viernes, 11 de octubre de 2019

Donde no puedas amar no te demores

El amor del bueno no es capacitista. Quien te quiere de verdad no deja de hacerlo porque tengas un diagnóstico. El capacitismo y el machismo caminan de la mano, de la mano del resto de opresiones, todas juntitas rumbo al fascismo deshumanizador donde ya ninguna vida vale nada (solamente un poco, si acaso y durante un tiempo, aquellas que sirven a determinados intereses, ellos sabrán...)

Hace muchos años que me expongo, públicamente, como persona diagnosticada, como activista, en todo tipo de contextos. Nunca me arrepentí de ninguna salida del armario como loca. Solía decir hace tiempo que salir del armario es un detector de gilipollas: enseguida detectas quién tiene el cerebro infectado de locofobia. Además, salir del armario me ha dado la oportunidad de conocer a personas extraordinarias, en el mejor de los sentidos.

Últimamente me preocupa más ser rechazada por este motivo, pero solo en un espacio relacional muy concreto, a ver si adivináis qué espacio será este. En realidad, sé perfectamente que no pierdo nada si me libro de alguien lleno de suspicacias en este aspecto, al contrario. Pero nadie va a tener la valentía de rechazarte abiertamente por ese motivo. Si lo hiciesen, tendría fácil arreglo... si quisiera arreglarse. Así que el problema no es tener que enfrentar directamente la locofobia, eso lo hago constantemente cada vez que respiro, como si dijésemos. Cada uno de mis actos, de mis palabras, de mis acciones, dicen algo sobre este tema, reivindican mi dignidad, lo contrario de la deshumanización.

El problema no es ese. El problema es, más bien, que si alguien me rechaza por ese motivo, esa persona sentiría vergüenza de reconocerlo, por lo que tendría dos opciones: inventarse una excusa alternativa, o alejarse sin más. Una mentira o un silencio violento, esos actos comunicativos tan saludables. ¿Quién querría mostrarse como cobarde o mentiroso? Cientos de miles de personas, infelizmente. Cada vez cuesta menos mentir o mostrarse cobarde, hasta parece que nos invitan a ello, constantemente.

Me vuelvo al feminismo, corriendo. Es el espacio simbólico y personal en donde más aceptada y cuidada me siento, junto al de mis amigxs íntimxs. Donde no puedas amar no te demores. Aunque sean la rabia y la tristeza las que tengan que decírtelo, no te demores. Aunque te des de narices otra vez con la sensación de vulnerabilidad extrema, acéptala, porque siempre termina dando frutos en forma de luces desconocidas. Refúgiate en donde sabes que se te quiere, sin más. Y escribe, escribe siempre, porque sabes, como Audre Lorde, que no vamos a poner armas de silencio en manos de nuestros enemigos. Sabes también que tu escritura es mucho menos violenta que sus silencios.

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