domingo, 17 de febrero de 2013

Cursos, discursos y recursos

  Desde que me muestro progresiva y públicamente como loca, me parece raro recordar un sólo día en el que no haya reflexionado, de alguna forma, sobre lo que este hecho significa. Las reflexiones derivadas son, como mínimo, amplias, y como máximo, variopintas. ¿Cómo máximo? A ver que me explico:

  Peleo desde hace tres años, en este blog primero, y allí donde se me permite después, por un discurso que se enfrente (que se ponga enfrente) a aquellos que, sin considerarme del todo persona, sobreentienden de mi, por el hecho de haber recibido un diagnóstico psiquiátrico, una serie de cosas con las que no estoy de acuerdo en absoluto. Entre ellas, que necesito tutela, que decidan por mi, que me adhiera al tratamiento como mantra, que puedo ser un peligro para mi misma o para los demás, que no soy lógica, o coherente, que mis "síntomas" son crónicos, y que mi lugar en la sociedad es marginal, silencioso a ser posible, oculto. Sobreentienden también que ciertos estudios que algunas personas han realizado, en connivencia con una buena parte de la sociedad, les AUTORIZAN a sobreentender, y actuar en consecuencia.

  Aquellos que sobreentienden tales cosas no son ni siquiera una mayoría de personas que han realizado tales estudios (lo cual, por otra parte, a muchxs no les impide que, aún no creyéndolo del todo, actúen como si en realidad sí lo creyesen). De todxs esas personas que terminaron su licenciatura de psiquiatría, algunxs tienen la suficiente lucidez y capacidad como para querer escuchar otro discurso, este otro discurso. Llámese de igualdad ante la ley, de igualdad de oportunidades, de dignidad, o de derechos humanos, escuchar este discurso y dejar que te atraviese, que te cale, que te llegue como persona además de como profesional, implica ceder una parte de la autoridad que te ha sido concedida, implica reorganizar tus responsabilidades como ¿médico? en el conjunto de tus responsabilidades como ciudadano, como sujeto de derechos que disfruta y que, justamente, permite disfrutar a otrxs. También implica reorganizar tus responsabilidades para compartirlas y re-partirlas con aquellxs SOBRE las que se dirigían de forma unilateral. Como parte de un proyecto colectivo que va más allá, mucho más allá, del día a día en el lugar de trabajo, pero que también atraviesa ese lugar de trabajo, con más razón si pensamos que es ahí, más que en cualquier otro sitio, donde nos encontramos los unxs con los otrxs, donde los discursos se enfrentan, o se acercan, y donde hace falta muchísimo más que una autoridad unidireccional para seguir construyendo ese proyecto.

  Proyecto que, por otra parte, no es tanto una invención o sueño imposible mío, como una Convención Internacional de Derechos Humanos (esta misma, por ejemplo), y que suena solemne porque lo es, o porque debería serlo. Pensar que por el hecho de que exista va a respetarse es tan ingenuo como obvio, por otra parte, y es que ya nos vamos acostumbrando a que lo obvio nos parezca, como mínimo, ingenuo y utópico. Pero creo que hay esperanza, sólo si entendemos su cumplimiento como una tarea de todxs, y su existencia como un punto de partida, más que como un punto de llegada. Así nos quejaremos menos y trabajaremos más (esto es un chiste... o no)

  Visto así, más vale arremangarse. porque quejarse del estado porque no pone los recursos es sólo una parte del asunto, necesaria por supuesto, pero solo una parte. Hay días en que me despierto pensando que el estado no existe (como garante de nuestros derechos, quiero decir), otras que el estado somxs todxs, y que por eso mismo, a veces funciona bien, y otras es una mierda. Eso que llaman esquizofrenia me ha enseñado a no quedarme nunca con una sóla interpretación, por si acaso. Así que quejarse, repito, es sólo una parte. La otra es hacer que exista, que se adelante a las leyes que han de modificarse para que exista del todo en el plano legal, porque somos mucho más que las leyes que rigen nuestra sociedad, que por cierto no siempre parecen sociales, sino más bien destinadas a aniquilarnos como grupo, si como grupo entendemos ponernos de acuerdo para mejorar nuestras condiciones de vida, y las de los demás.

  La parte que me toca en este embrollo es escribir sobre el embrollo, usar todos los altavoces que tenga, que me presten, o que me invente, para esto. También me toca vivir como si realmente tuviese derechos, dejando para otrxs (si se animan a mostrarse como carentes absolutos de ética), el recordarme o hacerme ver que no los tengo, o no del todo. Me toca incluso preferir la compañía de aquellxs que piensan como yo, porque lxs que piensan lo contrario no me dan muy buena espina, (otra cosa que me aporta eso que llaman esquizofrenia es el dejarme llevar por la intuición, sobre todo cuando parecemos movernos en una eterna selva peligrosa). Y al preferir estas compañías, los alta-voces se multiplican como pájaros en época migratoria. Y lo que parecía imposible, empieza a no serlo tanto.

4 comentarios:

  1. Gracias por tu blog, al que sigo puntualmente. Tus escritos son importantes para nosotros.

    Yo desde mi humilde situación he emprendido la tarea de no cobrar limosnas y he creado una empresa sin ánimo de lucro dedicada a crear trabajo para nosotros. Ya somos dos y esta semana abrimos la tienda física en Murcia (la tienda "on line" ya funciona desde hace un mes y medio). En la cortísima experiencia, tengo que decir que he recibido apoyos que no esperaba, de personas muy influyentes (Federico Mayor Zaragoza, Arturo Pérez Reverte, Eudald Carbonell, Vicente del Bosque..). Sin embargo, las autoridades y cargos que podrían haber hecho mucho por nosotros, no nos han facilitado nada la tarea y nos han puesto todo tipo de pegas burocráticas y administrativas, tratándonos como "raros".

    Os invito a ver la tienda "on line" y el blog y os pido vuestro ánimo y apoyo porque si una empresa con esta filosofía sale adelante, sería un gran paso para la integración de todos los que tenemos esta enfermedad, ya que como me dijo Vicente del Bosque, no habrá plena integración hasta que estemos dentro del mercado laboral como cualquier otro enfermo crónico.

    http://pedidosinternet.blogspot.com.es/

    http://dieta-paleolitica.blogspot.com.es/

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  2. Que alegría poder luchar a tu lado preciosa!! Aún en la distancia!! Desde que nos conocimos hacwe ya algunos ños han cambiado mucho las cosas y para mejor diría a riesgo de ir a contracorriente con el marco social que nos toca vivir. Conocer de primera mano tu salida del armario y las satisfacciones que conlleva me hace -y perdoname si suena paternalista- sentirme muy orgulloso de ti. Los que cruzamos esa puerta antes de ti sabemos lo que conlleva y que tu tan bien explicas. Y qué coño!! Es maravilloso y refrescante saber que estáis ahí (en la otra punta de España) luchando y construyendoos personal y colectivamente, como miembros de un grupo, como redactores, como prometheos, como ciudadanos, etc. Un beso grande riquiña!! Que ganicas tengo de ir para allá!!

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  3. Hola Héctor, gracias por los ánimos, yo también os animo a vosotros con vuestro proyecto, que tiene muy buena pinta. Los proyectos de autoempleo me parecen una salida laboral muy digna, donde se puede re-pensar y re-organizar el ritmo de trabajo, que ya sabemos que a veces, un ritmo fuerte, con mucho estrés, puede ser perjudicial. Así que os animo a que vaya todo muy bien, y a que encontréis el equilibrio entre vivir y trabajar.

    Y en cuanto a las limosnas, si lo piensas por la cantidad de dinero, lo son, si lo piensas de una forma social, es una manera de compensar las dificultades que la propia sociedad nos pone por el hecho de estar diagnosticados. Yo me quedaría en un punto medio: la pensión combinada con un trabajo de pocas horas, para garantizar un ritmo tranquilo y unas necesidades básicas, a la vez que se participa en el mundo laboral.

    Un abrazo lleno de buenos deseos para todo vuestro equipo, por supuesto que visitaré vuestra tienda on-line.

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  4. Raúl y Almu, gracias, igualmente, ahí estamos, y dentro de poco con muchos abrazos de verdad!

    Un abrazo digital, mientras tanto.

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