sábado, 26 de enero de 2013

Delirios cognitivos

    Delirar, lo que se dice delirar, ya hace tiempo que no. Como siempre, el estudio me mantiene en el lado de aquí, pero el estudio no es inocente ni inofensivo. La pelea de la mente consigo misma, y con las otras, para ordenar las ideas que tan fácil salen en las conversaciones de licor café es tan estimulante como agotadora. Hay que citar a gente seria, y leer sus trabajos, claro, buscar en el océano de cabezas pensantes aquella de la que más amiga te puedes hacer, aquella con la que tendrías conversaciones interminables. Y luego, además, ser crítica con ella, traerla a lo contemporáneo cuando está muerta, devolverle la vida y ponerle  al día de lo que pasó desde que se fue. Algo así.

  Mola cuando te asalta con nocturnidad y alevosía, para llevarte la cabeza de marcha cuando menos te lo esperas. "Pero...¿ahora? Si mañana tengo que madrugar..." O al revés, cuando la esperas y no viene, y en su lugar viene una sensación pesada y circular de estar borracha de conceptos desordenados, y te dan ganas de salir corriendo y gritar "¡¡¡¿Quién me mandaría meterme en esto?!!!" Hoy es uno de esos días, me apunto a la borrachera clásica, que es sábado y ya son horas. Salud.

 En conjunto mola, lo recomiendo mucho, no hay quién se aburra.

1 comentario:

  1. ¡Como me he reconocido en el segundo párrafo! Las dudas de madrugada "¿me dejo llevar o le pongo freno? que mañana no va a haber quien me despierte!" Bueno, en mi caso la curiosidad por ver a donde me lleva esa senda que se empieza a mostrar siempre gana, y la verdad es que pocas veces me siento tan bien. Tan agitado, estimulado y reconfortado (también un poco avergonzado por esto último). No consegui que los pros superasen a los contras, pero al leerlo al menos he vuelto a pensar en ello. ¿Quien sabe?

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