sábado, 21 de abril de 2018

Estrés laboral

Ya no sabemos lo que es la vida, de tan expoliada que está.

Poco sabemos más allá de sobrevivir a las exigencias del mundo laboral (siendo aún peor no tener mundo laboral), a sus pequeños y grandes agobios, a su temporalidad, a las relaciones personales que implica, a la centralidad de su espacio físico y mental.

El tiempo libre se ha visto suplantado por el "espacio para desconectar", lo que implica que es un intento (otro esfuerzo) para disputarle la centralidad, mucho más que tiempo verdaderamente propio. Y digo esto desde un espacio laboral privilegiado, que me gusta, que me motiva, que todavía conserva codiciones laborales dignas...pero que no está libre de riesgos, como sobrecargas puntuales de trabajo, que, si se extienden en el tiempo, pasan factura.

Mi experiencia personal me dice que mi exposición al estrés excesivo tiene riesgos específicos, límites que no me apetece tentar. Cuidar la salud mental se vuelve prioritario ante estos riesgos. El estrés laboral por sobrecarga de trabajo viene como un golpe de calor, pasas de estar más o menos bien, controlando la situación, organizándote lo mejor posible, cumpliendo plazos e inventando recursos mil para no romperte, y de repente todo tu cuerpo se pone en huelga: se niega a pensar, a dormir, a escribir...todo cuesta un mundo. Cuando paras (porque no puedes hacer otra cosa) miras hacia atrás y echas de menos la última vez que diste un paseo sin cansarte, la última vez que dormiste ocho horas seguidas, que te despertaste un sábado con la sensación del fin de semana entero para ti...la última vez que tuviste una identidad o rol social diferente al de trabajadora estresada.

Aquí lo dejo por hoy...continuará.

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