viernes, 18 de mayo de 2018

Mapas locos (V)

Hacer un mapa loco invoca fantasmas, y eso puede generar inestablilidad. También puede generar euforia, sentirse demasiado liviana a medida que van saliendo opresiones hacia afuera, y confundir esa sensación momentánea de bienestar con algo más duradero. Es lo que me está pasando hoy, además del calor, que me baja la tensión. El realismo puede llegar a ser terapéutico para personas como yo, que nos alimentamos demasiado de la fantasía para sostener ilusiones contra el vacío existencial. Y tampoco pasa nada.

Me salté el yoga como posible herramienta para luchar contra la opresión, algo lógico, porque yo no hago yoga, ni me interesa hacerlo (cada vez menos, de hecho). Pero bueno, hay algo en las disciplinas de conciencia del cuerpo que puede llegar a ser interesante. Ayer caminaba al final de la tarde, pensando en la omnipresente ansiedad estomacal, porque ahí estaba, como siempre estos días. ¿Puede hacerse algo corporal para combatir algo corporal de origen mental o emocional? ¿Desperezar el estómago? ¿Hacerlo bostezar, como si dijésemos? Probé a hacerlo mientras caminaba, y ni tan mal. Me puse tan contenta...pero hoy ya está aquí de nuevo.

A eso me refería, avanzas un poco, llega una pequeña recompensa, y la confundes con algo duradero. En fin, nadie dijo que fuese cosa de un día. Impacientarse también es opresivo. Si por casualidad me veo repitiendo conductas relacionadas con la impaciencia, tenemos fantasma asegurado. Sacar los fantasmas para afuera y mirarles a la cara también es combatir la opresión, y nadie dijo nunca que no fuese a doler.

Si me estanco con esto, será que estoy cerca del centro, y en el centro vive un monstruo lo suficientemente vivo todavía como para alcanzar la categoría de fantasma. Tiene pinta de monstruo discursivo, con un poder pegajoso que ha echado raíces en ese centro al que me estoy acercando. Seguramente despegarlo llevará tiempo, y en ese tiempo convivirán las tareas de limpieza y desincrustación con otras más amables.

Ahora bien, por el camino tengo que tener mucho cuidado de no confundir la necesidad de paciencia con ninguna religión oriental de esas que, al fin y al cabo, aconsejan resignación en lugar de lucha. Hoy tengo la sensación de ir demasiado rápido con los mapas, de que no se asienta casi nada, son más de las diez y tengo que cenar.




5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. A mí me soluciona en algo los conflictos ir a encerrarme a la biblioteca pública.

    Me muevo en bicicleta, asi que en ida y vuelta, sumando, serán unos 20 kilómetros. Eso me mantiene entre endorfinizado y regulado.

    Cuando he leído tus mapas pasaba por un momento de distanciamiento con los otros. No puedo estar en el mismo lugar, simplemente, asi que me largo. Y voy, como decía, a la biblioteca y ahí me quedo todo el día leyendo, visitando a mis ídolos. A estas alturas de la vida, esos episodios son algo así como la previa a un estado de angustia mayor.

    Uno de esos días encontré a una persona que no veia hace mucho tiempo; era un amigo de mi primo, que está hoy (y desde hace unos 4-5 años) en méxico. Extraño tanto a mi primo, que apenas vi a su amigo sentí que volví un poco a tierra. Lo saludé y me emocioné muchísimo, catártico fue.

    Yo no quisiera cantar victoria pero tuve en esa ocasión la oportunidad de mirar a la cara, como pocas veces, aquello que dices.

    ResponderEliminar
  3. Loa mapas locos son casi siempre mapas afectivos. Bien por la catarsis, por la bici, por la biblioteca. Nadie dijo que fuera fácil, ni rápido, pero hacer mapas es algo muy diferente a rendirse.

    Un abrazo Rodrigo!

    ResponderEliminar
  4. Voy a mapear durante estos días. Creo que muchas cosas que escribí alguna vez son mapas afectivos. Voy a visitarme, como quien dice.

    Abrazo de vuelta, querida Paula.

    ResponderEliminar
  5. Estupendo! Todo mi apoyo, compa, con otro abrazo fuerte.

    ResponderEliminar