Gracias por tanto. Por los aprendizajes, por las reconciliaciones, por el placer, por el entusiasmo, por las reflexiones. Gracias por llevarte la euforia, el miedo, la angustia, la dependencia emocional, las malas costumbres, las abnegaciones. Gracias por traerme de vuelta, sana y salva. Nos esperan muchos años juntas, y sé que no tendrás celos de ninguna persona que venga a compartirte, porque estarás ahí para acompañarme cuando esa persona se haya ido, sea para volver, o no.
Gracias por las lecturas, por la música, por los paseos, por las películas, por la playa y los trayectos en tren, por el paisaje tranquilo que dibujas ahora que somos tan buenas amigas. Gracias por la pintura como ritual y exploración segura de las emociones difíciles. Gracias por no dejarme sola. Por ayudarme a mantenerme firme en mis decisiones, por no permitir que me haga daño. Gracias por cuidarme de esta forma tan bonita y tan desconocida.
Prometo no decepcionarte, a pesar de saber que tu confianza en mí es enorme, y que tus expectativas son altas, aunque no urgentes. Gracias también por eso.
La soledad es la más fiel de las amigas... Siempre vuelve, así que hay que tratarla bien. Saludos
ResponderEliminarGracias Laura, lo haré. Un abrazo
ResponderEliminar"...Sopla, danos la brisa -ansia o desgracia-
ResponderEliminarcon la que remoza la llama del valor,
y otra vez conquistemos la Distancia -
la del mar u otra, ¡pero que sea nuestra!".
Nada más saltó a mi memoria ese fragmento de "Oración", de Pessoa.
Buenos aires, Paula.
Pues muy bonito el fragmento de Pessoa, muchas gracias!
ResponderEliminarBuenos aires, Rodrigo