Dime, bosque,
en cuál de tus senderos
anida el pájaro
que visita mi azotea
cada noche.
Dime, pájaro,
con cuántas plumas menos
volarías en tinieblas
por llevarte mi lamento
entre las alas.
Decidme, tinieblas,
lo cobardes que sois
ante cada madrugada
de esperanza.
Decidme, alas,
que si os invoco fuerte,
mi lamento, mis tinieblas
y mi sombra de esmeralda
volarían, sin más,
y sin volverse.