sábado, 26 de diciembre de 2020

"Ay qué trabajo me cuesta pa buscar mi bienestar..."

Hilvanando las trampas de los ojos

las comedias y los vinos.

Llorando bien,

llorando bonito,

como se llora el flamenco 

(cuando no hay nadie al volante).

Digno.

 

Que lo que vale 

siempre se busca, 

(dice Argentina). 

Pito pito

gorgorito. 

Con un compás que bailaban, primito mío, y hasta los gatos.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Palabras pesadas

Hay palabras que pesan toneladas. "Psicosis" es una de ellas, porque hace hace falta carnet de maquinaria pesada para moverla con soltura por el mundo. Vas a tener mil ojos esperando que fracases, que le des la razón a las teorías biologicistas, que justifiques el sueldo, la reputación y el salario de muchos expendedores de relatos cronificantes, y recetas que los clavan en el cuerpo. Vas a tener mil ojos pendientes de un error de cálculo en el traslado de una experiencia a una esperanza. Empezando por tus propios ojos, aquellos que no pueden dejar de observar con la máxima atención los detalles relacionados con esa palabra, con la mirada que esa palabra imprime sobre tu persona. Hace falta, muchas veces, una fuerza sobrehumana para levantar cabeza en medio de todos y cada uno de los prejuicios que se ciernen sobre ti cuando paseas la psicosis ante los otros, que a veces se vuelven pequeños infiernos momentáneos (no siempre). Y sin embargo, esa fuerza estuvo y sigue estando, construyéndome. 

De alguna forma, esa fuerza es como la libertad, porque nunca está garantizada, porque te pone en situación de tener que luchar siempre por ella, en los entornos más cotidianos, en las interacciones más intrascendentes, en sus requerimientos más inesperados. Agotador, también.

¿Y no podías haber dejado la palabra quietecita? ¡Bum! Heridas hacia dentro, autoagresión simbólica. (Qué absurdo es el mundo, qué pobre en significados. Ni los que trabajan con palabras se salvan de esta cortedad de miras) 

Entonces llegaron las amigas, llenando mi pequeño desierto de sentido. Cargadas de amor me escuchan, restauran mi sitio, el nudo se deshace y peso mucho menos que la palabra movida. Me vuelvo ligera y escribo para que nadie agache la cabeza cuando maneje palabras tan densas. Al contrario, yo querría dibujarles unas alas, soplar sus velas, quitarles peso. No estamos solas, y cada vez menos. 

sábado, 21 de noviembre de 2020

De profundis insomnia

Llevados son mis sueños por las horas

elásticas, torbellinas, preocupadas, 

laboriosas en círculos y sanas 

insumisas del ritmo que en mí adoras.



Por más intentos de dormir ahora

que hiciese con pastilla o voltereta

no querría esta noche más repleta 

de luz que de batalla turbadora.



Por suerte se agigantan pocas veces

de un lado a otro del sol bien ocupado

como sombras que murmuran, sí, problemas,



y otras, luces de marea en tanto grado

que una siente que las pesca, como peces

y las cuenta abrazaditas en la arena.


 

Barroca tú

Perla extraña, irrupción de la vida, 

guarda para la rima un participio,

no temas de la noche el precipicio

ni digas tu pasión mal merecida.


Busca del mundo imágenes oscuras

que puedan discurrir con tu lamento,

y no pierdas cuidado en sufrimiento

que mal competirá con tu locura.


No siendo ya enemiga, si la entiendes

habrá de concederte más ventura

que tanta normalidad despiadada


pues no es desolación, ni pena dura,

que aquello que nos cuenta, desvelada, 

formas son de vivir, resplandecientes.

domingo, 1 de noviembre de 2020

De cómo se vio ella un día cualquiera

Música de tarde en tarde, cual pieza 

ensimismada que una espera elabora

ya es todo lo que pido en esta hora 

de cambiarte misterio por llaneza

 

Sin apremios puede el alba sorprender

sueño tan profundo como un río

que de tu descansar tranquilo al mío

memorias de placer nocturnas recorriera.

 

En la soledad valiente, alcanzan

forma y luz tal elocuencia, que podría

reducir temores, redoblar paciencia


afinar el gusto, construir tal balsa

que la libertad en ella consecuencia 

fuera de dejar ir, con amor, a quien quería.


sábado, 31 de octubre de 2020

Amor cortés

Si no puedes enamorarte en serio, hazlo de broma, 

tira entre carcajadas, por la borda,

los sabios consejos terapéuticos que previenen contra las idealizaciones. 

El amor, aún como sueño, 

hace cosquillas en la vida, 

alegra las mañanas y las tardes, 

combate las malas hormonas

(solo por eso me enamoro de siete al mismo tiempo, si hace falta).

Puedes estar tan lejos como quieras

en silencio, indiferente, sarcástico, retraído,

que más nos da si en modo alguno voy a molestarte.

Desde que te quiero tanto

el barroco habla mi idioma, 

los poemas se iluminan solos 

veo ritmos y modos de enunciación

tal que estrellas relucientes

(que parpadean alegres

como polvo enamorado

en mis neuronas). 

Has conseguido, sin esfuerzo alguno,

enseñarme a estudiar como quería. 

(Pero qué mal te portas conmigo, querido amigo. 

Qué silencio tormentoso...

qué manera de echar fuego a la caldera, 

qué prodigio de cortesía posmoderna, 

¡¡qué guapo estás en las fotos!!).

Por no tener no tengo ni deseo

de ti, quiero decir. 

Tengo en cambio meses por delante

de cierto afán de perfeccionamiento

en comprender de qué manera la literatura 

nos ayuda a vivir mucho mejor.

Tengo también una paz llena de aire,

ese que tanta falta nos hace a la salud

en estos días de encierro y soledad.

 


 





 


martes, 27 de octubre de 2020

De cómo las terapias te normalizan, sin demasiado éxito.

A ver, que no me lo creo, me desbordo, me mandas de lado a lado, pierdo pie. Voy y vuelvo a mis amores, no entiendo nada, creo que es algo de locura, porque

quiero pegarme al suelo

quiero volar contigo

quiero no tener miedo. 

Qué barbaridad.

Y venga esta suerte extraña de echar de menos sin conocerte, de escribir por la mañana, y aún peor:

de imaginarte perfecto (ay, perdona, de verdad que lo siento).

Enfermita de romanticismo en este ratito loco, donde te vuelves comedia, ácida y de la buena. Con rimas de mercadillo te invito a un vermú en una terraza con mesitas pequeñas, en una calle antigua de la ciudad que me encendió, ya para siempre, las neuronas de bruja y la nostalgia del futuro, todo a la vez, sin anestesia. Así que te pregunto, con los ojos muy abiertos, si podrías enseñarme a estudiar sin darme cuenta, así a lo tonto, como quien simplemente vive sin tener que pensarlo demasiado. Supongamos entonces que nos emborrachamos juntos (de día, claro), y luego el sexo no funciona, pero qué risas. Porque mira que tengo dentro un incendio literario, yo que nunca fui poeta y cada vez soy peor. La idea de ser amigos me pone muy adolescente, en plan "el objetivo del arte es la construcción progresiva de una vida entera, de un estado de asombro y serenidad" (del libro, que al final no te dije el título). Serenidad poca, ¿eh? Telita. 



 

 

 

 

 





domingo, 6 de septiembre de 2020

Tener a mano algo para escribir

Nada humano me es ajeno, o algo así. Pero qué cuesta arriba a veces. Me cuesta un mundo escribir, últimamente. Por momentos parece que el tiempo del blog se terminó, o tantos otros. Luego respiro hondo y vuelvo a varios sitios. Mucho empeño, mucho esfuerzo en el cuidarse. Quizás es tiempo de fotos, más que de palabras. Solo para que descansen, nada más. Las palabras vuelven siempre. Lo que duele es ambiental, así que por favor... tengamos paciencia. Teníamos el corazón lleno de mundos nuevos, ¿te acuerdas?  Hasta podemos bucear otra vez entre los clásicos, ponerles la linterna en los puntos de sutura, y aprender de las viejas cicatrices. Contra el vacío, lo que sea. Aquí mis relatos, el de hoy en domingo todavía de sol.

martes, 1 de septiembre de 2020

Buenas compañías para el proyecto de este curso:

Placer

Constancia

Curiosidad intelectual

Paciencia

Capacidad de síntesis

Amplitud de miras

Perspectiva

Concentración

Estrategia

Organización

Amor propio

Ilusión

Chispazos

Amor al arte

Escritura

Lectura

Discursividad

Planificación

Contextualización

Banco de ideas, tareas y materiales

 


lunes, 17 de agosto de 2020

Interdependencia


Si cuidas a quien quieres y te quiere, te quieres más, mejor y más bonito.

Si quien quieres no te quiere, no sirve cuidarle, no vas a quererte más por eso. Ni van a quererte más por  eso. Querer mucho rato a quien no te quiere es irse queriendo menos, y teniendo menos energía también para querer a quien sí nos quiere. 

No vamos a esperar a querernos mucho a nosotras mismas para querer a otrxs.

Si nos cuidan y nos quieren, nos queremos más, mejor, y más bonito. 

 

 






lunes, 20 de julio de 2020

Un día nos vamos a morir, pero los otros días no.

Los huesos de las articulaciones, además de estar diseñados para funcionar como bisagras, lo están también para amortiguar caídas, en sus partes planas. La parte plana del hueso proporciona una plataforma de apoyo, por más pequeña que sea, que permite abrsober el impacto del peso del cuerpo, aunque sea al precio de un bonito moratón.

Así también el propio pensamiento sobre el cuerpo está diseñado para llevarnos mejor con él, para amortiguar caídas, y evitar un tipo de dolor, o más bien un grado, que viene sobre todo de la tensión nerviosa ante la idea del dolor. El dolor intenso pero breve de un resbalón en la cocina puede no ir a más si durante la caída somos capaces de ralentizar la escena, y por lo tanto volvernos solamente un cuerpo que quiere caer bien, en esos segundos preciosos en los que podría traicionarnos el pánico y hacer que la experiencia física y psicológica de la caída fuese todavía más traumática.

Una vez en el suelo, conviene no levantarse demasiado rápido, sino permanecer abajo, respirando con tranquilidad, escuchando qué nos está diciendo el dolor sobre el tipo de daño que podamos haber sufrido. Generalmente la agudeza del dolor inicial remite relativamente pronto (si no se ha roto nada) con ese ejercicio de respiración, al que podemos sumar otro ejercicio filosófico sobre el significado de poder decir: "pa habernos matao". Buena señal cuando se puede decir eso, buen analgésico también.


domingo, 19 de julio de 2020

Elogio veraniego de la pereza

Hoy domingo, la programación de radio clásica es deliciosa. Tanto, que me quedo tirada, literalmente, toooda la tarde. Como una gata sin culpa, horas y horas de languidez interior, tan tranquila como intensa. Sí es posible. 

No sé del todo de dónde me viene esta libertad, y aunque tengo mis hipótesis, esta vez me las reservo, por aquello de no hacer un altar del ateísmo. (Bonita paradoja que sería). Así que no pienso, ni leo, ni produzco. De vez en cuando miro algo como al azar, distraída, satisfecha. Quizás me levanto a ordenar cualquier rincón de la casa, un ratito muy pequeño, disfruto del resultado, me vuelvo al sofá, sonrío como una idiota, me desperezo, doy media vuelta, me prendo en cualquier nota, viene al azar, en la voz lejana y elegantísima de la locutora, un nombre que no voy a recordar (conscientemente).

Estos días tengo una cita, voy a conocer a alguien. Es muy joven, es amable y tranquilo, tiene tantas ganas como yo de esa sorpresa que será ponernos cara. Apenas sabemos nada el uno del otro, pero ya hemos vivido juntos un viaje y una hospitalización. Nada del otro mundo, todo queda en la tierra de la cotidianeidad, en esas pequeñas pantallas capaces de vida propia.

Pero no es la cita lo que me vuelve perezosa, sino la indiferencia ante el mundo, tan extraña de repente. Tan efímera, también (veréis lo poco que tarda en sacudirme, el mundo). Algo sabemos ahora del placer solitario de la pereza, al calor de las tardes de verano. Como la armonía perfecta de las suites para cello de Bach. Escuchar música como nunca, estrenando autorretrato.

Y allá lejos, quizás demasiado, la idea literaria de un amor inaudito (que no un enamoramiento), lleno de generosidad, me anima a construirme de a poquitos, se atreve a acercarse sin asomo de hipocresía, ni de miedo. Le pone palabras a algún rincón secreto, y yo viajo sin querer de su estar sentipensante al mío, marcando con besitos amarillos el camino de vuelta. Hay algo extrañamente sólido en esta ausencia del cuerpo, algo sin lobos, que no duele.

Me toco incrédula el mapa de los fantasmas, desierto. 


jueves, 6 de febrero de 2020

Del enamoramiento como fórmula magistral.

Entonces, estaba diciendo en Tudela, hace unas semanas, que la psicosis no es verdad ni mentira, sino ficción. Metáfora de lo que aún es pronto para nombrar, porque se derrama. "La ficción da forma a lo que se derrama en nosotras" (Anne Carson)

De los diez años de estudio sobre el delirio (estudio situado, encarnado, poniendo algo más que el cuerpo en la batalla), más otros diez de distancia y reflexión a posteriori, me queda una sensación, casi anodina, de que es tan solo un recurso, uno de tantos, para tiempos difíciles. Pero ay, la escritura, la escritura es vicio de la mente en llamas. Con toda la serenidad que me acompaña de un tiempo a esta parte, la escritura sigue provocando incendios, cuando no es agua de lluvia contra esa misma fiebre. Entonces toda escritura es también ficción, en el acto de recoger inundaciones en redes de palabras que le hablan siempre a alguien, a quien sea. A quien viene a leer con franqueza o alevosía, con el cuerpo en búsqueda o con la indiferencia maquillándole los ojos, con hambre de ficción o dudas tormentosas. A quien seas, bienvenidx.

Por ejemplo podrías ser una buena amiga en la distancia, comprobando si vuelvo a estar enamorada. O un amante confundido con los nombres del cariño, sosteniendo la calavera que vino a sustituir a la aburrida margarita, preguntándote si eres o no eres. Podrías ser incluso un enemigo, queriendo descubrir algún novedoso talón de aquiles, por si no tuvieras suficiente, en estas tierras tan poco heroicas. A veces quien lee y relee soy yo misma, por si acaso no me reconozco, o me reconozco demasiado. Para esto y mucho más el vicio de la escritura, que calma y sana porque es un juego casi musical, de máxima concentración, fuente de salud obligatoria a poco que se piense un poquito, en estos tiempos de estímulos tan feroces como intermitentes.

En esta carta de hoy te cuento que he aprendido a desenamorarme rapidísimo, no por frivolidad ni confusión emocional, sino porque el enamoramiento es un tipo de ficción que he conseguido iluminar sin drama ni tormento, viéndose que era sustancia juguetona para amenizar rincones del alma en trance nómada. Y viéndose también que no aprovecha si se juega en solitario, por ser asunto sociable, y divertido. Así que las personas fantasiosas, que por tal me tengo sin rubor alguno, hemos de tener localizado cierto tipo de interruptor bioquímico, por si hubera que apagarlo para ahorrar combustible en un planeta tan dañado como este. De esta forma, sabiendo de antemano dónde está el botoncito, podremos activarlo si, y solo si, los vientos son favorables, respons-hábiles, y tentaculares. On/Of. En caso contrario, se aconseja el método de conservación en frío de la sustancia, en espera de tiempos más propicios para la lírica y el esparcimiento de los sentidos.

Como amores hay tantos, propongo dejar el enamoramiento solamente para casos de emergencia emocional (nunca mejor dicho), y ocuparnos alegres de cultivar otros jardines, como el de la amistad, el compañerismo, la familia que viene de camino, el amor al arte, o el amor propio. El quererse (con se recíproco, y también reflexivo), un clásico contemporáneo.

domingo, 2 de febrero de 2020

Domingo

¿Qué vamos a hacer ahora?
Nos tenemos las unas a las otras.

La psicosis no es verdad ni mentira, es ficción. Como el enamoramiento. 



martes, 21 de enero de 2020

Metametáfora

Las metáforas conectan el mundo real con el imaginado. Puede que no existan fronteras y se trate más bien de algo continuo, sinuoso, blandito, tentacular...

Una zona de dunas, incolonizable.
Un ir y venir del cuerpo a la soledad, entretejiendo salud por el camino.

Con cuidado, con mucho cuidado, podría ser una forma de vida, la metáfora como continuum entre lo que flota y lo que trae de vuelta a la tierra, por más dañada que esté (la tierra y sus cansancios). Habría que enhebrar el remoloneo con el arrebujarse, trenzar la pereza con la ternura radical, y los monstruos con el peluche. Igual que construimos castillos en el aire podríamos también hacernos barro y materia con densidades completamente nuevas, y esculturarnos, como quien dice.

Sin relación no hay forma.



miércoles, 8 de enero de 2020

La vuelta al cole

Voy viendo cómo se templa
el borde redondeado de alguna fábula
(sin moralina ni moraleja)
así que lo arropo un poco
y vuelvo con mis asuntos

por ejemplo al sofá
donde miro al techo
y limo contradicciones
para que nadie se haga daño al caer

Me noto algo pre-ocupada
con esto de los afectos
aprendiendo otros idiomas
del quererse
y palabras deliciosas
como respons-habilidad, 
regalo navideño de Donna Haraway
para estos tiempos del Chthuluceno.

Que me quedo yo pensando....
recién estrenado "Seguir con el problema"
si los tentáculos y los rizomas
no serán en el fondo algo parientes.