimiento ajeno, en lugar de miedo ignorante o miopía pseudocientífica. Sin mentiras, coacciones, amenazas, ocultamiento de información relevante, negación de opciones, soberbia, maltrato verbal, o incluso físico, en definitiva, sin que el poder que se dirigiría a mi como subalterna impidiese la más básica y necesaria calidad de las relaciones humanas cuando se pasan momentos difíciles.

 Evidentemente no me da tiempo, en ninguna intervención, a decir tantas cosas. A veces me centro más en unas o en otras, desarrollo más algunos puntos, intento adaptarme al público, al ambiente previo (por ejemplo si es en el contexto de unas jornadas o cursos) O sí las digo, pero menos organizadas, o menos directas, más sutiles, o irónicas, o de la forma que piense que, por alguna razón que no acierto a explicar, van a llegar mejor. También tiene que ver con pensamientos recientes, porque no paro de darle al tarro, todo sea dicho. Y reivindico también cualquier otra mirada o sentido, no "profesional" (de salud mental, se entiende), que puedan tener estas experiencias, cualquier otro lugar desde el que se las pueda observar y reflexionar sobre ellas. Vale la filosofía, la antropología, la crítica literaria, la pintura... todo en plan aficionada, pero que me alimenta lo suyo. Vale también el cine, la sociología, la teoría política, el teatro o los dibujos animados. Todo vale para pensar nuestro lugar en el mundo. Vale La leyenda del tiempo de Camarón sonando mientras escribo esto. No voy a conformarme con la psiquiatría o la psicología, y a quien le parezca mal tiene varios problemas (me acuerdo de algunas personas en concreto, que creen que no estoy legitimada para hablar de estos temas porque no tengo ninguna de esas licenciaturas)

Me pasan factura los viajes, las exposiciones, los debates, y aunque la pago con ¿responsabilidad?, ando por la cuerda floja, cayendo al optimismo o al pesimismo antes, o después, a veces en el mismo día, o en la misma semana. Y me acostumbro, en el buen sentido. Me acostumbro a no preocuparme demasiado ni por lo uno ni por lo otro. Esta semana pasada, la Fundación Manantial nos dió la oportunidad de conocer a Olga Runciman, de Hearing Voices Dinamarca: Me sentó muy bien, me reforzó  en el camino por el que ando desde hace años: el de la luz de las luciérnagas (siempre en plural) y el calor de la comprensión. En el de lxs amigxs y las redes, más necesarias donde más aprieta la subalternidad. Olga, si lees esto, sabrás que me faltan palabras para agradecer el placer de conocerte. Ten por seguro que no nos rendimos. Y somos una buena tropa, además. Esperamos verte pronto.

Y en todo este viaje, soy también una subalterna que investiga, académicamente, mi propia subalternidad, y al hacerlo, la pierdo un poco, o la difumino, o la confundo, o me obligo a preguntarme por ella, una y otra vez, de eso se trata. Un círculo perfecto que no me deja tregua. Cuesta muchísimo desconectar de todo esto. Ese es mi reto ahora, conseguir espacios de vacaciones, de música, de fiesta, de descanso...y de dinero para comer dos veces al día. Por eso escribo menos últimamente en este blog, pero hoy me acordé de quienes sólo me conocéis por aquí, y me apetecía compartirlo con vosotros. No sería justo si no lo hiciese. Un abrazo fuerte y hasta pronto, amigxs.

(Patricia, esta noche soñé con Beatriz Preciado)

3 comentarios:

  1. Pauliña, no sé si Patricia soy yo. Pero cómo si lo fuera jaja.

    Yo tb sueño con Beatriz y su hermoso bigote... Y corro de la mano de una coja, que empuja la silla de una paralítica y grito en el lenguaje de la sordomuda, que me siento totalmente marica, y mirando mis manos me descubro negra, amarilla...
    Hay miles, millones de personas comunes, contenidas en las formas más diversas y caprichosas. Son rojas, verdes, azules, malvas, turquesas, y cada color al mirarlo se descompone en un sin fin de deliciosos matices, que se revelan o cambian sólo cuando algún ojo los mira... y el diario acaba de anunciar que se ha detectado un avance evolutivo en los cerebros de lxs neonatxs... Es un sueño muy movido, estoy agotada...

    P.D: Según la teoría, las partículas subatómicas cambian, o toman posición, forma y demás, dependiendo se si son o no observadas. Pero se dice que en el mundo de lo grande, esto no es así. ¿Cómo que no? Mis protones cambian de forma según el ojo que me observa, eso fijo. :D Soy diferente cuando me miras, a cuando nadie me observa...

    Fin de esto, lo que ello sea.

    Gracias Paula.
    Gracias Olga.
    Gracias Beatriz...... y más y más....

    Una Patricia...

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  2. Gracias a ti, Patricia, ¿Aún dudas de que seas tú? ¡Un abrazo grande!

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  3. Era por si era una idea de referencia :-P

    Tonses... pues me asigno las que me viene bien ;-)

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